Los turbios nexos que tenía José López con el empresariado local
El celular de José López era un aceitado canal entre el exsecretario de Obras Públicas y un sector del poder que tenía negocios con el Estado
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Antes de que José López quedase rotulado como “el hombre de los bolsos”, su teléfono sonaba sin parar. Pedidos de favores, invitaciones a comidas y una agenda cargada de reuniones. Los miles de intercambios de mensajes y llamados que contenía el celular del exsecretario de Obras Públicas parecen reflejar apenas una parte de la trastienda del manejo del poder cuando está vinculado a lo irregular.
En abril de 2015 López y Julio De Vido formaron parte de la comitiva oficial que acompañó a Cristina Kirchner en su viaje a Rusia para estrechar los lazos estratégicos con ese país. También participó del viaje el titular de la UOCRA Gerardo Martínez, a quien López se refería como su “amigo y compañero”.
Un mes después del viaje, el sindicalista le decía a López que la paritaria de la construcción debía cerrarse en 28%. “Si no se va a complicar innecesariamente”, le advirtió. López le respondió: “Ah, antes que nada, tenés q llamar a la Sra y agradecerle por haber cumplido en Gran Parte (68%) de lo q pediste en Rusia. Si no lo haces De Vido y Lopez quedan como unos Boludos...”
Los empresarios contratistas
En el mundo de empresarios contratistas del Estado con los que López se relacionaba no regía la lógica de la grieta política. Intercambiaba mensajes amistosos con Juan Chediack, entonces titular de la Cámara Argentina de la Construcción (CAC), dueño de la empresa Chediack y “arrepentido” en el caso de los cuadernos.
Juan Chediack le agradecía a José López por determinadas gestiones y lo mantenía al tanto de los avances de algunas obras. Cuando López dejó la función pública, despidieron a sus dos choferes del Ministerio del Interior y Obras Públicas y él le pidió al empresario y titular de la CAC que les consiguiera trabajo.
Años más tarde, cuando declaró como imputado colaborador frente al juez Claudio Bonadio, Chediack apuntó contra López y dijo: “Cristina, De Vido y José López sabían perfectamente que había empresas que cobraban antes que otras”.
El exfuncionario también tenía un vínculo fluido con Nicolás Caputo, el amigo y “hermano de la vida” del expresidente Mauricio Macri. Cada tanto compartían comidas y, cuando Caputo necesitaba que le destrabaran alguna gestión desde el Ministerio de Planificación, como podía ser una redeterminación de precio en la obra del Hospital Esteban Echeverría, le pedía directamente a López que se ocupara.
La obra de ese centro de salud en el sur del conurbano bonaerense había sido adjudicada a la firma Caputo en 2009 y en 2011 la firma pidió una redeterminación de precios. En 2014, con la obra todavía inconclusa, volvió a solicitar una redeterminación de precios, y por eso Caputo le pedía a López que le atendiera el teléfono al CEO de su empresa.
También contactaban asiduamente a López el empresario Fabián De Sousa y su hermano, Osvaldo. Osvaldo de Sousa le pedía “una mano” para cobrar la redeterminación del saldo de una obra, y le ofrecía, además una reunión con empresarios chinos para financiar proyectos en la Argentina. “Los chinos no quieren saber nada con Austral [de Lázaro Báez], que son amigos pero que no lo quieren para este proyecto. Si queremos que lo llevemos nosotros”, dice uno de los mensajes enviados por Osvaldo de Sousa a López el 13 de marzo de 2014.
Mientras estaba en el poder, López también hablaba seguido con los lobbistas Gustavo Cinosi , Jorge “el Corcho” Rodríguez y Adrián Kochen. Con el primero, ahora asesor de Luis Almagro (OEA), hablaba de negocios y se reunía seguido.
“Nos vemos mañana 14,30 hs en Cancillería”, le dijo López a Cinosi en julio de 2014. “No sé qué es, no estoy invitado a. Eso”, respondió Cinosi. “Es una reunión Bilateral con empresarios”, le dijo López. Cinosi le respondió: “Divertite ! Y si hay algún negocio avisame !!!!”. “Siiii los chinos son rejodones. Jaja”, respondió López.
Cuando el kirchnerismo perdió las elecciones presidenciales en 2015, López logró ocupar una silla en el Parlasur. Pero su celular dejó de sonar como antes e incluso él pasó a ser quien levantaba el teléfono. Durante 2016, a Fabián De Sousa lo llamaba para ofrecerle un negocio vinculado con estaciones de servicio, según indican los mensajes, pero ya no tenía éxito con las respuestas.
Su agenda se vio más despejada y alquiló una oficina en la Capital Federal. Cuando quedó detenido por haber revoleado bolsos con millones de dólares, episodio que denunció un vecino de General Rodríguez a la línea 911, se transformó en “la mancha venenosa” y en uno de los íconos de la corrupción kirchnerista.
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