Los motivos de Jair Bolsonaro detrás de la cancelación de la cumbre presencial del Mercosur
El presidente brasileño apeló a la “prudencia sanitaria” para relativizar las tensiones políticas y comerciales que hay en la región, sobre todo, con la Argentina
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Una vez más, la simpatía política de Alberto Fernández por Lula da Silva conspiró para terminar de malograr una posibilidad de estrechar la dificultosa relación que el presidente argentino mantiene con Jair Bolsonaro, elevando las tensiones dentro del Mercosur.
El gobierno brasileño decidió el miércoles transformar en virtual la cumbre del bloque prevista para el 17 de diciembre en Brasilia. El encuentro sería el marco de la primera reunión de trabajo presencial entre Bolsonaro y Fernández, que ya se habían visto en octubre pasado en Roma, durante la cumbre del G20.
“Prudencia sanitaria”, fue la primera respuesta que dieron algunas fuentes brasileñas la noche del miércoles como justificación para el giro, en un intento por esconder con la variante Ómicron las tensiones políticas y comerciales.
El argumento esgrimido a última hora de ayer detrás de la decisión de Brasil, que ostenta la presidencia pro-témpore del bloque- , sonó muy frágil. La prudencia sanitaria habría partido del mismo presidente brasileño que nunca usó barbijo durante la pandemia, todavía no se vacunó, y, según la prensa local, se molestó recientemente con el presidente de la agencia sanitaria brasileña porque el funcionario empujaba por la adopción de un pasaporte sanitario o cuarentena para los visitantes que ingresan al país sin haberse vacunado.
Dos motivos desencadenaron el volantazo para que la reunión del Mercosur pasara a la virtualidad, movimiento que le quitará relevancia a la cumbre y al mismo tiempo podrá edulcorar tensiones, según reconstruyó LA NACION de fuentes argentinas y brasileñas al tanto de los preparativos de la cumbre.
La confirmación de la presencia de Lula, principal desafío de Bolsonaro en la búsqueda de su reelección en 2022, mañana en Plaza de May junto con Cristina Kirchner y Fernández, fue decisiva para que el gobierno brasileño se decantase por cancelar la presencialidad. “No ayuda, es bastante innecesario”, dijo un diplomático brasileño sobre la visita del líder del Partido de los Trabajadores (PT) a Buenos Aires.
El presidente brasileño no digiere hasta hoy la proximidad de Fernández con el izquierdista. Bolsonaro, por caso, dijo públicamente dos semanas atrás que la recepción que el presidente francés, Emmanuel Macron, dio a Lula fue una “provocación”. La escenificación de la relación entre Lula y Fernández, a una semana de la cumbre, generó disgusto en el Palacio del Planalto y se sumó a otros factores que anticipaban un encuentro tenso en la capital brasileña.
Una cumbre con dificultades
Más allá de las preferencias políticas del gobierno argentino, el Mercosur vive otras dificultades. Fuentes diplomáticas aseguran que la cumbre del 17 está, por estas horas, prácticamente vacía de contenido debido a las tensiones entre Brasil y Uruguay por diferencias económicas.
“No hay documentos para firmar en la cumbre”, se sinceró un diplomático que sigue de cerca los preparativos.
El gobierno de Lacalle Pou presiona para conseguir apoyo para negociar un acuerdo de libre comercio con China por fuera del bloque. Hasta tanto no consiga ese visto bueno, Uruguay está trabando la oficialización de la baja del Arancel Externo Común dentro del bloque, acuerdo que Argentina alcanzó con Brasil en la visita de Santiago Cafiero a Brasilia en octubre. Brasil, que ya avanzó con la reducción del arancel de forma unilateral, esperaba acordar con todos sus socios esa baja el 17.
El cambio de modalidad no cayó como sorpresa en la embajada argentina en Brasilia que conduce Daniel Scioli, donde ya monitoreaban posibles desdoblamientos de la presencia de Lula da Silva en Buenos Aires. Más allá del desplante, cerca de Scioli aseguran que la relación sigue siendo de “buen diálogo y buena sintonía” entre ambas administraciones.
Una de las prioridades de Argentina es avanzar con las discusiones para la construcción de un gasoducto que conecte Vaca Muerta con Uruguayana, en Rio Grande do Sul. La obra, que puede convertirse en una de las más ambiciosas en la historia de la relación Argentina-Brasil, podría comenzar antes de 2023, según adelantó Scioli.
El pase a la virtualidad apareció como una consecuencia natural de un bloque que tendría pocos avances para concretar el 17, en un momento de tensiones comerciales y políticas que mantiene al Mercosur prácticamente en un impasse.
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