Los misterios del TEG oficialista: el loteo del Gobierno afecta la política exterior
En los últimos días se incrementaron los ruidos por decisiones en el tablero internacional que generan desconcierto; la influencia de los equilibrios internos
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La organización del Gobierno, estructurado para satisfacer las distintas alas de la coalición oficialista, cruje con frecuencia y hace ruidos estruendosos. Para desconcierto local, pero más internacional, la política exterior de Alberto Fernández exhibe con cierta frecuencia y obscenidad las consecuencias del ya famoso loteo de áreas y funciones. Como si, más que un reparto, hubiera ocupaciones.
En el TEG oficialista Venezuela, Irán, Nicaragua, Colombia, Ecuador, Perú, Israel, China, Estados Unidos y Rusia componen los territorios más complejos de abordar. Ideología, intereses particulares, resquemores, negocios, acuerdos y rencores personales, alianzas políticas preexistentes y no pocos prejuicios son el sustrato sobre el que transitan las relaciones internacionales. Algunas veces contradictorias, otras zigzagueantes y muchas veces difíciles de explicar, si no fuera por el trípode Fernández-Cristina Kirchner-Sergio Massa sobre el que se asienta sin equilibrio la alianza.
Los recientes pronunciamientos ante distintos organismos y foros internacionales sobre el régimen autocrático marital de Managua que encarnan Daniel Ortega y su esposa, Rosario Murillo, reflejan apropiadamente aquel trasfondo.
Además, el caso de Nicaragua (como también el de Venezuela) cuenta con el agregado de un alineamiento (con aires de relación carnal) con México, desarrollado por el mismo Fernández. A pesar de la escasa complementariedad económica y la multiplicidad de intereses y vínculos divergentes de ambos países, especialmente en lo que refiere a Estados Unidos.
Ese enrolamiento fue admitido anteayer sin tapujos por el canciller Felipe Sola, en la entrevista que le concedió a Clarín en Nueva York, en otra de sus declaraciones de dudoso tino diplomático. Lo hizo para explicar por qué la Argentina no se había sumado a la condena de la OEA contra Nicaragua por la inocultable violación sistemática de derechos humanos, así como había tomado distancia en la ONU del crítico documento firmado por 59 país. Un problema para quien se arroga el rol de paladín histórico de los derechos humanos, pero cuando lo ponen a prueba casos concretos del presente condiciona la condena a la identidad del violador.
La excusa de la supuesta intromisión en asuntos internos, basada en la crítica al sistema electoral nicaragüense, aparece floja de papeles y obliga a posteriores explicaciones, que difícilmente borren conclusiones iniciales. Acaba de hacerlo también con China. El caso, otra vez, lo excede a Solá. No todas sus gaffes son errores no forzados. El argumento salió de la Casa Rosada. Al igual que en cuestiones de comunicación, el Presidente también dice tener expertise en política exterior. A pesar de algunos resultados.
El influyente MEO
Para entender lo dicho por Solá hay que tener en cuenta que la alianza argentino-mexicana se sustenta en una relación personal de Fernández. El padrino de ese vínculo es el chileno Marco Enríquez-Ominami. Amigo del Presidente y sherpa internacional (antes de la asunción), MEO es el promotor del Grupo de Puebla. Allí, el mexicano Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y Fernández descuellan en su condición de presidentes en ejercicio ante una mayoría de políticos jubilados.
El anclaje mexicano de MEO no es con el excéntrico AMLO, que privilegia las cuestiones domésticas, sino con el canciller Marcelo Ebrard. La impronta ideológica del poderoso ministro de relaciones expone lo acerca a un socialismo del XXI de segunda generación, que hace equilibrio entre regímenes autoritarios, gobiernos populistas de izquierda y dirigentes progresistas democráticos de doble estándar y vidas paralelas. Eso lo convierte en una garantía que atenúa desconfianzas de CFK sobre las convicciones de Fernández.
Hace ya varios meses MEO aconsejaba al Presidente adquirir un perfil político más nítido y se lo hizo saber a algunos interlocutores argentinos. Las recurrentes concesiones de Fernández al cristinismo más los enrolamientos externos deben haber hecho brindar a Enríquez-Ominami con algunos buenos vinos chilenos y franceses, propios del bon vivant que le gusta interpretar.
La impronta mexicana también se vislumbra en otras acciones argentinas, como se advierte en la relación con Estados Unidos. A la autopercepción nacional, que lleva a creer en una influencia y relevancia que el país no tiene, como para permitirse ciertas licencias, se le suma la forma en la que México se vincula con su vecino. Pero la Argentina no reviste la importancia estratégica que tiene aquel país para EE.UU. La vecindad otorga algunas prerrogativas. Aunque los mexicanos se lamenten por estar “tan lejos de Dios y tan cerca de los yanquis”.
Resaltan así los esfuerzos del embajador en Washington, Jorge Argüello, para evitar que acciones y manifestaciones de su gobierno afecten los vínculos bilaterales y los intereses nacionales en distintos frentes, especialmente el económico-financiero. El mismo denuedo Gustavo Beliz, otro encargado de la relación con Estados Unidos. Lo curioso es que ambos integran el selecto (por tamaño) círculo que responde al Presidente y tienen que recomponer desarreglos que genera o permite el propio Fernández. Además de los muchos que provoca el cristinismo, empezando por la vicepresidenta y siguiendo por funcionarios de la Cancillería. El loteo es un problema. Pero no el único.
Recortes y subloteos
Los recortes a Solá no se limitan a áreas con terminal en el Instituto Patria. Fernández también tiene funcionarios que se ocupan de relaciones exteriores y le reportan solo a él. Loteos y subloteos, en un sistema radial que se multiplica.
“Así como de la relación con EE.UU. se ocupan Beliz y Argüello, los vínculos con Brasil los lleva Daniel Scioli; con Rusia, Cecilia Nicolini, y con China, Sabino Vaca Narvaja”, explica uno de los funcionarios que más tiempo pasan con el Presidente. No le preocupa que se vea ahí un punteo al canciller. Como es.
La nómina encierra varias curiosidades. La primera es que Scioli anhela mudarse de Brasilia a Plaza San Martín y no pocos en el cuerpo diplomático lo ven como eventual reemplazo de Solá. En la Rosada lo niegan. Pero elogian y no cuestionan la autopromoción sciolista de su gestión para sostener el vínculo con el iracundo Jair Bolsonaro y algunos logros en el plano comercial. Los funcionarios de Fernández nunca están seguros.
En el caso de Nicolini, la situación tiene la singularidad de que, adeteriores más de haber llegado a la función pública de la mano del amigo MEO, no tiene función en el servicio exterior. Integra el heterogéneo cuerpo de asesores presidenciales y desde allí amplió el radio de acción gracias a su manejo del inglés, capacidad de trabajo y audacia. Su consagración llegó con la negociación para traer la vacuna Sputnik V. Su meteórico crecimiento y las dificultades para obtener la segunda dosis alientan algunas críticas que no hacen mella en el apoyo de Fernández ni en su autoestima. En la embajada en Moscú, a cargo del cristinista Eduardo Zuaín, la miran con recelo y siguen de cerca sus pasos. Loteos.
La relación con China en manos de Vaca Narvaja muestra un interesante caso de asimilación. No del funcionario sino de la Casa Rosada, que se desvela por hacerlo propio ante evidencias de pertenencia a Cristina Kirchner. Ahora muchos advierten sobre otra asimilación: la del embajador con los intereses del país de destino. Suele suceder.
En la Cancillería, algunos expertos en la creciente tensión entre China y Estados Unidos advierten que tales simpatías por el país oriental, que tan bien caen en el Instituto Patria, pueden abrir dilemas serios. “La adhesión al proyecto chino de la nueva Ruta de la Seda (Belt and Road Initiative –BRI– como se lo denomina en inglés) es un desafío complejo. Una cosa fue cuando lo firmó Chile, cuando no había la sensibilidad estadounidense no era tan extrema. Ahora puede ser mucho más complicado. Se requiere de mucha profesionalidad, prudencia y sentido de la oportunidad”, ejemplifica y alerta un experimentado diplomático.
El expertise que dice tener Fernández en temas internacionales se pondrá a prueba con cuestiones como esa. También podría terminar por exhibir los límites que tienen los loteos dentro del Gobierno. Los problemas y desafíos abiertos son demasiados en medio de tantas turbulencias en los frentes interno y externo. Mejor no improvisar con ciertas cosas .
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