Los Kirchner y la prensa
Desde su llegada a la Casa Rosada, el kirchnerismo ha tenido una relación cada vez más tensa con la prensa, especialmente con aquella que ha mantenido una posición crítica hacia el Gobierno.
Los primeros problemas en esta relación tuvieron su origen en el maltrato que Néstor Kirchner les dispensaba a los periodistas y en su nula disposición para las entrevistas o las conferencias de prensa. Más de una vez, los integrantes del matrimonio gobernante justificaron su escaso diálogo con la prensa en su creencia en que no hay nada mejor que el contacto directo con el pueblo, sin intermediarios.
Paralelamente, el oficialismo siempre intentó manejar la pauta publicitaria oficial como un sistema de premios y castigos, favoreciendo generosamente a medios que exhibieran afinidad con las políticas del Gobierno, sin importar el tamaño de su audiencia, y reduciendo la publicidad en aquellos medios más críticos. Incluso se llegó a presionar a empresas privadas para que no pautaran publicidad en medios o programas de radio y televisión que pudieran parecer hostiles al Gobierno.
La mayor ofensiva contra los medios independientes del Gobierno se produjo tras el conflicto entre éste y el campo, que determinó una fuerte caída en la imagen positiva del matrimonio presidencial.
Tanto Clarín como LA NACION pasaron a ser uno de los blancos predilectos de los ataques públicos de Néstor y Cristina Kirchner, convencidos de que la influencia de esos y otros medios sobre la ciudadanía fue la gran causa de los problemas del oficialismo en las elecciones legislativas del 28 de junio de 2009, y no los errores de gestión gubernamentales.
Fruto de ese ensañamiento, el Gobierno avanzó en la llamada ley de medios K, cuyo objetivo fue golpear a grandes conglomerados mediáticos, como el Grupo Clarín, y buscar tener una posición dominante en radio y televisión.
La reciente decisión oficial de sacarle a Cablevisión la licencia para brindar servicios de Internet a través de Fibertel es también una jugada dirigida a golpear económicamente al mismo grupo, sin siquiera pensar en el más de un millón de usuarios que optó libremente por su prestador de banda ancha.
Finalmente, la decisión del Gobierno de buscar quitarles a Clarín y LA NACION la propiedad de la empresa Papel Prensa, apunta a controlar el suministro de papel a los diarios, lo que junto con el manejo de las importaciones de papel, le otorgaría una fuerte capacidad de presión sobre los medios gráficos. Porque es sabido que sin papel, no hay diarios.
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