Los Fernández y el nuevo kirchnerismo de “derecha”
El dilema que abrieron las PASO en el oficialismo se resolvió rápido, con el nombramiento del peronismo territorial, conservador y católico; el debate que abrieron las amenazas del ministro de Seguridad
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El kirchnerismo tuvo alguna vez una capacidad de autocrítica que pasó rápido pero dejó temas. Fue hace poco y duró menos: se dio en las horas posteriores a la derrota electoral de septiembre. El desconcierto siempre es oportunidad para el sinceramiento sin bajada de línea hasta que el caos se disipa y desciende, otra vez, el guión hegemónico para ordenar las versiones, especialmente en campaña electoral. En esas horas posteriores de septiembre, quedó fijada una serie de dilemas que acorralan hoy a la visión kirchnerista del mundo. Planes versus empleo. Distribución versus crecimiento y desarrollo. Estado presente y controlador versus alianza empresarial. Inclusión en clave feminista versus salida de la pobreza. Ideología versus pragmatismo.
En su aspecto social, ese dilema que enfrenta una visión pretendidamente progresista y de izquierda con una visión pragmática y de “derecha” se resolvió rápido: murió con el nombramiento del peronismo territorial, conservador y católico en el gabinete nacional y con la salida de profesionales mujeres de puestos claves y reemplazadas por varones. La apelación al lenguaje inclusivo o las políticas públicas en favor de las mujeres y otras identidades de género no alcanzaron para atemperar el impacto de semejantes incorporaciones. Esos reemplazos se siguen dando: a Paula Español la acaba de reemplazar otro hombre, Roberto Feletti, en la Secretaría de Comercio Interior y una visión del problema de la inflación que pone el foco, otra vez, en el control de precios y en la ganancia de los monopolios. En 2013, Feletti hacía un elogio que explica en parte su mirada actual: “La estrategia de Guillermo Moreno para combatir la inflación fue brillante”, decía entonces.
En su aspecto económico, la pretensión progresista en versión estatista se continúa en ese nombramiento que cree que a la inflación se la baja con controles de precios y no con la reconstrucción de la confianza política, por ejemplo. Como durante la pandemia, como con las exportaciones, como con las importaciones, para el Gobierno, en materia económica, gestionar es vigilar y controlar.
El capitalismo no es de derecha
Pero cuando en septiembre dominaba todavía la sorpresa ante el voto de un pueblo peronista que había esquivado como nunca antes el voto peronista hubo momentos de revisión del dogma. “Al mundo lo mueven los sueños pero a esos sueños le hacen falta financistas”. La frase es de la dirigente social peronista Mayra Arena, que por esos días sintetizó los límites de la realidad con la que se topó el oficialismo en las urnas. Lo hizo en una nota de opinión muy interesante, aparecida en Infobae, que se tituló: “Derrota electoral del Gobierno: no conciben que un pobre no los banque ideológicamente”. Su análisis, con eje en el error de perspectiva sobre la pobreza por parte del kirchnerismo, causó revuelo en el mundo kirchnerista y el nombre de Arena se convirtió en tendencia en las redes sociales. La reacción que produjo su cuestionamiento demostró que había dado en algún clavo.
Arena cuestionó muchos puntos sensibles del dogma kirchnerista con la legitimidad que le da su origen popular. “Ser pobres es acostarte a dormir y soñar que comés”, fue su definición en 2018. Arena había salido a la luz pública con una charla TED que impactó fuerte: “¿Qué tienen los pobres en la cabeza?”. Ahora, después de la derrota electoral, sacudió la zona de confort kirchnerista con un nuevo análisis sobre las necesidades y expectativas de los pobres.
Hay puntos que siguen haciendo ruido en el debate kirchnerista en plena campaña, como el dilema distribución versus producción y el aporte del empresariado. En relación a la sobre ideologización estéril del peronismo corrido a la izquierda y la acusación de “derecha” a quien se anima a cuestionar el peso impositivo, sostuvo: “Si se te volvió de derecha hablar de cargas impositivas, fijate que a quienes más afecta es a quienes podrían ser tus socios sacando gente de la pobreza”. Y sobre el rol de los empresarios, escribió: “Para que los empresarios puedan habilitar más puestos de laburo hay que apelar a sus ambiciones, no a su sentido moral o patriótico. Hay quienes me van a correr con que los que generan laburo no son los empresarios: buena suerte con esos lemas. El nuestro es un país capitalista y mientras no me hagas la revolución te pido que me consigas buenos convenios”.
Ese es un punto clave de la matriz que sigue condicionando la resolución de problemas en un gobierno kirchnerista. La gente quiere más un capitalismo razonable antes que la revolución. No hay afuera por fuera del capitalismo en las democracias más desarrolladas y equitativas. Inclusive China es capitalista. La Bolivia de Evo Morales también ha sido más efectiva que la Argentina kichnerista en eso de construir un capitalismo eficiente, de crecimiento y baja inflación. El problema del oficialismo kirchnerista es la simplificación: creer que el capitalismo es de derecha.
Arena se metió también con el tema educativo. Reconoció el enojo en los barrios populares por la falta de clases y la preocupación por los hijos que abandonaron y no quieren volver. Mostró comprensión por las clases medias y bajas que “emigran a la privada” ante el mal estado de la escuela pública.
Ese proceso es de larga data. Cuando aumentó la matrícula privada en el conurbano durante la gestión kirchnerista, tuvo que ver con una decisión de las clases bajas de pasarse a la escuela privada porque la escuela pública había dejado de garantizarles una escuela abierta. No estaba el Estado presente. Los pobres no querían la revolución. Querían certeza sobre la educación de sus hijos. El nivel de matrícula privada, que en Argentina llega al 34%, deja en claro que parte de pobreza y las clases medias más vulnerables buscaron la salida individual. Esa que busca la derecha, según la visión del kirchnerismo más extremo. El Evo capitalista que los Fernández no quieren, o no pueden, ser.
El tema de las escuelas privadas, su peso en la sociedad y la alianza con el Estado tuvo otro capítulo ayer. La matriz conceptual kirchnerista tocó ahora los subsidios estatales a las escuelas privadas.
El ministro Fernández, amenazas y ORT
Si no es el dilema entre el corrimiento a la derecha, con el giro conservador y católico del Gabinete nacional en lo social, versus la insistencia en el estatismo autopercibido como progresista en lo económico, el otro camino en el que persiste el kirchnerismo es sumar episodios a una saga de errores que, de tan consistentes, se convierten en un modo de ser en la política. El conflicto al extremo se filtra intempestivo como tono político. Eso sucede inclusive cuando es evitable y a pesar de la campaña buena onda del “Sí” que encara ahora el Gobierno para intentar seducir a un electorado al que castigó antes con sus protocolos y prohibiciones. El último episodio en ese sentido lo acaba de protagonizar el ministro de Seguridad nacional, Aníbal Fernández, en el mundo paralelo de Twitter. El tuit se convirtió en un error político: un ministro de Gobierno dedicado a cuidar a la sociedad exponiendo a un ciudadano particular y divulgando información privada en Twitter como respuesta oficial a una crítica al gobierno.
Muchas escuelas y colegios de la CABA reciben subsidios del estado y está bien. Por ejemplo la escuela/colegio ORT.
— Aníbal Fernández (@FernandezAnibal) October 10, 2021
¿La conoces? Si que la conoces… O querés que te haga un dibujito?
Excelente escuela lo garantizo.
Repito… ¿Lo conoces?https://t.co/tNHkDcSeP1
Retuiteando un tuit del dibujante Nik que cuestionaba los viajes de egresados subsidiados por la provincia de Buenos Aires, el ministro Fernández chicaneó con una referencia a la escuela ORT, a los subsidios que recibiría por parte del gobierno porteño y una referencia implícita a que ésa sería la escuela de los hijos del dibujante. Resultó una chicana tan innecesaria como preocupante. La asimetría de poder entre un funcionario de ese rango y de una cartera tan sensible y un particular, aunque sea una figura pública, convierte a ese tuit en un acto de avasallamiento inadmisible.
Lo curioso es un debate paralelo que se disparó en torno a los subsidios de las escuelas privadas a partir de la confrontación con el subsidio a los viajes de egresados. Desde quienes rechazaron el tuit de Fernández, esa preocupación ocultaba la gravedad del tuit del ministro. Parte del kirchnerismo defiende la medida de Kicillof pero se hacía preguntas sobre el subsidio a escuelas privadas como ORT, que según el ministro, es un colegio que recibe aporte estatal. El dato confirmado sobre ORT por sus autoridades es el siguiente: en el nivel primario, ORT nunca recibió aporte estatal. En secundaria, lo recibió hasta 2018 inclusive. De acuerdo con ORT, en la medida en que recibir subsidios obliga a un colegio a sostener topes de cuotas, esos topes condicionaban la posibilidad de otorgar más becas a sus alumnos. Bajo el régimen de subsidio, ORT lograba becar a un 37% de los estudiantes de secundaria. Ya fuera del régimen de aporte del estado, con suba de becas a las familias de mayores recursos, el 43% de los alumnos recibe algún tipo de beca. Según sostienen desde ORT, se trata de una medida progresiva que permite que las familias de mayor poder adquisitivo apoyen a los alumnos de menores recursos. ORT es un colegio privado con una población escolar de niveles de ingreso variado.
Es en el nivel terciario, donde se dictan carreras no universitarias, donde ORT recibe subsidios que representan el 10% del presupuesto para ese nivel, con una matrícula de 2200 alumnos. El aporte del Estado representa el 80% de la planta funcional autorizada, es decir, el salario de los docentes que dictan los cursos a los que se les autoriza el subsidio, que no son todos. Ese ahorro se traslada, según explicaron desde ORT, a becas para alumnos de familias de sectores de clase media baja.
En este punto, el estilo comunicacional del ministro Fernández no fue un error sino un acierto. Abrió la puerta para un debate ligero pero intenso, como todo en Twitter, acerca del financiamiento de la educación privada que terminó reforzando algunos de los sesgos que definen la matriz conceptual del kirchnerismo en materia económica: la desconfianza hacia lo privado y la incomprensión de su rol clave en la maquinaria social si lo que se busca es el crecimiento y el desarrollo. Está claro que el distribucionismo ya no alcanza, especialmente cuando queda poco para distribuir.
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