Los extraños que irrumpieron en el Consejo de la Magistratura manipularon sobres reservados y las cámaras no andaban
El juez Daniel Rafecas investiga si robaron documentos; después del episodio, una empleada de la oficina recibió mensajes intimidatorios
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La irrupción de desconocidos en las oficinas del Consejo de la Magistratura donde se guardan las declaraciones juradas de los jueces federales de todo el país fue más grave de lo que se pensaba en un primer momento: se “manipuló” información de los sobres cerrados que tienen la parte secreta de las declaraciones de bienes de jueces y consejeros, las cámaras de seguridad no funcionaron y una empleada a cargo del área recibió mensajes que consideró intimidatorios luego del suceso.
LA NACION recogió está información tras conversar con cinco consejeros, con protagonistas del suceso y con fuentes judiciales. La investigación penal está en manos del juez federal Daniel Rafecas y del fiscal Ramiro González, que ordenaron hacer un arqueo para determinar si hay alguna declaración faltante.
Por ahora, en el sumario judicial hay solo un sucinto informe policial que señala que “no hay videos registrados” del acontecimiento porque las cámaras estuvieron rotas desde el 16 al 22 de junio, cuando todo ocurrió. No había cerraduras destruidas, pero sí algunas marcas como si se hubieran manipulado. Una de las puertas estaba abierta y otra estaba cerrada, pero cuando los empleados intentaron abrirla la cerradura estaba trabada, dijo a LA NACION un testigo de ese acontecimiento.
Mientras la Justicia espera un informe completo para las próximas horas, en el Consejo de la Magistratura domina el mayor secretismo y, por consiguiente, se multiplican las versiones.
Según reconstruyó LA NACION sobre la base de afirmaciones de consejeros y testigos, el hecho se produjo el fin de semana largo del Día de la Bandera en el octavo piso del edificio de Sarmiento 877, donde funciona la administración de todo el Poder Judicial nacional y federal y donde tiene su oficina el administrador del cuerpo. A este edificio no concurren los consejeros, que se reúnen en la sede de la calle Libertad, donde tienen lugar los plenarios y las reuniones de comisión.
Cuando la persona a cargo de la oficina regresó del feriado, encontró una puerta abierta y advirtió que las otras cerraduras no se podían abrir. En el interior de la oficina había “mucha información manipulada”, dijeron testigos. Las declaraciones juradas tienen una parte pública y otra secreta, que se guarda en sobres cerrados.
Estos sobres aparecían también “manipulados”. En esa parte reservada están los datos de los cónyuges de los y las jueces y juezas, de los consejeros y las consejeras; sus cuentas bancarias, sus gastos de tarjetas de crédito e información de los hijos menores de edad; direcciones, detalles de inversiones y tenencias accionarias.
Una de las personas que ingresó a la oficina recibió días mas tarde unos cinco mensajes que interpretó como intimidatorios, dijo uno de los testigos del caso, que no dio más detalles.
Consejeros dijeron a LA NACION que se habían roto los sobres pero eso no pudo ser corroborado por los testigos. Rafecas no tiene acreditados estos extremos en su expediente y espera un informe ampliado para tener mayores precisiones sobre lo acontecido.
Los consejeros, por otro lado, aguardan un informe del presidente del Consejo de la Magistratura y presidente de la Corte, Horacio Rosatti, o del administrador del cuerpo para tener información clara sobre lo que sucedió.
Entre los consejeros circula la hipótesis de que la irrupción en la oficina podría no vincularse a una cuestión política sino a una puja interna de empleados del Consejo viejos y nuevos.
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