Los encuentros cara a cara de Macri con los vecinos: qué pide el Presidente y cómo se arman
Al verlo llegar, la sonrisa se apodera de su rostro. El presidente Mauricio Macri lo visitó por primera vez hace tres años, cuando estaba en plena campaña electoral. Ahora, el mandatario quiso ir a verlo nuevamente. "En serio, ¡qué alegría!", exclama Cristian, dueño de una herrería de Lanús, mientras lo abraza. "Quiero que me cuentes... porque me dicen que estás un poco desilusionado", le responde Macri. "Estamos mal de trabajo, Mauricio", contesta el herrero. Los reclamos empeoraron en las últimas semanas en paralelo a la complicación de la situación económica.
Cada semana, el pedido del Presidente es el mismo: quiere hablar con "los desilusionados". Vecinos que estén disconformes con la situación del país, que los hayan votado, pero que ahora tengan que redoblar esfuerzos para llegar a fin de mes. Esos encuentros suceden -como mínimo- dos o tres veces por semana. Se trata de una actividad pedida específicamente por el Presidente y donde lo primordial es que sean los vecinos quienes le cuentan, cara a cara, los problemas con los que conviven. Por eso, un equipo del Gobierno se encarga de que todos los pedidos del mandatario se cumplan a rajatabla, y de que ningún encuentro quede librado al azar.
Fuentes de Cambiemos y de la Secretaría General de Presidencia explicaron a LA NACION que otro de los pedidos principales de "Mauricio" es juntarse a hablar con vecinos en base a la coyuntura política y económica del país: paridad de género, inseguridad, casos de jubilados que hayan obtenido la reparación histórica. Las historias varían cada semana.
Quien se encarga de seleccionar los casos es un equipo reducido. Los vecinos pueden llegar a ellos (sin saberlo) por varias vías: una puede ser al escribirle un mensaje de Facebook al Presidente; otra, al enviar una carta a la Casa Rosada, o también al entregarle un mensaje en mano a Macri en un evento público. Puede suceder, además, que algún ministerio le pase al equipo una historia que sientan que vale la pena contar. Por lo general, los vecinos escriben contando su propia historia, una necesidad o un emprendimiento que iniciaron.
Pero no alcanza con escribirle a Macri: hay que atravesar un proceso de selección invisible. De los casos que llegan a conocimiento del equipo se seleccionan varios y se chequea cómo es realmente esa historia que se quiere contar. Se buscan casos "interesantes". El criterio para lo que es atractivo o no varía. Muchas veces es el propio Macri quien decide a quién visitar. El equipo llama a algunas personas y si comprueba que la historia es real y el caso cierra, se hace. Los primeros en la lista son, siempre, los desilusionados.
Para el Gobierno se trata de un win-win. Por un lado, Macri conoce de primera fuente qué problemas aquejan a los vecinos. Por otro, los videos de los encuentros se viralizan en las redes y contribuyen a la campaña política de Cambiemos. Sin embargo, algunos mano a mano no se comunican "para no atosigar a la audiencia".
Los mano a mano no planificados: el sondeo a los vecinos y la preparación
Además de los encuentros que se generan por haber escrito algún mensaje espontáneo dirigido al Presidente, existe otro tipo de mano a mano que requieren de un mayor esfuerzo por parte del equipo que los gestiona. Cuando Macri está en el interior del país, siempre se intenta hacer alguna visita. Es ahí que el equipo tiene otro rol: encontrar al vecino indicado para visitar. Eso se busca en el momento. El equipo acude a algún barrio de la ciudad en la que se encuentren y ejercita una especie de sondeo sobre los vecinos. Charlan con ellos, les preguntan cómo la están pasando, qué cosas les preocupan. Intentan no levantar sospecha alguna sobre el verdadero trasfondo de las consultas. Es necesario que nadie perciba que Macri podría visitarlos. En base a las respuestas que oyen eligen al candidato. Una de las cosas que observan es que no se trate de personas que tengan una ideología política manifiestamente contraria a la del Gobierno.
El efecto sorpresa
Uno de los pedidos clave del Presidente es que todos los mano a mano que realiza sean sorpresa. Para las cámaras, una reacción genuina vale más que mil palabras, creen en Casa Rosada.
La idea es que los encuentros se produzcan un día de semana, de imprevisto, y que nadie sepa que el Presidente va a ir. Sin embargo, es necesario pactar con el vecino elegido algún tipo de cita para asegurarse que cuando llegue el Presidente esté la persona esperándolo. Siempre -con alguna excusa- se pacta una visita. Lo primordial es que la gente no sepa que Macri va a ir.
La seguridad del Presidente también tiene un rol trascendental. Al igual que cuando da conferencias en hoteles o en eventos, en estos casos el equipo de seguridad también hace una avanzada para ver cómo es el lugar, por dónde puede entrar Macri y por dónde salir. Por más espontáneo que parezca el encuentro, hay protocolos que no se rompen.
Hace poco, el titular del Ejecutivo visitó a una mujer que, ya charlando con el Presidente en la cocina de su casa, le consultó al mandatario si podía ir a visitar a su vecino que se encontraba postrado en una cama en la casa lindante. El Presidente accedió al pedido y fue a la casa sin que sea antes chequeada por el equipo de seguridad. Las fuentes consultadas por LA NACION consideran que, en términos generales, esto no implica un riesgo para el Presidente, por más de que se pueda alterar mínimamente la estructura de su seguridad. Dicen que Macri siempre se manejó así, que es su impronta.
Cuanto menos gente del Gobierno, mejor
Junto a Macri puede llegar a ir, a lo sumo, algún Ministro, o un intendente o gobernador del lugar en donde se encuentre. La prioridad es que acudan a los encuentros la menor cantidad de gente posible. El único intruso es un community manager del equipo que filma la charla con un celular. Prefieren no llevar cámaras profesionales, creen que eso le quitaría naturalidad al encuentro, y tienen en cuenta que es poco probable que un noticiero vaya a reproducir esa visita. Por lo tanto, con un smartphone alcanza.
En los mano a mano siempre hay un tiempo pautado por agenda. Depende de si las personas con las que se reúne son conversadoras o si se pusieron nerviosas ante la inesperada visita. Suelen durar 30 minutos. Pero nada se fuerza. A veces sucede que Macri se compenetra con la conversación y con la historia que le están contando. En esos casos el tiempo de visita pautado suele extenderse. Las fuentes consultadas cuentan que en estos eventos nunca tuvieron una mala experiencia, pero sí, naturalmente, gente que hace reclamos, que le dice al Presidente que no está contenta.
La diferencia con los timbreos
A diferencia de estos mano a mano, los tradicionales timbreos que realiza Cambiemos en todo el país no tienen un detrás de escena demasiado rebuscado. Se elige un punto de encuentro y de ahí se sale a "timbrear". Desde que empezaron, en 2005, nunca se cortaron. Los nacionales se hacen una vez por mes y de manera simultánea en todo el país. Este año hubo cinco timbreos: en marzo, abril, mayo, julio y agosto. Se calcula que la cantidad de hogares visitados por timbreo es de 10 por cada uno de los voluntarios o referentes que salen a recorrer barrios. Se estima que se visitan 40 mil hogares por vez.
Para el Gobierno, ir a hablar con los vecinos no es fácil. Implica escuchar reclamos, poder dar respuestas. Fuentes de Cambiemos dicen que, "cuando dejas de salir, inmediatamente se nota". Lo asimilan con practicar un deporte: si el ejercicio es habitual, después no se sufren los efectos del sedentarismo. Si se sale un mes antes de la campaña, la falta de ejercicio es evidente. "Estás duro, no sabes qué decir", cuentan.
La convocatoria para que todos los voluntarios y referentes participen del timbreo se hace una semana antes a través de redes sociales, mail o vía WhatsApp. Los distintos referentes, ministros, Diputados, Senadores, Concejales y voluntarios, van compartiendo el minuto a minuto en sus redes sociales con el hashtag #CambiandoJuntos. Esto genera que, en cada sábado de timbreo, el hashtag se convierta en Trending Topic nacional. Solo pueden suspenderse por lluvia o ante casos determinados: hace poco, un partido de Argentina en el Mundial un sábado por la tarde fue excusa suficiente para suspenderlos.
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