Los “embajadores” de Larreta: así funciona la red de voceros porteños en las principales ciudades del mundo
¿Se puede ser, al mismo tiempo, chef y embajador? ¿Pianista y embajadora? ¿Arquitecta y embajadora? ¿Abogado, administrador de empresas, emprendedor, productor de cine... y embajador? La respuesta es sí. Al menos para la gestión de Horacio Rodríguez Larreta.
El jefe de gobierno quiere insertar la Ciudad en el mundo y durante los últimos dos años reclutó a 15 porteños que viven en las principales urbes para que oficien como representantes porteños, aunque con ciertos cuidados para evitar roces con Cancillería y que se hable de “diplomacia paralela”. El presupuesto es de unos 10.000 pesos por ciudad.
Son hombres y mujeres profesionales establecidos en sus destinos, solos o con sus familias, a los que no se les paga por este rol. La mayor parte vive en el exterior hace más de diez años y tiene puestos altos en empresas o universidades o formó compañías propias. El programa se llama Voceros de Buenos Aires por el Mundo.
En la actualidad hay embajadores porteños en Londres, Madrid, Montevideo, San Pablo, Tel Aviv, Chicago, Santiago de Chile, Roma, Los Ángeles, Amsterdam, Ciudad de México, Berlín y Singapur.
En los próximos meses se sumarán Shenzhen, Washington, Nueva York y Bogotá. Y más adelante, Lima, Barcelona, Copenhague, Hamburgo, París, Bruselas, Ciudad del Cabo, Beijing, Tokio, Shanghai, Seúl, Dubai y Melbourne.
Hasta ahora son 15 en 13 ciudades, con profesiones y edades diversas (la mayor parte transita los 30 ó 40 años): Cecilia Pillado es pianista y actriz de series televisivas y películas (vive en Berlín desde hace más de 20 años). Caro Isern es arquitecta, urbanista, consultora, investigadora y diseñadora social (vive en Amsterdam desde 2004). Marcos Vergara del Carril se dedica a la producción de films (se mudó a Los Ángeles en 2010).
Los voceros fueron pre-seleccionados por recomendación de funcionarios o sus conocidos; a raíz de visitas de Larreta y otros funcionarios a las capitales y ciudades importantes, y por medio de las embajadas o universidades.
“El desafío fue ordenar, dar sistematicidad y evaluar el impacto de intercambios que ya venían ocurriendo”, sostuvo el secretario General y Relaciones Internacionales, Fernando Straface, que ideó y encabeza la iniciativa.
“Hay muchos porteños protagonizando experiencias en distintas partes del mundo y la Ciudad los considera parte de su capital social extendido. Muchos trabajan en temas que para nosotros son muy importantes y viven en las ciudades con las que queremos tener vínculos fuertes”, sostuvo el fundador y ex director de la ONG Cippec, que asumió en 2015 y responde directamente al jefe de Gobierno porteño.
Está previsto que las gestiones de los voceros duren dos años, siempre y cuando continúen residiendo en el exterior. Aunque la Coordinación del Programa puede suspender su participación si lo considera necesario, y viceversa. “Firmamos una especie de acuerdo de buena voluntad, pero no estamos obligados por contrato”, explicó una de las voceras a LA NACION.
¿Voceros o embajadores?
La Real Academia Española define “embajador” como “persona con el mayor rango en el servicio diplomático, que representa ante otros Estados al Estado que lo nombra”. Pero también como “emisario” o “persona que por ser característica de un lugar o país, se considera representativa de ellos”.
En el área de Relaciones Internacionales del gobierno de la Ciudad, inicialmente idearon este programa pensando en “embajadores” porteños, pero antes de lanzarlo cambiaron la denominación a “voceros”. “Ya existen las Embajadas y no es la idea duplicar, sino colaborar”, dijo Straface en su despacho de la sede del gobierno en Parque Patricios.
“Fuimos muy cuidadosos para que se entendiera que esto no era una paradiplomacia estatal”, agregó Francisco Mugaburu, director general de Relaciones Internacionales y responsable del programa a diario. “Las Embajadas entendieron el rol porque lo comunicamos bien. En Madrid, por ejemplo, los dos voceros visitaron la Alcaldía con funcionarios de la Embajada. Y la vocera en San Pablo tuvo una reunión con Horacio [Rodríguez Larreta] en el consulado argentino. No tuvimos ningún ruido en este sentido, todo lo contrario”.
Cariño
La previsión de gastos del programa para 2018 es de 130.000 pesos, destinados a la confección de un Manual de Buenas Prácticas y kits con tarjetas del programa. Los voceros no están contratados (sólo firmaron un acuerdo de buena voluntad) y realizan sus actividades ad honorem.
“Son gente establecida en las ciudades, que vive de otra cosa. No tienen como motivación un estipendio. Además, no hubiera sido sabio empezar buscando un representante pago en la ciudad”, dijo Straface, que mencionó también el rol de las Embajadas y el “criterio de austeridad” de Cambiemos.
“Para los voceros esto es devolverle algo a la ciudad y lo hacen con mucho cariño. Además, les abrimos puertas con consulados, embajadas y alcaldías”, agregó Mugaburu.
Si no es por la paga, ¿por qué lo hacen? En diálogo con LA NACION, por vía telefónica o por mail, los voceros usaron las palabras “cariño” y “apego” para justificar su participación. Aunque algunos admitieron que piensan en la posibilidad de que este rol les “abra puertas”, en el exterior y/o en Buenos Aires.
“Me interesa poder ayudar, aportar mi grano de arena. Aunque vivamos afuera seguimos muy apegados, con el deseo de volver, eventualmente”, dijo Juan Manuel Otero, que vive en Singapur desde 2010 y trabaja en una administradora de fondos de renta fija como analista de inversiones. Lo llamaron para ser vocero por medio de una amiga suya que antes vivía en Singapur y lo recomendó.
Evelina Rosenstein, oriunda de Recoleta, vive en Londres hace diez años y trabaja en el área de ventas y nuevos negocios de una importante empresa de servicios del mercado de valores. Fue contactada por Linkedin y aceptó sin dudarlo. “La idea es contribuir en mi tiempo libre para construir relaciones, conocer gente nueva”, asegura. “De algún modo, uno necesita estar vinculado con la Argentina. Esto me toca en un punto de satisfacción interna, que no tiene que ver con la plata”.
Los “voceros” son voceros en su tiempo libre, pero algunos también logran combinar ese rol con sus propios trabajos. Por ejemplo: el chef Javier Brichetto, que nació en Balvanera, estudió con el Gato Dumas, y se mudó a Madrid hace diez años, participó de un evento gastronómico organizado por el Ayuntamiento de Madrid en calidad de vocero, pero también como empresario, con su food truck.
“Cuando voy a estos eventos con mi food truck hago la misma cocina, pero quizá focalizando en la cocina porteña. Es cambiar mis actividades para que tengan una impronta más porteña. Ahora estoy buscando crear un restaurante de cocina porteña criolla. Se trata de readaptar mi propuesta, sobre todo con nombres y algún otro cambio”, dijo Brichetto. Su vínculo con el gobierno porteño empezó en mayo del año pasado, cuando acompañó a Larreta en su recorrido por ferias y mercados de la ciudad de Madrid. Después lo llamaron para ofrecerle ser vocero.
Del ojo de bife al Corte Porteño
Aunque la selección corre por cuenta de la Secretaría General y Relaciones Internacionales -que depende directamente del jefe de gobierno, Horacio Rodríguez Larreta- los candidatos deben ser porteños y tener cierto arraigo en la ciudad donde viven.
Es clave que tengan capacidad de “networking” (trabajo en red), es decir, para relacionarse en distintos ámbitos e influir en decisiones. Tienen que estar bien contactados.
Pero el gobierno porteño no sólo apunta al lobby. El objetivo del programa, también, es llevar cultura porteña a esas ciudades. Brichetto, por ejemplo, logró que en las cartas de cuatro restaurantes madrileños de alta categoría llamen “Corte Porteño” al ojo de bife. “Son micro aportes de tipo cultural”, dijo el cocinero a LA NACION vía telefónica.
Por otro lado, quieren importar ideas. Desde que visitó Londres el año pasado, Larreta quiere desarrollar una especie de Borough Market en el Barrio 31. Entonces Evelina, la vocera londinense, “analiza las posibilidades de colaboración” entre el gobierno de la ciudad y el antiguo mercado, operativo desde 1756 en el corazón de la ciudad, sobre la Borough High Street en el barrio de Southwark.
Moira Zellner, que vive en Chicago hace 20 años y se dedica a investigar y enseñar sobre planificación ambiental y sustentabilidad en la Universidad de Illinois, fue contactada por Straface a partir de una visita oficial a la “ciudad de los vientos”. “Empecé hace poco, en octubre, pero ya puse a gente de acá en contacto en relación a arbolado urbano y al programa Master Argentina, y estamos armando un convenio de intercambio entre la universidad y la Ciudad”, dijo a LA NACION
Ciudades alto perfil
El plan es inédito en el país y está inspirado en proyectos similares ideados en Hamburgo (Hamburg Ambassadors) y Copenhague (Goodwill Ambassadors), que poseen redes de voceros 30 y 20 años, respectivamente.
Si la medida del gobierno porteño fuera analizada bajo la óptica del politólogo Benjamin Barber, podría decirse que es parte de la tendencia mundial hacia el nacimiento de una nueva era donde las ciudades tendrán cada vez más poder, sobre todo en relación a las naciones.
El título de su famoso libro sobre el tema lo dice todo: Si los alcaldes dominaran el mundo: naciones disfuncionales, ciudades en ascenso (2013). Publicado en 2013, se transformó en la biblia de muchos intendentes del mundo (y varios de la Argentina) que apuntan a levantar o mantener alto su perfil.
Barber dedica un capítulo entero los vínculos “diplomáticos” entre ciudades y, en resumen, asegura que son significativamente más cooperativos que entre países.
Desde el área de Relaciones Internacionales de Larreta aseguran, de todas formas, que “hay que confiar mucho en las embajadas, que tienen gente muy competente y responsabilidades más formales”.
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