Los dos problemas que afronta Cristina Kirchner para tomar el liderazgo de la oposición a Javier Milei
Abandonó el “silencio táctico” y ahora se beneficia con la centralidad que le otorga la pelea directa con el Presidente; no obstante, hay motivos económicos y políticos que le dificultan el paso
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Cristina Kirchner confirmó en la última semana que está dispuesta a salir a escena para enfrentar al presidente Javier Milei. Con la publicación de documentos o discursos en una “clase magistral”, recogió el guante de lo que vienen reclamando los militantes peronistas desde hace meses: que sus dirigentes los rescaten de la orfandad de referentes y salgan públicamente a confrontar las ideas libertarias. Por eso, ya parece haber terminado el tiempo del “silencio táctico” en el principal espacio de oposición.
Pero Cristina Kirchner afronta dos problemas muy concretos en su intento por retomar el liderazgo que supo tener. El primero de ellos es que eligió como caballito de batalla el debate sobre la “economía bimonetaria” y la escasez de dólares como explicación central de las crisis recurrentes que padece la Argentina. El segundo es que en el propio peronismo no parecen dispuestos a volver a comprarle el sistema de “cabeza doble” como el que pergeñó al designar como candidato a Alberto Fernández en 2019.
En el terreno económico, a la expresidenta se le presenta un escollo evidente: la administración libertaria está bajando la inflación de modo tal que es la principal virtud que le reconocen los argentinos -según todas las encuestas- mientras aplica un programa fiscalista y monetarista, justamente lo que cuestiona la jefa del kirchnerismo. De ahí que la invocación a la escuela austríaca o a Milton Friedman en tono de chicana no resulte suficiente para recuperar a la base peronista que el año pasado votó a Milei.
La insistencia de Cristina Kirchner de enfrentar a Milei en su propio metier -la economía- también lleva a considerar que ella se encuentra en desventaja. No faltan, incluso, los que opinan que la expresidenta incurre en una suerte de “realismo mágico” en su diagnóstico económico. Sin embargo, hay puntos de acuerdo entre la dama y el “león”: uno de ellos lo blanqueó al elogiar la retirada del chileno Rodrigo Valdés como cara visible de FMI para la Argentina, por pedido del Gobierno de La Libertad Avanza.
En la misma sintonía se encuentra Sergio Massa, que tuvo que negociar con Valdés en plena campaña electoral en 2023, en su doble rol de ministro y candidato presidencial. El tigrense, que mantiene el diálogo con Cristina Kirchner, suele decir entre sus íntimos que el funcionario del FMI lo “obligó a devaluar” y lo define lisa y llanamente como “anti-argentino”. Cuando expresó sus reservas con los propios que no se pusieron firmes con Valdés, la expresidenta se estaba refiriendo a Martín Guzmán.
Esa negociación fallida, según la mirada de Cristina Kirchner, fue la que marcó la ruptura con Alberto Fernández, más que el intento del expresidente de armar un albertismo que nunca se consolidó. Por eso no dejó de llamar la atención que la “doctora” le haya recomendado a Milei que “aproveche ese ímpetu que tiene para ver si puede lograr un esquema de vencimientos” de la deuda con el FMI que sea “pagable”. El Gobierno, se sabe, está en plena búsqueda de negociar un nuevo programa con el Fondo.
En su diagnóstico sobre la situación económica, a la que calificó como una “tragedia social”, Cristina Kirchner también desparrama críticas al papel de la CGT, cuyos referentes -que la semana próxima se verán las caras con el Papa Francisco en el Vaticano- no tomaron de buen grado sus últimas apariciones. Afirman incluso que ellos ya tienen iniciativas, como la sugerida por la expresidenta, para equiparar los montos de la AUH con las asignaciones familiares. El proyecto fue ideado por la diputada Victoria Tolosa Paz.
Ruidos internos
Si en el debate económico Cristina Kirchner enfrenta un problema ostensible, sobre todo para tener credibilidad y generar confianza en un ámbito que no le es propio, en el plano político la expresidenta no las tiene todas consigo para alinear a un peronismo que viene golpeado por la derrota electoral. Los cuestionamientos vienen de sus propias filas: “No se entiende bien lo que le estamos haciendo a Axel (Kicillof). Cristina tiene que definir. Si no lo rompemos, tampoco lo tenemos que rayar”, advierten.
Se trata de una disputa con base en el PJ bonaerense, que en los papeles lidera Máximo Kirchner, pero que en los hechos acumula apoyos detrás del proyecto Kicillof 2027. El gobernador estuvo el viernes en el acto de Cristina Kirchner en Merlo y permaneció en un papel secundario, pero este sábado apareció en un plenario en Mar Chiquita, rodeado de dirigentes que lo empujan a competir por la Presidencia. El equilibrio del que se ufana el gobernador ya no aplica y algunos en La Plata creen que es el momento de dar el salto.
A tal punto, que objetan el modelo del doble comando que instauró Cristina Kirchner al designar a Alberto Fernández. “No nos salió bien experimento Putin-Mevdéved en la Argentina. Eso puede funcionar en Rusia, pero acá somos peronistas”, graficó un dirigente del entorno de Kicillof, que admitió que hace un tiempo que en la Provincia vienen debatiendo sobre ese asunto espinoso para el peronismo. Y no son pocos los que piensan que se debe aprender del modelo de liderazgo fracasado del Frente de Todos.
“La interna nos está consumiendo”, sostuvo otro referente del PJ, que no ve con buenos ojos el enfrentamiento entre intendentes propios como los camporistas Mayra Mendoza y Julián Álvarez, con el neokiciloffista Jorge Ferraresi. En ese contexto, en el seno del peronismo empiezan a registrarse señales ineludibles para Cristina Kirchner: son las que le piden que lo deje caminar a Kicillof si no es ella misma la que intentará regresar a la Casa Rosada en 2027. Una forma de advertirle que no apoyarían un nuevo dedazo.
No obstante, algunos ya exploran una diagonal entre el liderazgo que busca acaparar Cristina Kirchner y el proyecto a largo plazo que perfila Kicillof. Consiste en una postulación de la expresidenta a diputada nacional por la provincia de Buenos Aires en 2025, con más injerencia del gobernador en el armado de las listas. Pero habrá que ver si la expresidenta y su hijo Máximo lo consienten. Por el momento ella afronta dos problemas concretos, uno económico y otro político-interno, en su intención de polarizar con Milei.
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