Los discretos diálogos de Vidal con el PJ para evitar sorpresas ingratas
Se reunió con Sergio Massa y Miguel Pichetto para intentar reconstruir en privado los puentes que Mauricio Macri o algunos de sus ministros dinamitaron en público. Con trazos más sutiles, repitió la tarea frente al Papa, en Roma, justo en la previa de la votación de la legalización del aborto. Y encaró una seguidilla de conversaciones con intendentes y sindicalistas del PJ para frenar el traspaso de AySA, Edenor y Edesur. Ante esos caciques se dejó ver fastidiada. "Descolocada", dicen ellos. También preocupada: les pidió que le avisen si olfatean algún atisbo de estallido social en el conurbano.
Fueron semanas atípicas las que transitó María Eugenia Vidal desde que se inició la corrida cambiaria que derivó en el acuerdo con el FMI , y que alteró el gabinete, erosionó las encuestas propias y las expectativas ajenas y, de yapa, habilitó a los gobernadores del PJ a exigir que el ajuste mayor que reclama el FMI caiga donde más gasta la Casa Rosada: la provincia de Buenos Aires.
Que Vidal se reúna con dirigentes opositores no es inusual. Sí que lo haga para recoger los platos rotos por la Casa Rosada o para pedir auxilio a peronistas frente a una amenaza de otros peronistas, los gobernadores. También fue inusual que, entre trámite y trámite, le haya pedido a Macri la cabeza de un ministro, el ya renunciado Francisco Cabrera .
Cerca de Vidal reconocen que la gobernadora fue contra Cabrera. Que contó con el apoyo del jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta , quien nunca ponderó el trabajo del exministro de Producción ni cuando era funcionario porteño. Pero también aseguran que la decisión final fue de Macri. Que se enteraron cuando ya había sido tomada.
En La Plata también admiten que no es exagerado que los intendentes describan a Vidal como "descolocada" ante la arremetida de los gobernadores por AySA, Edesur y Edenor. Pero aseguran que los peores días ya pasaron. "Me rompí el traste para ordenar la administración provincial, recuperé el Fondo del Conurbano que el PJ nacional le había quitado a la provincia, ¿y ahora quieren trasladarme más gastos para que la provincia vuelva a ser inviable?", fue el planteo que, palabras más o menos, Vidal repitió a una decena de caciques del PJ y el massismo.
Martín Insaurralde (Lomas de Zamora), Juan Zabaleta (Hurlingham), Gustavo Menéndez (Merlo), Leonardo Nardini (Malvinas Argentinas) y Walter Festa (Moreno), Julio Zamora (Tigre) y Luis Andreotti (San Fernando) están entre los que recibieron en vivo o por teléfono ese pedido.
Algunos escucharon o quisieron escuchar algo más: que lo que realmente le preocupa a Vidal -y a Larreta- es que también un sector de la Casa Rosada desea trasladarles a la provincia y la ciudad los gastos que implica operar, mantener y extender los servicios de agua, cloacas y luz. Sin hablar del transporte.
Son gastos inviables para la provincia, incluso si se tratara solo de AySA, la alternativa más sólida por estos días. Pero además del costo económico, traerían consigo un alto costo político: hacerse cargo de anunciar los aumentos de los servicios ante el electorado.
Insaurralde y Zabaleta hicieron suyas las palabras de Vidal sobre AySA. "Es una irresponsabilidad absoluta generar esta transición sin un esquema de recursos claros para hacer frente a las inversiones que requiere el servicio", dijeron en público. ¿Insistirán en privado ante los legisladores peronistas que discutirán el presupuesto con Cambiemos en unos meses?
La gobernadora sumó otro aliado para transmitir ese mensaje al peronismo: José Luis Lingeri, jefe del Sindicato de Obras Sanitarias, que maneja el 10% de las acciones de AySA. El gremio no está interesado en que se altere el statu quo, pero también advierte que el traspaso les costaría a la provincia y a la ciudad unos $24.000 millones al año, y no $15.000 millones, como calculan los más optimistas. Es más de la mitad del presupuesto total de obras de Vidal.
En tándem con Rodríguez Larreta, Vidal también conversó con Massa y Pichetto. Diego Bossio fue parte de un tercer encuentro, menos difundido. Quienes participaron en esas charlas juran que el jefe de gobierno porteño y la gobernadora se ofrecieron como puentes para recomponer el diálogo con la Casa Rosada. Que no se habló de AySA, del presupuesto 2019 o de dónde impactará con más fuerza el ajuste que se viene. Así y todo, los peronistas entendieron que Vidal y Larreta no estaban ahí solo para defender a su jefe. Sintieron que actuaban también en defensa propia.
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