Los Ceibos y Los Hornos: dos grandes tomas que prosperan en tierras fiscales, sin perspectiva de desalojo
En el barrio Los Ceibos no hay casas vacías ni carpas testigo. Nadie deja un nylon y se va. Por el contrario, desde el 23 de agosto, detrás del Hospital Simplemente Evita, la toma de La Matanzase consolida cada día más.
Algunos colchones ya descansan sobre camas de madera y se pueden ver cocinas, muebles y televisores en algunas viviendas. Las familias que pudieron, compraron puertas y ventanas para avanzar en la terminación de sus casas, a medio construir, que fueron parte de un plan nacional parado desde hace más de diez años. Cerca de 600 menores juegan en el verde, arman partidos de fútbol y participan en actividades educativas organizadas por maestros voluntarios.
"Creo que esta vez nos van a dejar quedarnos. Esto estuvo abandonado por años y el Gobierno entiende que con la pandemia no podemos estar en la calle ni hacinados en lo de algún familiar", dijo a LA NACION Ester, una enfermera de 40 años que ocupó una casa junto a su pareja y sus tres hijos, de entre tres y 18 años.
Sin orden de desalojo y ante una Gendarmería "cada vez más accesible", la mujer ingresó al predio cerramientos de aluminio, que está a la espera de colocar. "Necesitamos que alguien nos escuche y nos confirme que nos podemos quedar, así seguimos arreglando las casas", implora. El miércoles pasado, Ester –quien prefirió preservar su apellido– fue convocada por las personas desalojadas de la toma de Guernica para marchar frente a la sede del gobierno bonaerense en La Plata, en reclamo de una solución habitacional. Allí, según dice, la Provincia le prometió que se sentarán a dialogar.
"Fui por mi cuenta. Acá nadie plantó bandera política", sostuvo la enfermera. Una vecina, que se acercó en busca de un prolongador para instalar Direct TV, coincidió con Ester: "Yo trabajo para un comedor de Polo Obrero, pero fuera de la toma. Acá no están metidas las organizaciones sociales".
Intentos fallidos
Muchas de las personas que se instalaron en el barrio Los Ceibos ya habían encabezado reiterados intentos por tomar el lugar, todos fallidos. Esta es la primera vez que la usurpación prospera y la cantidad de gente se mantiene estable desde los primeros días. Según el relevamiento de los vecinos, más de 400 familias viven en el lugar, tanto en las casas que estaban abandonadas, como en los espacios verdes de alrededor, en donde instalaron carpas y casillas de chapa.
Días atrás, en diálogo con LA NACION, el ministro de Desarrollo de la Comunidad bonaerense, Andrés Larroque, se refirió a la ocupación: "Se estima que son 245 familias las que están en las casas y otras 100, las que se acomodaron en las subdivisiones del espacio verde, pero sin instalarse definitivamente".
Mientras que los que llegaron primero se apropiaron de las casas y se acomodaron de una mejor manera, muchas de las familias que montaron refugios precarios terminaron por abandonar el lugar. Hubo recambio de ocupantes. Sergio Elías Monge, un changarín de 23 años, llegó al barrio dos semanas atrás, con su pareja y sus dos hijas –de uno y tres años–. Vivía a unas pocas cuadras del lugar, en la casa de su suegra, y su tío, que está en la toma, le avisó que se había liberado un terreno de nueve metros por 30.
"No vine antes para no tener lío, porque esto tenía dueño", sostuvo Monge, y agregó: "Yo quiero un pedazo de tierra para vivir, pero no voy a construir con otro material hasta no saber si puedo quedarme". De momento, el joven montó una casilla de chapa en la que instaló una cama, un televisor y dos jaulas con jilgueros.
El municipio de La Matanza, sin respuesta
Si bien Monge demanda un terreno propio, nunca realizó un reclamo ante el intendente Fernando Espinoza, como sí lo hicieron algunos de sus compañeros de la toma. "El municipio nunca nos ayudó. El día que fuimos a hablar, nos reprimieron", indicó Érica Rodríguez, de 28 años, que llegó a la toma desde La Talita, otro barrio de González Catán, con su marido y sus dos hijos. Uno de ellos, Derek, tiene siete años y sufre síndrome de Angelman, una discapacidad neurológica.
Según coinciden los vecinos, a fines de septiembre, luego de que pidieron asistencia a Espinoza, un grupo de personas ingresó al barrio con bombas de estruendos y piedras y permaneció en el lugar durante toda una noche. Los voceros del intendente –a quien le competía la ejecución del plan de viviendas– no accedieron a hablar acerca de la toma.
"Hay una fuerte presión del intendente para que se vayan. Eso dificulta el diálogo. El gobierno de la Provincia sí tiene voluntad de negociar; el municipal, no", aseguró María del Rosario Fernández, referente de la Asociación Gremial de Abogados y Abogadas, que tiene a su cargo la defensa de unas 100 familias. Además, Fernández ratificó que no hay ninguna orden de desalojo en curso, y que la causa está a cargo de la Justicia provincial.
Otra toma en tierras fiscales, sin plan de desalojo
Una situación similar se replica en las más de 160 hectáreas en donde, hasta 2014, solía funcionar el Club Planeadores La Plata. Son tierras fiscales, pertenecientes a la Agencia de Bienes del Estado (AABE), en las que también intervienen varios actores: la Nación, la Provincia y el municipio platense, que coordinan un proyecto de urbanización en el lugar. Al igual que en Los Ceibos, no hay orden de desalojo y se estima que 600 familias ocupan el predio, según lo indicado por el ministro Larroque.
La toma –ubicada en el barrio Los Hornos y delimitada por las calles 90, 155, 74 y 141– comenzó en febrero de este año. Y crece paulatinamente. "Hay 2000 hechos físicos, muchos desocupados. Un censo de mitad de año daba 181 familias habitando. Hoy, son alrededor de 600. Se suma gente, en un proceso lento", indicó el ministro bonaerense.
El gobierno de la ciudad de La Plata solicitó el desalojo del predio ante la Justicia local, pero el juzgado de Garantías N°6 remitió el expediente a la Justicia federal. Reiteradas veces, el intendente Julio Garro se ha manifestado en contra de la toma, apuntando contra los estados nacional y provincial. Semanas atrás, el funcionario escribió en su cuenta de Twitter: "Necesitamos una Justicia bien activa y gobiernos provinciales y nacionales en la misma sintonía, cuidando la propiedad privada y la vida de todos los vecinos".
En diálogo con LA NACION, Augusto Sciaretta, director de Tierras y Viviendas del municipio, se manifestó en línea con Garro y fue contundente: "Avalamos un proyecto urbanístico, pero no una toma de tierras". Además, el funcionario municipal lamentó la "falta de perspectiva" de que la Justicia decrete un desalojo.
Necesitamos una Justicia bien activa y gobiernos provinciales y nacionales en la misma sintonia, cuidando la propiedad privada y la vida de todos los vecinos.&— Julio Garro (@JulioGarro) October 12, 2020
A pesar de las discrepancias entre el municipio platense y la Provincia, Larroque sostuvo que avanzan en conversaciones conjuntas para llevar adelante el proyecto de urbanización y ratificó que no habrá desalojo: "El Concejo Deliberante de La Plata avaló el proyecto urbanístico y a la gente la vamos a reubicar dentro del mismo predio. Ya estamos salvando la pequeña discordancia política".
Sin propietarios privados de por medio, tanto en La Plata como en La Matanza –y a diferencia de Guernica–, las tomas parecieran tener más injerencia de los gobiernos que de las organizaciones sociales. "Lo que pasó en Presidente Perón es que la intendenta [Blanca Cantero] desconoció la necesidad de interlocución con la gente de la toma. Eso luego se acomodó, pero, en el medio, perdimos un mes de tiempo y ahí se metieron fuerte las organizaciones sociales", indicó Larroque.
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