Los cambios en el gabinete no terminan y amenazan a Cúneo Libarona en Justicia
La situación del ministro está bajo análisis, señalan en la Casa Rosada; su posición está jaqueada por su segundo, Sebastián Amerio, un hombre del influyente asesor Santiago Caputo que gana terreno
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Con la salida de Nicolás Posse de la Jefatura de Gabinete no terminan las mudanzas en el equipo de Gobierno del presidente Javier Milei. Si bien el propio presidente públicamente descartó que hubiera nuevas modificaciones, una alta fuente de la Casa Rosada dijo a la nacion que está bajo análisis la gestión del ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona.
El abogado penalista es un hombre que llegó al cargo a instancias del propio Milei, a quien conoce por el pasado común de ambos en el Grupo América, donde Cúneo Libarona solucionó problemas legales de los más influyentes ejecutivos de la compañía y donde Milei se desempeñó en el análisis de proyectos.
A pesar de ser un hombre del riñón milieista, su lugar se ve amenaza por su número 2, el secretario de Justicia, Sebastián Amerio, un hombre que colocó allí el influyente asesor presidencial Santiago Caputo, pues ambos se conocen desde su juventud. La renuncia de Posse dejó el camino libre para Caputo, que consolida sus posiciones de poder en el entorno presidencial.
El ministro pasó las últimas horas del jueves y viernes en la provincia de Santa Cruz donde piensa hacer funcionar el nuevo Código Procesal Penal Federal y recibió las nuevas versiones sobre su futuro con asombro, dijeron sus allegados a la nacion.
En el entorno de Cuneo Libarona pensaban que “las operaciones” ,como las denominaron, habían quedado atrás. Las adjudicaban a una embestida de sectores del PRO y del influyente Daniel Angelici y negaban que fueran internas del Gobierno las que impulsaban las versiones sobre su alejamiento del gabinete. Incluso mencionaron que hubo un intento de colocar al exjuez federal e intendente de Mar del Plata Guillermo Montenegro en su lugar, pero que fracasó.
“El ministro ya no sabe mas que hacer, son mafias que quieren que fracase el Gobierno, ¡¿Qué quieren, qué se vaya?!”, se quejaban los colaboradores del ministro que identificaban a los enemigos como aquellos que habían quedado fuera en el reparto de cargos de jueces y fiscales que aún debe nombrar la gestión Milei.
Esta situación se suma a una serie de traspiés que tuvo Cúneo Libarona en los cinco meses que lleva en el poder. De hecho, el primero fue cuando tuvo que resignar a su candidato como representante del Poder Ejecutivo en el Consejo de la Magistratura. La pulseada duró tres meses. Cúneo Libarona llevaba in pectore el nombre de su mano derecha, el abogado Diego Guerendiain, una persona amiga suya, de su estudio y a quien colocó como su jefe de Gabinete.
Pero en la puja de poder ganó Santiago Caputo y el representante del Poder Ejecutivo en el Consejo de la Magistratura es Amerio. Su rol también se extiende como interlocutor con funcionarios de la Corte Suprema de Justicia, donde trabajó antes de recalar como viceministro de Justicia.
De hecho el juez Horacio Rosatti, además de ser presidente de la Corte es el presidente del Consejo de la Magistratura, donde Amerio es el representante del Poder Ejecutivo. Eso no quita que se sigan sucediendo contactos entre Cúneo Libarona y el máximo tribunal.
Guerendiain fue otra pérdida de Cuneo Libarona en el ministerio, pues su jefe de Gabinete renunció por “razones personales”. Dijeron en su entorno que su trabajo era con un plazo preestablecido, y que regresaba a la profesión, aunque iba a seguir colaborando con su amigo el ministro.
Pero lo cierto es que su salida estuvo rodeada de una operación de desgaste en los medios donde le adjudicaron sin fundamento gestiones informales sobre temas particulares. Su última tarea fue negociar en el Senado y buscar apoyo y consenso para los nombres de los cerca de 100 candidatos a camaristas, jueces, fiscales y defensores oficiales que aún retiene el Poder Ejecutivo y que deben ser enviados a la Cámara alta para que le den acuerdo. Aún esos pliegos no fueron elevados al Senado.
Cerca de Cúneo Libarona insisten en que no hay ninguna maniobra interna de desgaste para con su gestión, y las adjudican a factores externos al Gobierno que quieren condicionar a Javier Milei.
El otro traspié ocurrió con la elección de los candidatos a jueces de la Corte. Si bien el nombre de Ariel Lijo estuvo arriba de la mesa desde el primer momento -al menos desde mediados de enero- Cuneo Libarona había mantenido reuniones con magistradas y magistrados para hablar sobre posibles candidatos. Incluso había manifestado en entrevistas que a él le gustaba la idea de que una mujer fuera la postulante a la Corte. En esas charlas dijo que Milei solo le había dicho que lo importante era la independencia. Ayer volvió al tema, al decir que él sometió al criterio del Presidente “a distintas personas, de sexo masculino y femenino, y el señor Presidente con todo el derecho constitucional del mundo se inclinó por la figura del doctor Lijo”. A la postre, fue el juez Ricardo Lorenzetti quien terminó convenciendo a Milei de que Lijo era la solución para que cambiara la distribución de fuerzas en el máximo tribunal y que sus iniciativas legislativas no se vieran frenadas por acciones judiciales en lo más alto del Poder Judicial.
Otro que quedó en el camino fue el candidato a Procurador General de la Nación de Cúneo Libarona, su amigo Marcelo Lucini. El juez de la Cámara del Crimen fue el primer nombre que hizo público el ministro al transmitir su anhelo de que llegue a ocupar el cargo de jefe de los fiscales, que está vacante desde 2017 y que interinamente ocupa Eduardo Casal. Pero esa postulación nunca vio la luz.
Todo estos amagues dejaron heridos en el Poder Judicial, sobre todo en la justicia nacional donde Cúneo Libarona se recostó para empezar su gestión y tantear a sus postulantes, que no pudieron llegar a la función en Poder Ejecutivo. En ese fuero, Cúneo Libarona tiene ascendencia ya que su padre fue durante años fiscal de la Cámara del Crimen. Al asumir dijo que lo hacía pensando en lo orgulloso que se sentiría su padre.
Otros nombres que circularon para la Procuración, algunos mencionados por funcionarios del Ministerio de Justicia, fueron los del presidente de la Cámara de Casación Mariano Borinsky, el del camarista Javier Leal de Ibarra y el del fiscal general de la Ciudad Juan Bautista Mahiques, pero esas postulaciones tampoco prosperaron.
Sin el control del Servicio Penitenciario Federal, el ministerio quedó como el gestor de los registros públicos (IGJ, Automotor, Propiedad), de la Asociación de Concesionarios de Automotores de la República Argentina (ACARA), y se metió en problemas en anunciar aumentos en el Registro Automotor para terminar dando marcha atrás el mismo día en medio de una fuerte polémica.
Al ver cómo se agravaba el problema del narcotráfico en Rosario, con la muerte de inocentes como mensaje de los grupos de narcotraficantes para amenazar a las autoridades locales, Cúneo Libarona sorprendió con una resolución el jueves 14 de marzo, donde señalaba que el lunes 18 iba a entrar en vigor en allí el nuevo Código Procesal Penal.
No lo había coordinado con la Procuración, de la que dependen los fiscales, ni con la Corte ni con al Defensoría General. Faltaban los edificios, las salas de audiencia, crear los organismos que lo llevaran adelante, como al Oficina Judicial. Fueron 48 horas de vértigo.
Rosatti viajó a Santa Fe, habló con el ministro, lo mismo el procurador y finalmente Cúneo Libarona dio marcha atrás y puso como fecha de inicio el 6 de mayo, pasado, acordada con el resto de los actores que colaboraron para que arranque el nuevo mecanismo con lo mínimo indispensable en un formato casi de urgencia. Ahora anunció que en 45 días se va a poner en marcha el nuevo Código en Mendoza y otras vez todo el mundo está corriendo.
En el medio de este proceso hizo ruido que el ministro hubiera tenido en su pasado como abogado defensor clientes narcotraficantes. En particular cuandose supo que Manuel “Mameluco” Villalba, uno de los capos de la droga del conurbano fue cliente en su estudio. El ministro aclaró que no fue su cliente, sino que lo atendió su hermano Matías, con quien no tiene sociedad, dijo.
Otro hito de su llega al ministerio fue la aprobación de una nueva ley de lavado de dinero que irritó a los abogados. Urgido por la evaluación internacional que estaba haciendo en la Argentina el Grupo de Acción Financiera Internacional sobre las políticas antilavado y las normas, consiguió que el Senado le diera sanción a un ley que convirtió a los abogados en sujetos obligados a informar maniobras sospechosas de sus clientes, cuando actuaran en su nombre para comprar propiedades o encabezar sociedades. Hubo amparos que aún tramitan en la Justicia.
El otro anuncio que aún no se cristalizó fue la presentación de un proyecto de ley penal juvenil para cambiar la edad de imputabilidad de los menores de edad en conflicto con la ley penal. Su idea era llevarla de los 16 años actuales, a los 14 años, pero el texto quedó trabado y nunca vio la luz.
En el propio gabinete hay colegas suyos dijeron a LA NACION que ven con cierto escepticismo los anuncio de Cúneo Libarona de reformas legales, pues recuerdan que más allá de su compromiso como funcionario en la persecución del delito, hasta hace pocos meses su rol era el de abogado defensor de los acusados de violar la ley.
La gestión de algunos de estos asuntos quedó frenada en el circuito que va desde el Ministerio de Justicia hasta la cabeza del Poder Ejecutivo. en un Gobierno donde al Presidente solo lo desvelan los asuntos de la Economía, ninguna decisión sensible se toma sin el visto bueno de Karina Milei y Santiago Caputo, más cerca del viceministro que del ministro de Justicia.
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