“Lo único que tenés son las manos para defenderte”: habló el hombre del mortero desde prisión domiciliaria y justificó la violencia en el Congreso
Sebastián Romero en 2017 protagonizó disturbios cuando se debatía la reforma previsional
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Sebastián Romero, el militante de izquierda que disparó un mortero casero contra la Policía durante los disturbios frente al Congreso en diciembre de 2017, justificó la violencia que se dio ayer en los alrededores del edificio ante las manifestaciones por la media sanción del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.
“Cuando no hay más nada que perder, lo único que tenés son tus manos para defenderte de la represión. Soy víctima, como todos los trabajadores, de la elección del Congreso, se sigue repitiendo la historia porque cambian de gobierno para seguir haciendo negocios con la plata del Estado”, se quejó Romero, militante del Partido Socialista de los Trabajadores Unificado (PSTU), que está en prisión domiciliaria desde hace más un año, luego de estar prófugo durante más de dos.
“El pueblo argentino está pasando por situaciones lamentables. Cada vez más quita de derechos y de comida. Estoy en prisión domiciliaria hace un año y ocho meses, la Justicia niega el pedido de excarcelación y la probation”, dijo el hombre que dialogó con el ciclo de radio Mitre conducido por Eduardo Feinmann.
Sobre el debate de ayer, donde Diputados dio media sanción al acuerdo con el FMI, y la tensión que se vivió en el recinto, afirmó: “Esta es la realidad, una hipocresía a través de discursos no mejoran nuestras vidas. Quedó demostrado en el Congreso que oficialismo y oposición se pelean, pero todos acuerdan lo mismo. Es fácil ahora echarle la culpa al que tiró la bomba molotov [por él] cuando la bomba estaba en el Congreso. Nos va a gobernar el FMI, nos van a matar de hambre. Siempre benefician al que tiene más plata”.
Ayer, al menos ocho personas -entre ellas cinco policías- resultaron heridas en las protestas convocadas por organizaciones de izquierda contra el acuerdo del Fondo Monetario Internacional (FMI), cuando un grupo de manifestantes atacó con piedras y cócteles molotov el Congreso. Durante los ataque el despacho de la vicepresidenta Cristina Kirchner fue apedreado.
La detención del hombre del mortero
Hace casi cinco años, cuando se debatía el proyecto de reforma previsional presentada por el gobierno de Mauricio Macri, se viralizó la imagen de Romero apuntando contra la Policía con un mortero casero.
“Claramente soy un preso político y un rehén del gobierno anterior y de este gobierno también. Los trabajadores tenemos que hacer lo necesario para defender nuestras vidas y nuestras conquistas. La autodefensa es algo necesario”, aseguró.
“Estoy preso por manifestarme, en mi casa pero estoy preso igual. Ayer se me cortó la luz. En el barrio pobre en el que vivo nos faltan los servicios. A mí me tienen preso por tirar una molotov y Mauricio Macri está en libertad y no se sabe qué hizo con la plata. Este gobierno es igual, en la práctica hace lo mismo. La violencia se ejerce desde el Estado, en todos los sentidos. El sistema es violento, el Congreso es violento, el Gobierno es violento”, cerró el detenido.
Tras protagonizar la jornada violenta en las inmediaciones del Congreso Nacional y fugarse, en enero de 2018 el Ministerio de Seguridad de la Nación llegó a ofrecer una recompensa de hasta $1.000.000 para quien aportara datos que sirvieran para localizarlo.
En marzo de 2018, el por entonces juez federal Sergio Torres (hoy integrante de la Suprema Corte de Justicia bonaerense) ordenó la captura internacional del militante.
En agosto de 2019, el gobierno nacional difundió imágenes que mostraban cómo se suponía que podía verse Romero en ese momento y, en mayo de 2020, Romero fue apresado por detectives de la Policía Nacional de Uruguay, luego de estar prófugo desde diciembre de 2017.
El militante quedó imputado por intimidación pública, daño, lesiones, resistencia a la autoridad y perturbación de la sesión del Congreso, entre otros delitos.
El 25 de junio de 2020 llegó extraditado a la Argentina y, finalmente, fue beneficiado con prisión domiciliaria y porta una tobillera electrónica como medida de control.
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