Lo que urge: estrategia, reglas claras y precios
La caída sistemática de la producción y las reservas de petróleo es un signo evidente de la desconfianza que existe en el largo plazo energético de la Argentina.
Las reservas probadas de gas ya se estiman en 10 años respecto de los actuales niveles de producción, y las de petróleo, en 9 años.
Con un barril de crudo a 65 dólares, ¿cómo no se intensifica la exploración, incluso en las cuencas de alto riesgo?
Es cierto que los 65 dólares en Texas se traducen aquí, descontados los ajustes de calidad promedio, el transporte y las retenciones de un 45 por ciento, en alrededor de 41 dólares, a los que hay que descontarles el impacto de las regalías y otros impuestos.
Pero con costos de producción promedio de alrededor de 9/10 dólares por barril, la apropiación de renta por parte de los productores permitiría desarrollar otros niveles de apuesta exploratoria.
Después de todo, las empresas petroleras valen por su principal activo: las reservas. Si no reponen las reservas que pusieron en producción, o las reponen sólo parcialmente, los mercados castigan la cotización de sus acciones. Miremos, si no, lo que pasó con la empresa Repsol.
Pero lo que olvidamos en la Argentina, cuando nos miramos el ombligo, es que las empresas petroleras internacionales pueden reponer reservas en la geología del país o en otras geologías que les ofrezcan oportunidades más seguras y/o atractivas de apropiación de renta.
Si predomina la incertidumbre sobre el largo plazo, los dólares que las empresas sacan de la explotación no se volverán a enterrar en la Argentina; menos en actividad exploratoria de alto riesgo, que es la que puede aportarnos petróleo y gas nuevo.
No hay que olvidar que ya no está YPF para encarar la exploración como brazo ejecutor de la política petrolera oficial; y Enarsa (la empresa estatal creada por el actual gobierno), omnipotente en los papeles, no tiene capacidad financiera. Son las empresas privadas las que deben sobrellevar el mayor peso de la inversión en este rubro.
La Argentina tiene pendiente el dictado de una nueva ley de hidrocarburos. La importancia práctica de la sanción de la ley está asociada al régimen de otorgamiento de concesiones de explotación y sus prórrogas. La mayoría de las concesiones de petróleo y gas fueron otorgadas entre 1991 y 1992 y tienen vigencia hasta 2016/2017. Casi todas vencen al mismo tiempo. Cuando se acercan los plazos de vencimiento, si no hay reglas claras, los operadores empiezan a reducir su inversión y a sobreexplotar las reservas remanentes, sin reponerlas.
Junto con la sanción de la nueva ley de hidrocarburos, urge ofrecer una nueva propuesta exploratoria a la inversión privada nacional e internacional. Con otros incentivos respecto del proyecto oficial que estudia el Congreso, y sin la intervención forzada de Enarsa.
¿Qué necesita el país? Estrategia, reglas claras y señales sobre los precios.