Llamados a Massa, espera al FMI y escenas de desorientación en el Gobierno, el trasfondo de una jornada frenética
En otra jornada crítica, el Presidente se reunió con su par de Rumania y allí abordó la suba del dólar; diálogo “permanente” con el ministro y reparto de culpas a la “derecha argentina”
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El día en que el dólar blue casi rozó los 500 pesos en el Gobierno buscaron cerrar filas y mostrarse encolumnados, pese a las diferencias internas, detrás del ministro Sergio Massa. “Sergio, Alberto (Fernández) y Miguel (Pesce, titular del Banco Central) están convencidos de que no hay explicación lógica para la corrida, que el tema no está en la macroeconomía, sino en el terreno de las especulaciones”, aseguró a LA NACION una alta fuente de Casa Rosada. El Gobierno espera para este miércoles una apertura más favorable de los mercados y confía, fundamentalmente, en las señales del FMI para renegociar el acuerdo y establecer la situación económica de cara a los meses por delante.
La línea iniciada alrededor del mediodía de este martes por Fernández, ante una consulta durante la conferencia de prensa junto a su par rumano, Klaus Iohannis, apuntó a seguir lo sostenido horas atrás por Sergio Chodos, hombre de Hacienda y representante argentino ante el FMI, con el que apuntó a economistas de Juntos por el Cambio (JxC). “En el kirchnerismo hubo 11 corridas, con (Mauricio) Macri, directamente fuga de reservas, esto no es nuevo”, agregaban en Balcarce 50. Hacía allí apuntaron los cañones de las diferentes fuentes consultadas.
Mientras que durante el lunes ante el alza de la moneda estadounidense en el mercado blue desde Balcarce 50 apuntaban a Economía, este martes intentaron transmitir la idea de trabajo en equipo y un encolumnamiento detrás de Massa. “Alberto y Sergio hablaron hasta el lunes a la noche tarde y hoy desde temprano coordinaron todo”, detallaban. En el caer de la tarde de este martes juraban que “todo el gabinete” estuvo atento y fueron haciendo lo que “ellos indicaban”. Agregaban que se mantuvieron on line, “siguiendo paso a paso lo que se hacía y cómo evolucionaba todo” y que el número de Massa es el primero que Fernández tiene como línea directa en el teléfono. El dato pareció apuntar también a serenar las diferencias que hubo entre ambos semanas atrás, en especial entorno a los datos y versiones que salían de Casa Rosada según el Frente Renovador.
El paso a paso a seguir en post de contener la escalada de la moneda estadounidense, según pudo saber este diario, estaba atado a la palabra del FMI. Para intervenir en el mercado de los dólares financieros, el Gobierno necesitaba la aprobación del organismo internacional. En esa línea de acciones ubicaban lo anunciado por Massa que incluía, entre otras cosas, acciones en la justicia penal económica, Comisión Nacional de Valores y Unidad de Información Financiera (UIF). Por otro lado, en el Gobierno insistían este martes en relativizar el impacto del mercado blue al que tildan de “marginal” y descartaban de plano cualquier consecuencia a nivel bancario.
En el oficialismo son conscientes de que la suerte del Frente de Todos está atada a la suerte de Massa. “Nos encolumnamos todos detrás suyo”, repetían en diferentes terminales. “Le prendemos velas a Sergio”, agregaban. Las fichas están puestas porque entienden que si Massa no remonta el momento, la suerte de todo el resto irá atada detrás suyo.
Por eso también buscaban resaltar lo que consideraban una esperanzadora señal del FMI, que en la tarde de este martes cuando las horas se volvían frenéticas emitió un comunicado en el que consignaron que “el staff técnico continúa trabajando con las autoridades argentinas para fortalecer el programa económico acordado con el país en el contexto de sequía muy severa. Los intercambios entre las autoridades y el equipo del FMI avanzan de manera constructiva”.
El acuerdo con el organismo extranjero es la tabla a la que se aferra el Gobierno, en el que juran que el único punto coincidente entre las tres terminales del oficialismo es que no puede haber una devaluación. “Eso es un no rotundo. Perjudicaría en especial a los salarios más bajos y son precisamente los que peor la están pasando por el impacto de la inflación. Devaluar no entra en análisis”, completaban este atardecer. Algo que en la práctica termina sucediendo.
Crónica de una mañana frenética.
“¡¿Cuánto me dijiste que está?, pero la puta!”, exclamó un alto funcionario nacional, sin disimular el nerviosismo y al enterarse de la cotización del dólar. En ese momento llegaba a los $480. Y no paraba de subir. El funcionario esperaba, al igual que algunos pocos ministros y secretarios, la llegada del presidente Fernández al salón Blanco, luego del encuentro privado con Iohannis. En el Gobierno reinaba la desorientación.
Los nervios fueron moneda corriente durante otra jornada aciaga para el Gobierno, con el dólar por las nubes y pocas soluciones a mano. “Massa está desesperado negociando el desembolso del FMI, pero va a conseguir la plata”, comentaba ilusionado otro referente con despacho en la Casa Rosada. Pocos minutos después, el Presidente ratificaba, con muestras visibles de enojo, la continuidad de Miguel Angel Pesce como titular del Banco Central, y anunciaba represalias contra las “prácticas permanentes de la derecha argentina”, a la que atribuía la corrida. Otra más.
“Sergio está pensando en algo, pero cada vez con menos margen”, dice otro funcionario que, de todos modos, le pone una ficha al ministro de Economía.
Después de las 13, Massa finalmente encabezó la respuesta mediática y anunció que utilizará “todas las herramientas del Estado para ordenar” la situación del dólar, incluidas “causas penales como vehículo de investigación y esclarecimiento de algunos comportamientos y a la UIF y a la CNV para el análisis de operaciones vinculadas al lavado de dinero”. Lo escribió en Twitter. Sin conferencia de prensa.
Cerca del Presidente aseguraron que el diálogo con Massa era “permanente” en esas horas de tensión. Pero nadie podían precisar si, además de las amenazas contra “los que nos están operando”, había en el mazo alguna carta más para jugar en materia financiera.
Fernández había llegado, pasadas las 11, a la Casa Rosada, y acompañó al presidente rumano por las escaleras hacia su despacho. El diálogo entre ambos, que duró una hora, tuvo como tema central la invasión de Rusia a Ucrania. Rumania, como miembro de la OTAN, rechaza la agresión rusa en los foros internacionales.
Durante la conferencia, cerca del Presidente, admitieron que el primer mandatario abordaría la suba del dólar. El lunes, a pesar del récord financiero, Fernández dio una extensa entrevista a Nacional rock sin mencionar el dólar. Luego de escuchar con rostro serio a su colega rumano, y en la última de las cuatro preguntas reservadas para la prensa, Fernández la emprendió contra los que “instalan rumores a la mañana, operan todo el día, y se llevan su ganancia por la tarde”. Acusó allí a la oposición de “pedir que nos corten los créditos” y prometió “educarlos”, en un anticipo de los tuits de Massa.
De todos modos, y como parte del protocolo, Fernández y la primera dama, Fabiola Yañez, se tomaron más de una hora más para almorzar con Iohannis y la esposa, antes de despedirlos y volver a encerrarse en su despacho. El dólar, a esa hora, orillaba los $490, pero con tendencia bajista luego de los mensajes de Massa, en los que también aclaraba que, previo aviso al FMI, intervendría de modo más directo en el mercado cambiario.
En el gabinete, en tanto, la desinformación corría de manera paralela al desánimo. “No habla de economía”, dijeron cerca de un alto funcionario que responde al primer mandatario. “Sergio no me contestó”, se quejó otro miembro del Gobierno, ansioso por conocer las eventuales salidas del atolladero económico y político en el que está sumido el oficialismo. En el salón Blanco, acompañando al Presidente, estuvieron entre otros la ministra de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz; la secretaria de Asuntos Estratégicos, Mercedes Marcó del Pont, y la secretaria de Cambio Climático, Cecilia Nicolini. No abundaron las sonrisas y tampoco hubo comentarios sobre la crisis.
“No tenemos dólares para combatir la corrida”, se sinceraba otro integrante del Gobierno, en un reconocimiento de las escasas armas con las que, a pesar de los esfuerzos de Massa y Pesce, cuenta el Gobierno para hacerle frente al temporal cambiario. “Me parece que nos vamos a un dólar oficial de 300″, arriesgaba otro funcionario, aunque de segunda línea, en una muestra del pesimismo oficialista. El común denominador era la desorientación.
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