Ley ómnibus | Trastienda de una noche complicada para el oficialismo: la presión de Llaryora y la inesperada tensión final
Anoche, el oficialismo debió postergar la votación en general del megaproyecto ante la chance de que los mandatarios incluyan la discusión sobre el impuesto PAIS o la moratoria
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La compleja negociación por la ley ómnibus quedó anoche envuelta en un clima de incertidumbre. Es que el presidente de Javier Milei volvió a toparse con las restricciones de su debilidad parlamentaria y los efectos colaterales de su enfrentamiento a cielo abierto con los gobernadores. El eje de la disputa sigue en el asunto fiscal.
Pese a que ya transcurrieron dos días de extenuante debate en el recinto, la conducción de La Libertad Avanza aún no logró ultimar las tratativas con sus aliados para garantizarse la media sanción de la ley ómnibus. No hay nada cerrado y todo depende de un pacto que se posterga.
Tras enviarles a los bloques dialoguistas una contrapropuesta con modificaciones en puntos medulares de la ley -acotó aún más las facultades delegadas e hizo cambios en las privatizaciones-, el oficialismo parecía encaminarse a lograr su primer triunfo legislativo. Con todos los focos puestos en el Congreso, los funcionarios de Milei que se instalaron en los palcos o el despacho de Martín Menem y los diputados libertarios se entusiasmaban con apurar la aprobación en general de la ley ómnibus. Estaban rebosantes de optimismo. “Ya está, vamos a votar hoy”, decían. Es más: se jactaban de que la tensión en la calle se había aplacado. Pero al filo de la medianoche Milei sufrió un nuevo revés en su intento de conseguir el aval de Diputados a su vasto paquete para reformar el Estado y desregular la economía.
El oficialismo debió postergar la votación y pedir un cuarto intermedio hasta hoy a las 10. El traspié tuvo dos motivos. No solo la última oferta del Gobierno no terminó de conformar a los aliados más rigurosos, sino que hubo un giro inesperado. El gobernador de Córdoba, Martín Llaryora, y sus representantes en la Cámara baja encontraron una hendija para ganar tiempo y presionar a la Casa Rosada. En rigor, lanzaron un aviso claro en conversaciones reservadas: deslizaron que podrían proponer durante la votación en particular una lista de temas que habían sido excluidos del paquete por el Gobierno, pero que en los que ellos habían hecho reserva, como el impuesto PAIS, la moratoria o la suba del gravamen al tabaco.
Así, forzaron a los jefes de LLA a consensuar con los dialoguistas un cuarto intermedio hasta hoy a las 10. “Si Milei no habla con los gobernadores, va a ser muy difícil”, exclamó, con resignación, uno de los diputados que colaboran con el Gobierno mientras se retiraban del Congreso.
La posición de Llaryora encendió las alarmas en el oficialismo. Era un plan diseñado para empujar a Milei para que formalice la convocatoria a las provincias para discutir un nuevo pacto fiscal. El oficialismo insistía en que pretendían garantizarse la media sanción antes de llamar a los mandatarios y que los dialoguistas acepten bajar esos pedidos que quedaron en reserva. Temían una ruptura del acuerdo en plena votación.
Los cordobeses y gobernadores aliados trabajaron discretamente y movieron sus fichas en el tablero a sabiendas de que LLA solo tiene 38 diputados para defenderse de una ofensiva. Y actuaron bajo la lógica de que podrían construir una mayoría circunstancial en el recinto con el apoyo de gobernadores del PJ, como Axel Kicillof, Gerardo Zamora y Gildo Insfrán, quienes, especulaban, respaldarían votar a favor de repartir la caja del impuesto PAIS, una maniobra que podría poner en jaque al oficialismo y las cuentas de Luis Caputo, quien se puso como meta llegar al déficit cero. En Pro se alertaron: “Si hacían eso, se caía todo. ¿Qué pasa si nosotros instalamos el reclamo por la coparticipación de la Ciudad?”, dijo uno de los referentes del bloque, molesto con la actitud de los mandatarios y la falta de articulación de Milei. La CC también tenía un pedido bajo el brazo: la cuestión de los jubilados.
A la debilidad parlamentaria de La Libertad Avanza se suman las llamativas dificultades que enfrenta el Gobierno para cerrar acuerdos con sus aliados naturales en el Congreso. “Ni ellos saben qué quieren”, se quejó uno de los alfiles de Pro.
El Gobierno sintió la presión. “Nos comprometimos a convocar a los gobernadores por el tema fiscal y lo vamos a hacer”, enfatizó anoche un alto funcionario del Gobierno en medio de las frenéticas negociaciones. De hecho, el ministro Caputo dijo que esa discusión se postergaba cuando anunció la decisión de retirar el paquete fiscal de la ley ómnibus para destrabar el debate en Diputados, por la resistencia de los gobernadores y las bancadas de Pro, la UCR o Hacemos Coalición Federal a aprobar la suba de retenciones y la nueva movilidad jubilatoria. Inquietos por el impacto en sus arcas de la decisión inconsulta de Milei -se retiraron también el impuesto PAIS, la moratoria y bienes personales, temas que reunían consenso, y se postergó la reversión de Ganancias-, los gobernadores dialoguistas presionaron al Presidente para discutir el reparto de los recursos.
La cumbre del lunes en el Consejo Federal de Inversiones (CFI) entre el ministro del Interior, Guillermo Francos, y la liga de mandatarios provinciales que acompañaron al oficialismo en la firma del dictamen de la ley ómnibus sirvió como botón de muestra de la tensión entre la Nación y las provincias. La negativa del Presidente a abrir una discusión en torno a la asignación de recursos vinculados a la recaudación del impuesto PAIS -un 70% de los fondos son administrados por la Nación y el 30% se destina al Renabap- complicó las tratativas en Diputados para cerrar un pacto.
Uno de los más enojados con la idas y venidas del Ejecutivo y la ausencia de certezas sobre la eventual convocatoria a un pacto fiscal fue Llaryora. El sucesor de Juan Schiaretti se puso al frente de la batalla para presionar al Gobierno, ya que cuenta con representantes en el bloque de Pichetto, una de los respaldos cruciales que necesita Milei para evitar un revés, sobre todo, en la votación en particular.
Entre los mandatarios dialoguistas hay “halcones” y “palomas”. Apelan a distintas tácticas, con dos velocidades distintas. Así como Llaryora lideró la cruzada para reclamar que el Gobierno oficialice la discusión fiscal -una posición que lo acompañó Maximiliano Pullaro (Santa Fe), según fuentes al tanto de la discusión- antes de que Diputados apruebe el proyecto, Rogelio Frigerio (Entre Ríos) intentó persuadir a sus pares. Pidió dar la media sanción y confiar en que Milei cumpliría con hacer la convocatoria. Motorizó llamados e hizo gestiones para sumar voluntades durante toda la jornada de ayer.
La amenaza de la provincia mediterránea a las ambiciones de Milei encierra varias paradojas. Los cordobeses ocupan sillas codiciadas en el Estado, como la Anses, el Banco Nación o Transporte. A su vez, Córdoba fue uno de los pilares del triunfo electoral que lo llevó a Milei a la Casa Rosada. No obstante, Llaryora se adelantó y redobló la presión cuando el Gobierno tenía la expectativa de avanzar con la votación en general para sellar el triunfo antes de la medianoche del jueves.
En medio de la incertidumbre, los jefes libertarios cabildearon. Desde Pro y un sector de los dialoguistas pusieron sobre la mesa una salida intermedia. Plantearon la opción de votar en general este viernes y postergar la discusión en particular para el martes. Le sugirieron a Menem que Milei convoque a los gobernadores el lunes para cerrar el pacto fiscal. Desde la bancada de Pichetto le dijeron que los jefes de bloques debían asistir como “garantes” del acuerdo, para traducir luego esas conversaciones a Diputados y el Senado, donde los gobernadores tienen mayor incidencia.
Alrededor de las 23.30, el recinto se convirtió en una sala de deliberaciones de los dialoguistas. Julio Cobos presidía la sesión en reemplazo de Martín Menem. Hacía pocos minutos, Karina Milei, Manuel Adorni y Francos se mostraban sonrientes en el palco de honor. Se sacaban selfies e intercambiaban saludos con legisladores y negociadores libertarios, como Romina Diez o Eduardo “Lule” Menem. Presagiaban una victoria. “Hoy se vota. Siempre estuvieron los números”, decía un operador todoterreno de LLA, después de girar la contrapropuesta a los dialoguistas.
En simultáneo, Pichetto reunía a su tropa. Lo rodeaban Nicolás Massot, Emilio Monzó, Ricardo López Murphy y los cordobeses Oscar Agost Carreño, Ignacio García Aresca y Carlos Gutiérrez. A ellos se sumaron las espadas de la CC, Juan Manuel López y Maximiliano Ferraro, y Margarita Stolbizer (GEN). A metros de allí, Rodrigo De Loredo (UCR) congregó a los radicales. Desde su banca, Germán Martínez, jefe de la bancada de Unión por la Patria, le hacía gestos a Cobos. El exsenador insistió con el pedido de orden y silencio.
Los titubeos de los libertarios desconcertaron, incluso, a las figuras de Pro, sus socios más estrechos, que trajinaban los pasillos de la Cámara. “Esto no se entiende. Son dubitativos. Pero nosotros no gobernamos”, dijo un integrante de la tropa de los “halcones”.
“Lule” Menem empujaba la idea de acelerar la votación. Incluso, los libertarios retiraron a sus oradores para agilizar el debate. El titular de la Cámara y el resto de los hombres de confianza de Milei dudaba. “Hay anarquía; nadie del oficialismo ordena”, describió uno de los dialoguistas que visualizaba un inminente traspié.
Minutos antes de la medianoche, Menem recibió en su despacho a los jefes de los bloques aliados: entraron Ritondo, José Luis Espert, Santilli, Pichetto y De Loredo. Definieron votar el pase a cuarto intermedio y postergar la votación.
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