Lecciones que deja la campaña
En toda democracia representativa, los candidatos se construyen necesariamente una cierta imagen de los ciudadanos a quienes les van a pedir el voto. De ahí que sea bueno aprovechar las campañas electorales para preguntarse no sólo qué opinamos nosotros sobre los candidatos, sino también qué opinan los candidatos sobre nosotros, ya que ésta es una de las claves para saber cómo se comportarán si ganan. Y bien: a juzgar por el proceso electoral cerrado ayer, y salvo excepciones, resulta claro que su imagen de la ciudadanía es muy pobre. No estaríamos a la altura de un debate con argumentos y alcanzaría con apelar a nuestras emociones.
Uno de los candidatos, por ejemplo, dedicó muchísimo más tiempo a convencernos de que es una persona que cumple con sus promesas que a explicarnos su contenido. Otro hizo un viraje, prefirió no correr riesgos y pasó a hablarnos en espejo, asegurándonos que algún día vamos a ganar nosotros y a conseguir imponer en la agenda nuestros problemas cotidianos. La ex presidenta apostó a nuestra falta de memoria, convencida de que con desfilar durante un par de semanas por los canales de televisión repartiendo sonrisas y datos falsos bastaría para que nos olvidáramos de su probada vocación autoritaria y de que nunca antes había dado conferencias de prensa.
En cuanto a los candidatos del oficialismo, postergaron explícitamente para después de las elecciones toda discusión acerca de temas tan cruciales como la reforma fiscal sin preocuparse de que es a la ciudadanía a quien le corresponde decidir sobre ellos. (Una reciente encuesta revela que cuatro de cada cinco votantes ni siquiera saben qué significa esa reforma.) Termino esta breve enumeración con el cierre del pico que las dos principales fuerzas políticas les impusieron a aquellos de sus representantes que habían metido la pata en público. Total, los votaríamos lo mismo porque eran cabezas de lista. En síntesis, que si la mayoría de los argentinos tiene una baja opinión de nuestros políticos, la recíproca también es válida.
Y esto es preocupante. Concluyo antes de que se conozcan los resultados del comicio, salvo uno. Ocurre que, como llevo dicho, la campaña electoral resulta un dato en sí mismo y no puede sorprender que haya provocado un interés muy escaso. Por eso, sigue habiendo buenas razones para inquietarse por la salud de nuestra democracia.
Politólogo, fue secretario de Cultura de la Nación
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