Laura Di Marco: “Desesperados, la última ofensiva de los K”
El editorial de Laura Di Marco en La trama del poder, por LN+
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A ocho días del balotaje, estamos todos muy nerviosos y con mucha expectativa. No es para menos: está en juego nuestro país y hay una pista que te indica que los argentinos vamos a ser responsables a la hora de ir a votar.
¿Viste que la elección cae en un fin de semana largo y que el Gobierno no lo quiso correr apostando a que la gente de mayor poder adquisitivo, que suele votar a la oposición, viaje y no vaya a votar? ¿Y viste que todo vuelve, como dice el refrán?
¿Viste, Massa? Vos no quisiste correr el feriado para dañar a la oposición -se calcula que hay 1.500.000 de personas que se movilizan en un fin de semana largo- pero, como la gente no come vidrio y hace lo que quiere, parece que decidió quedarse.
Están desesperados, y porque están desesperados, se dedican a meter miedo. Lo dicen algunas encuestas de las últimas horas. La verdad es que lo que muestran es una extrema paridad. Le dan una leve ventaja a Milei, pero esa ventaja entra dentro del margen de error de dos o tres puntos.
Pero falta todavía el debate, que va a ser clave. Hay un dato que me resulta curioso: en una sociedad alejada de la política, los debates están generando mucho interés y mucho rating. El de Agustín Rossi-Victoria Villarruel tuvo picos de casi nueve puntos de rating
¿Viste que todos descontaban el apoyo del cordobés Juan Schiaretti a Massa? Parece que no es tan así. ¿Por qué? Y porque todo vuelve en la vida, y en la política también. Massa estuvo en Córdoba esta semana, donde Milei arrasa, y Schiaretti le dedicó críticas durísimas. ¿Y por qué?
Hubo un momento en que Massa se mostraba como el aliado perfecto de Mauricio Macri, y un tiempo después armó junto con Schiaretti y Juan Manuel Urtubey un espacio llamado peronismo federal. Era como una especie de peronismo republicano.
Pero un día, en 2019, Massa desapareció de todos los lugares conocidos. Los dejó pagando.
Están desesperados porque pueden perder la elección, en esta campaña donde hay dos personas secuestradas. Nadie lo advirtió, pero hay dos secuestrados: Cristina Kirchner y Javier Milei. A Cristina la tienen guardada, y Milei hace apariciones medidas, homeopáticas y en territorio amigo. Aparece con el talentoso Jaime Bayly tratando de seducir a los votantes de Macri y Bullrich, pero, además: Milei le tiene un enorme respeto a Mauricio Macri, como si Macri ocupara un rol de padre reparador a su lado. No por la edad de Macri sino por el rol.
Como dice el gran Loris Zanatta, historiador italiano y uno de los investigadores que más se ha dedicado a estudiar al populismo, una palabra que es escurridiza. Si algo define al populismo es que son parte, pero se creen el todo. Creen que van por la vida con la verdad revelada, te miran por encima del hombro porque sos un poco tonto o tonta y repetís frases hechas.
Te dejás usar por “la derecha”. Ellos, en cambio, están del lado correcto de la historia y por eso no dudan en usar el Estado, el aparato universitario y todo el sistema educativo para evangelizar, no en nombre de Dios, sino y ahora de Massa.
En la Facultad de Ciencias Exactas, unos profesores hacen una performance contra Milei. ¿Vos viste alguna vez en la universidad una performance contra Massa o contra algún candidato kirchnerista? Yo no.
Una directora de escuela entrega le boletas de Massa a los pibes, a la salida del colegio. Víctor Santa María, el sindicalista/empresario, que lidera a los encargados de edificios, aparentemente manda a poner estos carteles a sus afiliados en los edificios.
A propósito, ¿de dónde saca la plata Víctor Santa María, como tantos otros sindicalistas, para tener canales, revistas, medios? Sergio Massa tomó lecciones con Néstor Kirchner y, aunque nadie lo haya advertido, hace campaña con el mismo slogan “queremos un país normal”.
Los periodistas militantes también hoy, 20 años después, hacen campaña con el mismo slogan. Kirchner tenía ese objetivo módico, pero para la Argentina revolucionario: subir paso a paso la escalera desde el infierno hacia la normalidad.
Pero mirá lo que, en realidad, hizo. Se lo dijo Victoria Villarruel en menos de dos minutos en el punto más alto del debate con un Agustín Rossi que no sabía para donde escapar.
Están desesperados y, en la desesperación, meten miedo. Hay dos clases de miedos: uno te salva la vida. Es el que te hace salir corriendo o te pone a pelear cuando alguien viene a atacarte. Pero hay otro miedo, que no solo te paraliza, sino que te deja estancado. Chiquito. Atorado.
Es ese que aparece cuando querés encarar un proyecto nuevo y a último momento no te atreves. Y arrugás. Con ese miedo, tan primitivo, juegan los que se creen dueños de tu vida.
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