El caso de los tres camaristas alteró las dinámicas de la Corte Suprema
Lo único que tienen en común hoy los jueces de la Corte es que quieren quedar fuera de la discusión política. Sin embargo, las desavenencias internas y enojos, algunos ya superados y otros no, ponen en vilo el trabajo del tribunal. Mientras, el Gobierno y la oposición miran a la Corte con ansia y esperan su pronunciamiento sobre el caso de los camaristas Leopoldo Bruglia, Pablo Bertuzzi y Germán Castelli. De esa decisión dependen sus próximos pasos en asuntos tan relevantes como la designación deDaniel Rafecascomo procurador o la integración de la Cámara Federal, tribunal clave para los casos de corrupción (los viejos y los que están por venir).
Fue el caso de los camaristas Bruglia, Bertuzzi y Castelli el que desató enojos en el tribunal, puertas adentro, pero que atravesaron las gruesas paredes del Palacio de Justicia. Los WhatsApp que pretendían enlodar a uno de los jueces y su más cercano colaborador llegaron hasta el teléfono del expresidente Mauricio Macri.
La pandemia obligó a que la Corte, desde marzo pasado, manejara sus relaciones a la distancia. De hecho, en el primer semestre, los santafesinos Horacio Rosatti y Ricardo Lorenzetti pasaron la mayor parte del tiempo en esa provincia. Eran contados y discretos sus viajes a Buenos Aires. Pero en el último mes ya están más tiempo en sus despachos del Palacio de Justicia.
Rosatti tiene la costumbre de quedarse en la Capital dos o tres días a la semana y Lorenzetti hace lo propio. Rosenkrantz ocupa su despacho casi todos los días y Juan Carlos Maqueda también, aunque menos. Elena Highton de Nolasco está en su casa y se comunica vía Zoom y WhatsApp con sus colegas.
A pesar de que ahora pasan más tiempo en Tribunales, la firma de las sentencias se hace finalmente de manera digital en la totalidad de las causas, lo que lleva racionalidad al funcionamiento de la Corte. Ya no es necesario que un auto con chofer atraviese ida y vuelta 500 kilómetros hasta Santa Fe para llevar papeles sin firma y regresarlos firmados.
Las reuniones generales entre todos, los martes, se mantienen por Zoom, con los jueces a veces en sus despachos a menos de 40 metros uno de otros, excepto Highton. Pero hay reuniones bilaterales, presenciales algunas o virtuales, aún entre los jueces que mantienen diferencias. Lorenzetti, que cuestiona a Rosenkrantz desde que lo desplazó de la presidencia, se reunió con su sucesor el jueves de manera presencial. El temario pasó por determinar si se podía avanzar con algunos casos y cuestiones de gestión del tribunal. Mantienen las diferencias, y mantienen las formas.
Con Rosatti, Rosenkrantz conversó esta semana, a la distancia. Tienen buen diálogo, mucho mejor que el que hoy por hoy une a los dos santafecinos.
El caso de los camaristas, que Rosenkrantz impulsó con vértigo al aceptar el per saltum, fue sometido a un mes de cronoterapia, que le bajó el impacto político. Pero aún queda pendiente una decisión. Juan Carlos Maqueda, contrario a la idea de los traslados y celoso de la idea de que solo corresponde la designación de jueces en nuevos cargos, previo acuerdo del Senado, propuso esta idea. Aunque podría consentir que Bertuzzi, Bruglia y Castelli permanezcan trasladados hasta que se nombren jueces con acuerdo del Senado en sus cargos. El debate por estas horas es si son necesarios nuevos concursos o se puede incluir sus vacantes en los concursos en marcha.
La diferencia no es menor: en el primer caso los camaristas se aseguran permanecer en sus funciones al menos dos o tres años o lo que dure el nuevo concurso y en el segundo caso, menos de tres meses, que es lo tardarán en finalizar los concursos en trámite si se acumulan sus vacantes.
Rosatti podría estar más cerca de la postura de Maqueda y Lorenzetti y Highton esperan a ver como se conforman las mayorías. Rosenkrantz ya dijo que no es necesario un nuevo acuerdo del Senado para los traslados, ya escribió su voto y espera el consenso de los demás. Podría ser esta semana o la próxima. Así las cosas, habría dos votos para un lado y un voto para el otro. No hay mayoría.
En el Gobierno temen un fallo en contra. O puede interpretarse que verían como un fallo contrario la solución intermedia que implica dejar a los camaristas en sus cargos, hasta los concursos. Así en el kirchnerismo demoran decisiones en el Consejo de la Magistratura sobre la integración de la Cámara Federal con candidatos propios y más confiables, hasta tener certeza si Bertuzzi y Bruglia se quedan en el tribunal o no.
En Juntos por el Cambio, en tanto, esperan un fallo ya y relacionan una eventual negociación con el kirchnerismo en el Senado para apoyar la candidatura de Rafecas a la Procuración con lo que diga la Corte.
Interpretan que si la Corte entrega a los camaristas al kirchnerismo, Rafecas tiene más chances. Una cuestión de equilibrios y compensaciones.
En cambio, si la Corte se mantiene firme y respalda a Bruglia, Bertuzzi y Castelli las chances de Rafecas como objeto de un acuerdo político disminuyen, creen en la oposición
La Corte, que buscó un fallo que la saque de la grieta, no logra firmar una sentencia aún y peor, quedó envuelta en los condicionamientos de un acuerdo político entre oficialismo y oposición.
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