Las sospechas que rodean la denuncia contra Marino
El senador, denunciado por una empleada, ocupa dos cargos estratégicos
En voz baja y de manera reservada, para evitar las críticas de los sectores feministas , tanto en el oficialismo como en los principales bloques de oposición en el Senado se extiende como reguero de pólvora la idea de que la denuncia por acoso sexual contra Juan Carlos Marino ( UCR - La Pampa ) tiene un fuerte olor a jugada política.
Es que, a pesar de su bajo perfil, Marino no es un senador más. No solo es vicepresidente de la Cámara alta, sino que preside dos comisiones que manejan suculentos presupuestos, como son la bicameral de Fiscalización de los Organismos y Actividades de Inteligencia y la especial de administración de la Biblioteca del Congreso.
"Esto viene del Gobierno", sostuvo ante LA NACION un senador peronista que, sin embargo, no supo explicar la causa que subyace detrás de la supuesta operación política contra Marino.
No es el único que lo piensa. Las especulaciones varían desde el castigo hasta una supuesta rebeldía de Marino a los mandatos de la Casa Rosada, algo que nunca se vio en el recinto, donde siempre votó según los deseos del Gobierno; hasta un pase de facturas de la interna de Cambiemos en La Pampa.
Este último fantasma ha sido agitado por Claudio Calabressi, el abogado que Marino eligió para que lo defienda en la causa por la denuncia de Claudia Guebel, la exempleada que acusó al senador de haberla manoseado, y que desde hace dos semanas funge de vocero del senador ante los medios de comunicación.
Sin ambages, Calabressi destaca cada vez que puede que Guebel menciona en sus apariciones mediáticas, sin que nadie le pregunte, la supuesta falsa denuncia por abuso sexual contra menores que se preparaba contra Carlos Mac Allister, el exfutbolista y precandidato de Pro en la interna de Cambiemos en suelo pampeano.
Casualidad o causalidad, lo cierto es que sobre el mismo fenómeno pusieron la lupa en el kirchnerismo en una charla informal en la que se analizó la situación del senador pampeano.
Marino sostiene que es inocente. Así lo dijo en el recinto en la última sesión del Senado , el pasado 19 de diciembre. Unas horas antes, frente a sus compañeros de la bancada oficialista negó de manera enfática los hechos que denuncia Guebel. Pero no fue categórico en cuanto a las razones de la supuesta falsa acusación. "Es una operación o una venganza", aseguró el legislador cuando le preguntaron sobre el punto.
Las palabras del senador pampeano convencieron a sus compañeros de interbloque. Sus correligionarios son los que más creen en su inocencia, apuntalando sus sospechas en el presunto carácter conflictivo de Guebel, quien pasó al despacho de Marino como adscripta y es empleada de la Cámara de Diputados, luego de haberse visto envuelta en otro caso de supuesto acoso sexual en su destino anterior.
Además, en la UCR juran y perjuran que la decisión de Marino de resignar sus pretensiones a disputar la gobernación de la provincia de La Pampa no estuvo ligada a la denuncia en su contra.
El senador anunció que resignaba sus aspiraciones el lunes 10 de diciembre, dos días antes que Guebel presentara su denuncia ante la Justicia Federal. El caso tomó estado público con una amplia difusión en los medios al día siguiente.
En algunos despachos aseguran que la línea de tiempo no es casual, que Marino supo de la denuncia antes de que se hiciera pública. Basan sus sospechas en el hecho de que responde a Enrique Nosiglia, eterno "monje negro" radical, y a la estrecha relación que estableció con Gustavo Arribas desde que preside la comisión que debe fiscalizar a la Agencia Federal de Inteligencia (AFI).
Pero sus correligionarios aseguran que Marino se bajó de la carrera electoral un mes antes de la denuncia, en una caliente reunión en la Casa Rosada con el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y el ministro del Interior, Rogelio Frigerio.
Lugares claves
Lo cierto es que en el Senado creen que la política metió la cola en este caso. El hecho de que Marino sea desde hace tres años presidente de la Comisión Bicameral de Seguimiento de los Organismos de Inteligencia parece abonar a esa teoría.
El cargo es uno de los más deseados en el Congreso y no es para cualquiera. Controla un presupuesto de $32 millones anuales, cuya rendición es secreta, igual que sus reuniones.
Más jugoso aún es el presupuesto de la Biblioteca del Congreso, que asciende a los $1900 millones para solventar los gastos de funcionamientos y de salarios de sus 1500 empleados.
Marino asumió como presidente de la comisión que administra la Biblioteca del Congreso este año y, para sorpresa de muchos, retuvo el mando de la bicameral de inteligencia, cuya presidencia iba a recaer en otro senador. Luego de que Mauricio Macri cuestionara el nivel de gastos del organismo, anunció un recorte del 13% con la anuencia del gremio legislativo (APL). Integrada por seis legisladores (tres por cada cámara), sus reuniones nunca son anticipadas y los asesores suelen ser amablemente invitados a abandonar la sala para que sus miembros puedan deliberar sin testigos.
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