Manzanares: detalles inéditos del millonario sistema de recaudación kirchnerista
Víctor Manzanares, el histórico contador del matrimonio Kirchner, y Carlos Temístocles Cortez, un especialista en sistemas que ya había comprado unas farmacias por pedido del secretario de Néstor Kirchner, Daniel Muñoz, viajaban en auto por Miami. Venían de comprar unas propiedades también con dinero de ese núcleo de poder. La charla despreocupada devino en una idea: comprar un laboratorio.
Marcó en su teléfono satelital el número de Muñoz, de quién era hombre de confianza y socio. Ambos utilizaban esa tecnología para comunicarse, mucho más segura, y más costosa, que la tradicional telefonía celular. Cortez, a su lado, desconfiaba de la capacidad financiera del secretario. "Acá hemos hablado con Carlos que tendrías que ir por un laboratorio", lo apuró el contador. Del otro lado de la línea, la respuesta fue la de un entusiasta. "Mirá que es mucha guita, se habla de 40 millones [de dólares]", volvió a insistir Manzanares. "Magallanes aguanta", contestó con suficiencia el fallecido exfuncionario en referencia a la publicidad de una vieja tienda de ropa de Río Gallegos, ubicada en la calle San Martín, frente al histórico local de Aerolíneas Argentinas.
Cortez se convenció del poder económico de su socio y llegados a Buenos Aires, iniciaron las conversaciones para comprar un laboratorio. A poco, el grupo empezó a tener fisuras y Manzanares fue relegado a los negocios del Sur. Los otros, los arreglaba aquel copiloto directamente con Muñoz.
Fue el inicio de un sistema que con el tiempo ganó en poder y dinero y del que Manzanares habló en las casi 30 horas que ya lleva declaradas desde que inició el proceso de imputado colaborador. En su última audiencia, que transcurrió ayer en Comodoro Py, el contador le ofreció a los fiscales Carlos Stornelli y Carlos Rívolo algunas explicaciones en el marco de la causa de los cuadernos. Está convencido que su trabajo estaba bien hecho. Entregó, además, varios detalles para seguir la pista del dinero en la operación Hotesur.
Manzanares dijo que el matrimonio no tiene inconsistencias en sus declaraciones juradas de impuestos como para justificar el dinero en blanco necesario para construir o comprar los hoteles que dieron origen a las causas Hotesur y Los Sauces. Insistió con su tesis: si quieren encontrar los problemas deben mirar los números de los empresarios que pagaban el alquiler. Dicho de otra manera, no es que no haya dibujos, lo que sucede es que están del otro lado del tablero. Según su tesis, el resultado de buscar en el otro lado es el mismo: lavado de activos.
El contador declaró que aquellos contratos no fueron una negociación sino más bien una imposición. Los hoteleros les decían a los inquilinos cuánto tenían que pagar y para eso, entre otras cosas, los financiaban con obra pública y negocios varios. Claro está, no importaba la ocupación de las habitaciones ni nada que tenga que ver con la explotación comercial tradicional de un establecimiento de este tipo. El problema es que no es tan fácil sacar dinero de una sociedad en blanco sin dejar huellas en la contabilidad. Por lo tanto, siempre según la mirada del profesional, las inconsistencias están en ese lugar, en los papeles de los contratistas.
Negocios cruzados y obra pública
Los inquilinos en los casos de los hoteles de los Kirchner eran tres: Lázaro Báez, Cristóbal López y Juan Carlos Relats. Los tres, además de variados negocios, tenían una fuerte relación con la obra pública: todos tenían su constructora. Manzanares estampó su firma en una declaración que recomienda ir por ese camino para encontrar el lavado de la exfamilia presidencial. Relats y su hija, Silvana, ya fallecieron. Pero la contabilidad es la que debería llevar al nudo de la cuestión. Durante siete años la familia Relats le alquiló el hotel Los Sauces a los Kirchner y les hizo ganar cerca de ocho millones de dólares. La relación comercial -que se canalizada con una firma llamada Panatel- concluyó en 2016 de manera conflictiva.
La palabra del contador se tornó vital para la causa. Sucede que durante los años que trabajó para los Kirchner, "Polo", como le dicen en Río Gallegos, fue además, el que llevaba los números de Muñoz y de dos hermanos Rubén y Daniel Llaneza, antiguos dueños de una farmacia en Santa Cruz que con el tiempo y con aporte de capital, construyeron una red de al menos 22 farmacias.
Pero Hotesur es el último aporte a la causa que hizo Manzanares pero no el único. Dijo, además, que el dinero que manejaba Muñoz era una comisión que Néstor Kirchner le daba por ser el acopiador de los millones recaudados. Contó de viajes al Sur y no habló de bolsos sino de valijas. Según sus cálculos, en pleno momento de expansión, el secretario llegó a retirar dos millones de dólares por semana. De sólo pensar que esa era la comisión del empleado se puede calcular el monto con el que se quedaba el jefe.
Hay algunas referencias en las primeras declaraciones que ya son motivo de investigación. Más allá de los nombres de los inquilinos de los hoteles, el contador ya mencionó al grupo Eskenazi, dueño de varios bancos, entre ellos el de Santa Cruz, y exaccionista de YPF. No es la única mención. Entre los contratistas de Vialidad Nacional, de los cuales alrededor de 70 ya han sido indagados o citados a declarar, figura Petersen, Thiele y Cruz, la constructora de la familia. Por ahora, ni por los bancos ni por la constructora los Eskenazi han sido llamados. El contador insistió con el rol de esas empresas en la estructuración financiera de los Kirchner.
Manzanares contó, además, que él en persona viajó a Estados Unidos a comprar tres inmuebles que eran de Muñoz. La operación fue anterior a las que derivaron en la investigación por los 70 millones de dólares y que tiene procesada a Carolina Pochetti y una importante red de testaferros y gestores oficiosos. La Justicia aún no sabía de la existencia de esos tres inmuebles.
Hay un capítulo para las dos sociedades que tenían Muñoz y el ahora arrepentido. M&M Servicios y Madaco fueron dos sociedades con las que compraron algunos estacionamientos en la Ciudad de Buenos Aires. Varias diligencias judiciales se derivarían de esos párrafos.
En sus extensas declaraciones, también entregó datos de otros negocios que aquel grupo ahora casi todo detenido, realizó. Según cuenta, hubo inversiones en textilerías, compañías de transporte y logística. Una de ellas puede ser rastreada relativamente fácil: tuvo durante años jugosos contratos con Atucha, la central nuclear ubicada en la ciudad bonaerense de Lima.
La situación de Manzanares se empezó a delinear en noviembre pasado. Entonces, sus abogados, un equipo que integran Alejandro Baldini, Roberto Herrera y Mariano Di Giuseppe, iniciaron una negociación con Stornelli y Rívolo. Antes de fin de año, la desconfianza sobre que sea cierta o no la posibilidad de arrepentirse llevó a que el contador escriba de puño y letra una carta dirigida al fiscal. Tenía una exigencia: leerla y luego, romperla. Desde ese momento, las negociaciones se sucedieron.
En diciembre hubo una última charla y el compromiso de la defensa fue trabajar en enero para lograr el acuerdo. Pasó el mes y finalmente, ya declaró más de 20 horas. Hizo aportes importantes y casi de apuro. Su bien piensa en la causa de los cuadernos, Manzanares mira con atención Hotesur. Tiene un puñado de días como para que sus dichos sean considerados en la otra causa ya que la ley establece que sólo se podrá sumar como imputado colaborador antes de la elevación a juicio. Esa instancia ya está pedida. Todos tienen sus apuros y sus intereses. Y mientras tanto, la verdad aparece de a poco.
Manzanares viene ampliando su declaración con nuevos datos
Víctor Manzanares, contador de los Kirchner
- Trabajó con Néstor Kirchner desde 1977. Manzanares fue el hombre de mayor confianza de Cristina Kirchner luego del fallecimiento de su esposo, hasta que tomó distancia y renunció en 2016
- En 2017 fue llevado detenido al penal de Marcos Paz por la causa Los Sauces. Pero luego fue trasladado a Ezeiza para no compartir el lugar con los presos kirchneristas
- Pidió ser arrepentido en la causa de los cuadernos de la corrupción, donde se analizan sus vínculos con Daniel Muñoz, el exsecretario de Kirchner. Ya había intentado, sin éxito, ser aceptado como arrepentido en diciembre
Claudio Bonadio, juez federal
- El juez a cargo de la causa de los cuadernos todavía no homologó las declaraciones de Manzanares. Por eso, el contador aún no logró un acuerdo para ser aceptado como arrepentido
- Manzanares confesó que en 2009 alteró un peritaje clave para que Oyarbide sobreseyera a los Kirchner en una causa por enriquecimiento ilícito. Además admitió que escondió 20 millones de dólares, recibidos de Daniel Muñoz, en la casa de la madre de Kirchner, para comprar propiedades
Carlos Stornelli, fiscal en la causa de los cuadernos
- A diferencia del juez Bonadio, el fiscal Stornelli aceptó a Manzanares como arrepentido en la causa. En los últimos días, el excontador kirchnerista pidió ampliar su declaración
- Manzanares le brindó a Stornelli detalles de cómo funcionaba el circuito local de lavado de dinero. Agregó que la suma total que pertenecía a Daniel Muñoz ascendía a los 200 millones de dólares. Y que aquel dinero se lavó a través de la compra de distintas empresas en el país
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