Las recetas que usan presidentes extranjeros
Reuniones generales, chicas o ninguna
Lula da Silva se reúne los lunes con su equipo político y a veces con su gabinete completo; Silvio Berlusconi los convoca cada semana, pero a sus preferidos los invita a un palacio privado, y Jorge Batlle hace lo propio muy de vez en cuando: prefiere los encuentros bilaterales.
Ricardo Lagos y George W. Bush tampoco son muy aficionados a las reuniones de gabinete. Pero el mandatario chileno aprovecha los atardeceres dominicales para diseñar la estrategia semanal con sus colaboradores políticos, mientras que la Casa Blanca sólo llama a todos sus secretarios frente a un hecho extraordinario, como ocurrió después de los atentados del 11 de septiembre o durante la guerra con Irak.
El gobierno español es un caso aparte. Está en plena transición del PP a la nueva gestión del PSOE, pero parece difícil que cambie el hábito de, al menos, una reunión semanal del Consejo de Ministros con José Luis Rodríguez Zapatero en el poder.
En Brasil, "las reuniones del Presidente con sus ministros son una rutina constante", le dijo a LA NACION una asesora directa de Lula da Silva, que pidió no ser identificada. El sistema político italiano, por el contrario, no prevé organigrama alguno de reunión general. Es Berlusconi quien decide cuántas veces debe reunirse.
En Uruguay, el presidente Jorge Batlle realiza reuniones bilaterales con sus ministros dos días por semana, pero el Consejo de Ministros se reúne cuando el presidente lo considera conveniente, algo no habitual.
Por otra parte, las citas de Lagos son en su residencia particular del barrio de Ñuñoa, mientras que en España se instauró un sistema de encuentros todos los viernes por la mañana, con temario anticipado y con una rueda de prensa posterior que se transmite por la radio pública.
Lo más corriente con Bush es que se reúna con el vicepresidente Dick Cheney una vez por semana y reciba a los secretarios según haga falta.