Las razones detrás del turbulento desembarco de Omar Perotti en Santa Fe
El gobernador atribuye al enorme déficit que dejó el socialismo la decisión de escalonar salarios; enfrenta protestas y marchas diarias
ROSARIO.- "Tierra arrasada", es la que figura que usa el gobernador Omar Perotti para describir el estado de cuentas de Santa Fe, donde el socialismo dejó un déficit de más de $15.000 millones, tras 12 años de gestión, con una estructura sobredimensionada del Estado que -según el nuevo mandatario- lo obligó a reducir un 40% los gastos de personal político. Perotti no logró relajarse un instante desde que asumió, el 11 de diciembre pasado. El apotegma de la era analógica que establecía el plazo de 100 días para exigir resultados a una nueva gestión parece haberse acortado a las primeras semanas, después de una conflictiva y extensa transición de más de seis meses.
El gobernador enfrentó una protesta de un sector de docentes y estatales por el atraso en el primer sueldo de la nueva administración y una violenta manifestación en Rafaela, ciudad donde Perotti fue 12 años intendente, por reclamos de seguridad, tras la muerte de un joven que perseguía a dos motochorros, que terminó con escraches en la casa del gobernador, la fiscalía y la municipalidad.
El argumento que pone el gobierno de Santa Fe arriba de la mesa es que encontraron una provincia casi fundida, con atrasos de seis meses en pagos a los proveedores, deudas y expedientes de pagos que no están registrados, y una dificultad extra: no existió transición en Santa Fe con la gestión anterior, de Miguel Lifschitz, por lo que recién comenzaron a ver el panorama real del Estado santafesino cuando entraron a la Casa de Gobierno. Del otro lado, desde el socialismo esgrimen lo contrario, como si fuera el juego de los opuestos, en un escenario político mucho más agrietado que a nivel nacional. "Perotti no empezó a gobernar porque no terminó de armar aún sus equipos de gobierno. Vemos mucha improvisación y ni un solo anuncio", apuntó el diputado socialista Joaquín Blanco. "Están jugando a ampliar la grieta en Santa Fe entre el socialismo y el peronismo", interpretó el jefe del bloque de Juntos por el Cambio Julián Galdeano.
Con un estilo sobrio, de bajo perfil mediático -designó a un vocero oficial para difundir las medidas del gobierno-, Perotti contrasta en sus primeros pasos como gobernador con su antecesor, que tenía una agenda pública frenética. El exsenador nacional pretende mostrar austeridad en estos tiempos de emergencia y replica -en diálogo con LA NACION- las declaraciones del presidente Alberto Fernández: "Si ajustar es ordenar las cuentas públicas, estamos haciendo un ajuste". La gestión perottista prefirió impulsar una medida impopular, como el retraso del pago de los sueldos, a recurrir a fondos en descubierto con tasas superiores al 70%. "Lo que gastó el socialismo usando fondos en descubierto podría servir para un mes y medio de comida a través de la tarjeta alimentaria. Un día de descubierto significa $25 millones", calculó.
"La deuda de Santa Fe es de unos $25.000 millones; el rojo de la caja de jubilaciones, de unos $10.000 millones, y el déficit, de unos $15.000 millones. Nos encontramos con este panorama desolador. Estamos en una crisis severa de las cuentas públicas que dejó el socialismo, que no quiere asumir que dejó esta provincia en emergencia", aseguró Perotti.
El nuevo gobierno enfrentó dos duros reveses en la Legislatura, donde el poder está repartido. El peronismo tiene mayoría en el Senado y el socialismo, en Diputados. Por eso, el gobernador interpretó que "la oposición que rompe las pautas institucionales de dejar a un nuevo gobierno iniciar su gestión con herramientas básicas como un presupuesto".
Primero, un sector del bloque del PJ logró aprobar el 21 de noviembre el presupuesto que había enviado Lifschitz antes de dejar la casa de gobierno. Fue una sorpresa que la bancada del peronismo se dividiera y 6 de los 11 legisladores, capitaneados por el exintendente del PJ de San Lorenzo Armando Traferri, aprobara el proyecto del socialismo, que tenía "dibujadas" -según la visión de la nueva administración- las principales variables, entre ellas, figuraba un superávit en las cuentas públicas, porque habían calculado como haber deudas por coparticipación que se deben cobrar.
En la Cámara de Diputados, y tras intensas negociaciones, el peronismo leal a Perotti logró reperfilar en algunos puntos el presupuesto, en el que se reconoció un déficit de $8000 millones y autorizó al Ejecutivo a un endeudamiento de $12.000 millones. "Fueron los dos puntos que se lograron incluir", reseñó el gobernador.
El segundo round legislativo dejó otro sinsabor a la administración peronista. La Legislatura le dio el visto bueno al incremento impositivo, con subas en los tributos de ingresos brutos para las cereales y bancos que pasaron de pagar 0,5 a 2%, entre otros puntos. Lo hizo tras anular la ley de consenso fiscal a la que había adherido Santa Fe en febrero de 2018.
Pero el otro paquete, que incluía ocho proyectos de emergencia, no fue ni siquiera girado a comisiones para ser analizado en febrero, sino que se rechazó de plano en el período de extraordinarias. Perotti buscaba algo difícil de conseguir, que los legisladores del socialismo y radicales que participaron del gobierno del Frente Progresista, que son mayoría, reconocieran que la gestión de Lifschitz terminó en una situación tal que se debía declarar la emergencia en las áreas de seguridad, social, alimentaria, sanitaria y en contrataciones del estado, entre otras.
El gobierno encargó a la Auditoría General de la Nación (AGN) una revisión total de las cuentas públicas. Los resultados estarán a fines de febrero, y el gobernador no descarta ir a la Justicia si detectan irregularidades, como se sospecha. El otro tema que ocupa en estos primeros días al nuevo gobierno es la revisión de los expedientes por contrataciones de servicios y personal. "Todo está atrasado a niveles nunca imaginados, por ejemplo, las deudas en obra pública superan los 100 millones de dólares", apuntó el gobernador.
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