Las polémicas de Mempo Giardinelli: de eliminar el Poder Judicial a crear la “Conadepe” y sus dardos a Fernández
El escritor y periodista impulsa el dictado de una nueva Constitución con solo dos poderes, desconocer la deuda y profundizar la ley de medios; también se postula como candidato del Frente de Todos
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“Cada vez que hablan, Dady Brieva y Mempo Giardinelli conspiran contra nuestros candidatos”. La frase de Felipe Solá, en junio de 2019, marcaba el nerviosismo de un Frente de Todos que, recientemente creado y favorito en las encuestas, atravesaba sus primeras tensiones y pretendía que esos desacuerdos no lo afectaran en las urnas. Las internas, quedó claro años después, terminaron convirtiéndose en moneda corriente de la gestión de Alberto Fernández y Cristina Kirchner. También las polémicas.
Oscar Alfredo Ramón Giardinelli, Mempo, participó activamente en ambas faenas. El prolífico escritor, periodista y docente, con orígenes radicales pero profunda identificación con el kirchnerismo, quedó envuelto ayer en un cruce con el embajador argentino en Roma, Roberto Carlés, quien lo acusó sin nombrarlo de haberlo insultado en tono violento tras su negativa al pedido para alojarse nueve noches gratis en la embajada de la Piazza dell’Esquilino. “Lamentable que haya personas que se crean con derecho a alojarse en una embajada, por su currículum o por tener un cargo público y, peor aún, que se ofendan y envíen mensajes insultantes si se les informa que no hay habitaciones disponibles (ocupadas por mi propia familia)”, escribió Carlés.
Este martes, el columnista de Página 12 dijo que se trató de una “infamante acusación” y publicó un comunicado con una enumeración de cuatro argumentos. En uno de esos puntos, niega que haya pedido alojarse nueve noches sino solamente una y señaló a Carlés, un abogado y jurista de 41 años, cercano también a Cristina Kirchner, de haber actuado de “mala fe”.
El reto de Solá, en 2019, tenía motivaciones de una profundidad mucho mayor al actual entuerto romano. En medio de la campaña de 2019, Giardinelli, junto al grupo de intelectuales Manifiesto Argentino, propuso al peronismo dictar una nueva Constitución Nacional que elimine de plano la existencia del Poder Judicial. “El punto central es la eliminación del Poder Judicial para que haya en su lugar un sistema de justicia o un servicio de Justicia”, ratificó el escritor nacido hace 75 años en Resistencia, Chaco. No era una provocación, sino una idea que el escritor sostuvo y sostiene desde entonces, junto a otros ejes que habitualmente alimentan sus columnas: el desconocimiento de la deuda con el FMI, la reinstauración y profundización de la ley de medios, el “control absoluto” del Estado sobre los ríos y puertos -además de la denuncia constante sobre la falta de avances en dragados y canalizaciones que afecta al litoral) y la reinstalación de juntas de granos y carnes, entre otras medidas.
“La propuesta más importante fue la de cambiar la idea y el concepto ‘Poder Judicial’. No necesitamos ese Poder. Lo que la Argentina necesita es un eficiente y decente Servicio de Justicia, o un Sistema de Justicia, pero no más el famoso ‘tercer poder’ que el liberalismo de hace 150 años pensó e impuso como equilibrador entre el Ejecutivo y el Legislativo”, escribió Giardinelli cuando se celebró el congreso de Manifiesto Argentino, un encuentro al que estaban invitados, pero no asistieron, Agustín Rossi, Axel Kicillof y Alberto Rodríguez Saá, por entonces posibles candidatos a presidente, antes del tuit con el que Cristina Kirchner ungió a Fernández.
En medio de aquella campaña electoral, Giardinelli también había hecho suya la propuesta del comediante Dady Brieva para emular la Conadep, que investigó los crímenes de la última dictadura, creando ahora una “Conadepe”, destinada a investigar los crímenes del “periodismo de guerra”. Del periodismo crítico del kirchnerismo. “La idea de una nueva Conadepe, en este caso Comisión Nacional sobre la Desaparición del Periodismo Ético, altera los nervios de los diversos comunicadores funcionales al poder y a los intereses de los ricos. Alteración que seguramente se debe a que, además de la traición al siempre sagrado ejercicio de la información con verdad y objetividad, los ha de confrontar con posibles restos de vergüenza que a algunos puedan quedarles”, decía Giardinelli entonces.
Antes de que Alberto Fernández cumpliera un año en la Casa Rosada, las críticas de Giardinelli motivaron la respuesta del antropólogo Alejandro Grimson, entonces miembro del cuerpo de asesores del Presidente. Fue luego de una columna flamígera del escritor, donde le señalaba a Fernández los “graves errores en su gestión”, las “inocentadas” y “gestualidades inútiles” ante los “miserables” que lo cortejaban, dentro y fuera del Gobierno.
“Su gobierno viene también dejando la impresión, cada vez más firme, de que hay errores graves en su gestión. Y cree esta columna, con todo respeto, que quizás la básica y principal sea que el Presidente gobierna escuchando más a quienes no lo votaron y hoy lo aconsejan pésimamente, que a quienes lo llevamos al poder”, escribió Giardinelli en Página 12, bajo el título “Al compañero Presidente”.
En tono conciliador, Grimson escribió otra columna, titulada “Querido Mempo”, donde le señaló al chaqueño que “una Argentina dividida por la mitad es un triunfo cultural del Poder” y le pidió evitar dos errores: “Uno, entrar en su juego de dividir el país por la mitad; el otro sería creer que no hay conflictos de intereses”.
Las críticas al Presidente no cesaron. En junio del año pasado, en otra columna titulada “Carta abierta a Alberto”, Giardinelli definió a la Corte Suprema como una “protectora de chorros” y, sorprendido, dijo desconocer por qué Fernández “no procede a aplicar los diversos recursos legales posibles para cambiar esa Corte”. El dardo más doloroso para el mandatario, sin embargo, fue otro: “Que no se dé cuenta del verdadero y calamitoso estado de millones de ciudadanos/as, ni del contrabando que hacen las grandes corpos que son además las que acaparan dólares y le destrozan, a usted y al pueblo, ilusiones y posibilidades”.
En sus columnas del 6 y 13 de febrero, Giardinelli volvió a la política propositiva y planteó los 26 puntos del “plan de Gobierno que hace falta”. El primero, una nueva Constitución Nacional. El segundo, no pagar la deuda. El tercero, la creación de un “sistema argentino de información pública”. El cuarto, eliminar el Poder Judicial.
Como contracara a las críticas de Fernández, Giardinelli elogia y postula a Cristina Kirchner como “última esperanza para no disolvernos como Patria y recuperar la Soberanía Nacional” y como única carta de salvación del peronismo. “Está cantado que no hay otra ni otro. En todo el peronismo –ese raro pero macizo universo nacional y popular tantas veces inasible–, ella es la única esperanza verdadera porque es la única garantía de dirección y cumplimiento de un programa político progresista, nacional y popular. Y por eso mismo, pinta como seguramente insuperable en las urnas”, escribió en la columna “Esta mujer”, publicada el 20 de febrero pasado.
Al lunes siguiente, tras insistir con Cristina Kirchner como la mejor opción para las elecciones de este año, y lamentar su negativa, Giardinelli propuso que jueguen todos los candidatos que tengan que jugar. “La mayor cantidad de postulaciones enriquecería la experiencia política y cultural argentina. Gente que jamás pisó los tribunales, por caso. Gente cuya representación de la Patria ha sido siempre, en todo el mundo, bien valorada, serena, optimista y amorosa. Hay mucha ciudadanía argentina en tales condiciones”, señaló.
En el párrafo anterior, casi al pasar, se postuló a sí mismo como sucesor de Alberto Fernández: “Muchos más podrían proponerse, e incluso este columnista que al menos fue el primero, y hasta ahora el único, que propuso ideas e hizo diagnósticos y análisis, y los organizó en forma de propuesta política al servicio de la República y de la paz social. Y que no tiene nada que ocultar, carece de prontuario, no ha manejado jamás dineros públicos y siempre ha aportado ideas, pero nunca sarasa”.
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