A continuación, sus principales conceptos:
- Lo que el ministro Hernán Lacunza anunció, fundamentalmente, son reprogramaciones de pagos de la deuda, que eran inminentes, de acá a fin de año. Son deudas institucionales: con el FMI, con el Anses, con el Banco Nación, con los bancos. No afecta a los bonistas privados. Y es una reprogramación de tres a seis meses, poca demora.
- Es una medida que venía pidiendo la oposición, especialmente Lavagna, pero también la gente de Alberto Fernández. O sea, hay que suponer que la oposición va a estar de acuerdo con esto. Pero también hay que poner esto en contexto: se produce en una semana muy complicada. Hubo un nuevo salto del dólar, cayeron los bonos y las acciones argentinas. Esto significa que es una gran destrucción de riqueza nacional y, detrás de eso, de empleo.
- En ese sentido, hubo dos hechos claves: primero, el documento de Alberto Fernández, donde, implícitamente, le pide al Fondo que no haga el desembolso de 5400 millones de septiembre, porque eso serviría para la "salida de capitales". Los argentinos tomarían esa plata del FMI, comprarían dólares, y los sacarían del país. Esa posición es muy discutible. Porque no caen las reservas del Banco Central, salvo cuando interviene para frenar el alza del dólar. Son, quizás, muchas operaciones entre privados, pero no pasa por el Banco Central.
- El otro planteo de Alberto Fernández, donde tiene más razón, es donde dice que el país que se proyectó en el acuerdo con el FMI no tiene nada que ver con el país de hoy. La pregunta que hay que hacer es si los políticos tienen que hacer historia o política. Porque él está haciendo una evaluación histórica del acuerdo.
- Hay reservas para que la Argentina pueda pagar sus compromisos. Lo que el gobierno de Macri no puede contrarrestar es el efecto político que tendría una eventual negativa del Fondo de enviar esos 5400 millones en septiembre. El Fondo está en una situación complicada. Tendría que enviar esos dólares, en contra de la opinión de quien hoy tiene mayores posibilidades de ser el presidente que lo recibiría, que dice: "Ustedes incumplen el estatuto del Fondo si le mandan dólares a Macri".
- Después, estuvo la reunión de Alberto con el FMI, que fue mucho más moderada. Porque él ahí dice: "Yo soy un candidato más, no soy un presidente electo, no me pidan definiciones". Esto es formalmente cierto, pero hoy su palabra tiene un peso muy importante tras las PASO. Lo mira la sociedad y los mercados. Cuando su victoria produjo que el dólar escale a 60 y cuando Alberto salió a decir que el dólar a 60 le parecía bien, el dólar se paró.
- Luego, después de estas actitudes de Alberto Fernández, el dólar volvió a trepar, al igual que el riesgo país (este último, ya a niveles satelitales), y volvieron a caer las acciones y los bonos. En esta situación, el Gobierno sale a decir: "La culpa es de Fernández, no es nuestra". Esto tiene un matiz que es cierto, pero también muestra una extrema fragilidad del sistema financiero argentino. Que después de casi cuatro años de gobierno, el sistema haya llegado a tal punto de fragilidad, la culpa es más del Gobierno que de la oposición.
- Macri tiene el antecedente que no dijo, cuando asumió, la herencia que había recibido. Y, por lo tanto, esta mala administración de la economía es, para muchos argentinos, responsabilidad exclusiva de Macri. Alberto Fernández usa esto, y con su documento, está anticipando lo que va a hacer si es presidente: no va a tener la cordialidad de Macri con su antecesora que era Cristina. Fernández va a decir, el primer día, lo que recibió. Y es cierto que va a recibir una economía bastante complicada.
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