Las lógicas profundas de un resultado imprevisto y para algunos increíble
Son muchos los factores que sumados permiten comprender lo sucedido sin caer en el pensamiento mágico o en elucubraciones peores
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No hay una razón única para explicar el rotundo triunfo de Sergio Massa, el candidato oficialista y al mismo tiempo ministro de Economía en la primera vuelta, en medio de una crisis económica extrema y de resonantes escándalos de corrupción protagonizados por dirigentes del partido gobernante.
El voto duro y el aparato peronista unido y en acción, la mala campaña de Juntos por el Cambio y de Patricia Bullrich, la atemorizante excentricidad radical de Javier Milei, la capacidad de acción y de cambiar de piel de Massa, el “plan platita”, el corte de suministros de anabólicos del peronismo a los libertarios, la campaña del miedo y el voto útil son razones poderosas para evaluar lo ocurrido anoche.
Son muchos los factores que sumados permiten comprender lo sucedido sin caer en el pensamiento mágico o en elucubraciones peores. No es increíble. El sufragio se decide en muchas dimensiones.
El ballottage entre Massa y Milei será otra cosa y empieza ahora otro partido. Aunque el candidato de Unión por la Patria (UP) parte con ventaja por lo sumado ayer, por los recursos con los que cuenta desde el control del Estado, de los que ya ha demostrado que es capaz de usar a discreción, por la ordenada campaña que realizó, por los temores que despierta Milei, y por los errores que el libertario y sus candidatos cometieron en la campaña y le impidieron ampliar su base de apoyos.
Las encuestas realizadas en la última semana, como las que hicieron Federico Aurelio, de Artesco, y Shila Vilker, de Trespuntozero, anticipaban una tendencia en ese sentido, aunque el resultado superó las previsiones más optimistas
De todas maneras, en el massismo activaron rápido las prevenciones. En su manual de procedimientos estaba la preferencia por un segundo puesto a pocos puntos de Milei.
“El triunfo y más por esta diferencia podría activar los resortes del antiperonismo y del antikirchnerismo y unirlos a todos contra Sergio. Hay que trabajar para despejar ese camino y ampliar”, decía anoche uno de los hombres que desde hace más tiempo está junto a Massa.
La versión consensual que el candidato empezó a mostrar sobre el fin de la campaña ya apuntaba a la ampliación de los apoyos de cara a la segunda vuelta, a medida que los números optimistas que el cuñado de Massa, Sebastián Galmarini, le iba mostrando. Anoche ratificó esa dirección e hizo eje en la seducción a los que no lo votaron.
“Se terminó la grieta”, se animó a sentenciar, mientras los nombres de Néstor, Cristina y Máximo Kirchner y el de Alberto Fernández, resaltaban por su ausencia absoluta a lo largo de todo el discurso del candidato triunfante. Todavía debe sumar casi 15 puntos para ganar un ballottage. Otra vez la participación jugará un papel clave.
“El triunfo y más por esta diferencia podría activar los resortes del antiperonismo y del antikirchnerismo y unirlos a todos contra Sergio”, decía uno de los hombres que desde hace más tiempo está junto a Massa
Ante la perplejidad que el triunfo de Massa despierta en muchos observadores y opositores, recobra valor la premisa que dice que la política suele burlarse de las simplificaciones, los reduccionismos y los análisis mecanicistas. Es lo que acaba de ocurrir.
La identidad peronista
El cambio del sentido del voto o la reversión de algunas tendencias que se habían registrado en las PASO en muchos distritos del país debe evaluarse, también, bajo el prisma de las lógicas diferentes que operan en una elección primaria y una elección general y el aumento de la participación, que en este caso creció caso ocho puntos respecto de las elecciones del 13 de agosto.
En ese tránsito también influye decisivamente el desempeño de los candidatos durante la campaña y su capacidad para retener los votos que su espacio reunió en las internas y ampliarlos. Nadie juega solo y no se elige en la asepsia de un laboratorio ni entre candidatos ideales.
También operan las pertenencias e identidades políticas, los miedos, las expectativas y las representaciones de futuros posibles, en función de las ofertas que la ciudadanía recibe frente a sus demandas y necesidades. Son obviedades que suelen ser obviadas demasiadas veces. Sobre todos por los que pierden.
Las encuestas realizadas en la última semana, como las que hicieron Federico Aurelio, de Artesco, y Shila Vilker, de Trespuntozero, anticipaban una tendencia en ese sentido, aunque el resultado superó las previsiones más optimistas. Entre las razones también hay que computar realidades particulares en las que funcionan lógicas locales que tiene fuerte impacto en el plano nacional.
Como señalan muchos autores, el peronismo es un sistema de creencias, muchas veces inmune a evidencias. Hay una historia y un vínculo emocional demasiado poderoso. Como para votar a Massa y hacerlo propio. Como ahora lo hacen los kirchneristas
El caso de la provincia de Buenos Aires es decisivo por su peso electoral, al reunir más del 37% del padrón electoral y así lo fue en esta elección presidencial. En el territorio bonaerense Unión por la Patria creció diez puntos respecto de las primarias y sumó 700 mil votos en dos meses. Los intendentes jugaron a fondo. Y las licencias de las que habían gozado los libertarios tuvieron un límite claro para poder crecer.
Otro caso es el de las provincias norte del país, donde el 13 de agosto había dado la gran sorpresa Milei. Los barones del histórico bastión peronista volvieron a levantar los puentes levadizos ante fuerzas exógenos sin arraigo en el territorio a las que les habían franqueado el ingreso en las PASO, ayudándolos a llenar las listas, fiscalizar los votos y aportándoles recursos. El aparato se desplegó ahora en toda su extensión y con toda su fuerza.
Los barones peronistas del conurbano volvieron a levantar los puentes levadizos ante fuerzas exógenos sin arraigo en el territorio a las que les habían franqueado el ingreso en las PASO, ayudándolos a llenar las listas, fiscalizar los votos y aportándoles recursos
Lo admiten en el equipo de campaña libertario: “El reparto de recursos que hizo Massa y el trabajo de los gobernadores e intendentes hizo la diferencia. Esperábamos un final más parejo”, dijo anoche uno de los armadores políticos de Milei.
El temor que despierta en la dirigencia peronista un triunfo del libertario se articula con los miedos que provoca en una base natural de sus votantes, muchos de los cuales, además, tienen una fuerte relación con el Estado, ya sea asistencial, laboral o como usuarios de sus servicios, por más deficitarios que sean.
La perspectiva de la pérdida de beneficios o derechos que el libertario propicia y sostiene fue eficazmente explotado por la campaña de Massa y encolumnó a toda la línea dirigencial. Un mensaje sencillo de llegada directa a las bases capaz de sobreponerse a las calamidades económica que padecen diariamente.
Además, el factor de la pertenencia tiene un peso decisivo. Como señalan muchos autores, el peronismo es un sistema de creencias, muchas veces inmune a evidencias. Hay una historia y un vínculo emocional demasiado poderoso. Como para votar a Massa y hacerlo propio. Como ahora lo hacen los kirchneristas, a pesar de los resultados de su gestión y de su historial político, ideológica y personal que lo han ubicado y lo ubican en las antípodas de muchas de las orientaciones y postulados de quienes tienen a Cristina Kirchner como la jefa. Votar a un no peronista o a un antiperonista sigue siendo un salto demasiado grande para muchos.
También el peronismo es el partido del poder y no el de los dogmas. Y el hoy ministro de Economía es el único vehículo que les ofrece a los suyos la posibilidad cierta de no perderlo y tener que pasar a la intemperie.
La plasticidad, la ambición, el ejercicio del poder sin restricciones, la creatividad, la energía y la escasez de pruritos de Massa son atributos que el perokirchnerismo valora, premia y admira.
Milei, en su piso y su techo
Enfrente, tendrá al fenómeno libertario, que después del batacazo de las PASO logró conservar el porcentaje de votos, aunque perdió adhesiones en términos relativos. El piso y el techo no se movieron.
Los exabruptos del propio Milei, de sus candidatos y referentes durante la campaña que fue de las PASO a la general parecen haber cristalizado el miedo de quienes no lo votaron.
El discurso que hizo anoche el candidato libertario de cara al ballottage apuntaron a romper esos límites, sobre todo en busca de captar a los votantes cambiemitas más antikirchneristas.
Las lisonjas que dedicó a Bullrich y a los ganadores del día de ese espacio, como Jorge Macri y Rogelio Frigerio compitieron con las críticas furibundas al kirchnerismo, como no lo había hecho en toda la campaña. Pero no le bastará con el elogio a los dirigentes cambiemitas. Ya se vio que los votos, sobre todo de los electores más independientes de ese espacio no tienen dueño.
Sus propuestas, sus relaciones, sus reacciones y su orientación, además, chocan y afectan convicciones, sentimientos, sensibilidades e intereses muy arraigados en muchos argentinos que no lo votaron y a los que les costará mucho votarlo sin entrar en fuertes contradicciones internas.
Entre ellos está una mayoría de radicales y también adherentes moderados del PRO. Son los que volverán a debatirse entre el enojo y el miedo. El enojo con la dirigencia establecida, que no le ha solucionado sus problemas, sino todo lo contrario, lo que Massa encarna como pocos. Y, enfrente, el miedo a la propuesta radical del libertario, en la que la tolerancia y el respeto a lo diferente no es un atributo, como tampoco lo es la defensa de la institucionalidad o de muchos derechos. Milei tiene por delante un desafío demasiado grande.
El fracaso absoluto de JxC
Lo que es definitivo hoy es el rotundo fracaso protagonizado por JxC, que perdió casi un millón y medio de votos, que es casi lo mismo que sumó UP, entre las PASO y la general. Pero sobre todo resalta que se le fugaron casi cinco millones de votos desde la elección presidencial de 2019. Una enormidad casi imposible de representarse.
Las caras de Bullrich y de Mauricio Macri en el escenario cambiemita de anoche lo decían todo. Para el fundador del PRO el triunfo de su primo Jorge Macri en la ciudad de Buenos Aires que aún no es definitivo, no tenía ni siquiera el sabor de un premio consuelo. Los cambiemitas perdieron en el bastión porteño casi 7 puntos. Macri es visto ahora por muchos dirigentes y votantes de su espacio como uno de los grandes mariscales de la derrota.
Pero sobre todo para el expresidente opera como una amenaza inquietante la perspectiva de un triunfo definitivo de Massa en el ballottage. Ese escenario posible alimenta sus peores fantasmas. Las facturas pendientes que existen entre ambos son demasiado grandes. Y teme un tiempo de oscuridad para él.
En este contexto, la posibilidad de que la coalición permanezca unida se asienta ahora fuertemente en el inédito control territorial que tendrá JxC en el interior del país, con una decena de gobernaciones, como nunca antes había ocurrido.
La feroz interna cambiemita no concluyó con las PASO. Las derrotas prolongan y profundizan las diferencias y los rencores. Hay demasiadas diferencias en su seno. Las desconfianzas no existen solo entre los partidos que integran la alianza sino también hacia adentro de cada fuerza. Ahí también se encuentran razones de la derrota.
El catastrófico retroceso nacional y en la decisiva provincia de Buenos Aires es un golpe demasiado duro, que podría generar una dispersión y convertir a la coalición en una federación de fuerzas provinciales. Además, deberá resistir a la tentación y la presión que ejercerá quien llegue a la Presidencia. Tanto si es Massa como Milei.
La continuidad de la coalición como tal está tan en duda ahora, como el destino que tendrán en el ballottage los casi seis millones de votos obtenidos ayer codiciados por los dos contrincantes que pasaron a la segunda vuelta.
Las críticas que Bullrich le dedicó exclusivamente al oficialismo en su discurso de admisión de la derrota no implica que sus votantes sean consecuentes con ese posicionamiento y, menos, que automáticamente vayan a votar a Milei. La crisis de liderazgo y representación que impera en el universo cambiemita desde que perdió el poder en 2019 tiene y tendrá demasiadas consecuencias en el mediano y el corto plazo.
Muchos de sus electores tienen tanta aversión (o más) a los posicionamientos extremos del libertario como reticencias respecto de Massa. Varios se debatirán entre tomar partido por uno u otro, votar en blanco o no participar.
La sorpresa que dejó el resultado electoral tiene demasiadas explicaciones, aunque no son suficientes para augurar lo que pasará dentro de cuatro semanas. Otra película acaba de empezar. Será larga y llena de desafíos y amenazas para ambos.
Massa y Milei se habían elegido de antemano como rivales y consiguieron su objetivo. El 19 de noviembre se sabrá quién acertó en la elección de su rival.
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