Las dos caras de Wado: el “moderado” que dialogaba con Larreta y el que motorizó la rebelión contra la Corte
De Pedro juega un doble rol en el conflicto por los fondos; la misma actitud adopta en su cortejo a los empresarios, que se contrapone a la embestida contra la Justicia, los medios y la oposición
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Meses y meses de negociaciones, a puertas cerradas y generalmente en las oficinas del ministerio del Interior, forjaron un buen trato entre el delfín kirchnerista Eduardo de Pedro y el alcalde Horacio Rodríguez Larreta. La misma sintonía alcanzó con otros funcionarios porteños, con los que definió la porción del financiamiento nacional que debía tener la policía de la Ciudad. Las conversaciones tuvieron lugar después de la hecatombe que había provocado Alberto Fernández, en plena pandemia en septiembre de 2020, al recortar los fondos de coparticipación al distrito federal. Pero Wado se mostraba comprensivo y dispuesto al diálogo político.
Esa cara amigable y seductora lució De Pedro en el último año y medio en ágapes del “círculo rojo”. El comentario solía repetirse en los encuentros a los que asisten empresarios de primera línea: “Hay un camporista con el que se puede hablar”. En ese ambiente se preguntaban hasta cuándo se extendería la “licencia” del ministro para adentrarse en lo que sus compañeros consideran, lisa y llanamente, las filas enemigas. Esa pregunta cobró vigor en las últimas horas, cuando se constató que el jefe de la cartera política fue uno de los que organizaron -en términos operativos y políticos- la rebelión de los gobernadores del PJ que le exigieron al Presidente que desconozca el fallo de la Corte Suprema de Justicia que restituyó fondos a la ciudad de Buenos Aires.
Esa cara ríspida de De Pedro, que comparó el fallo de la Corte con los golpes militares, ya se venía manifestando desde el fallo judicial que condenó a la vicepresidenta Cristina Kirchner a seis años de prisión e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos. El ministro no solo rechazó la sentencia del tribunal y calificó a sus integrantes de “mafiosos”, sino que abonó la hipótesis de que existe un entramado cuyo fin es “proscribir” a Cristina.
De Pedro ya había tenido una reacción intempestiva tras el atentado contra Cristina, el primero de septiembre. “No es un loco suelto ni es un hecho aislado: son tres toneladas de editoriales en diarios, televisión y radios dándole lugar a los discursos violentos. Son los que sembraron un clima de odio y revancha”, aseguró.
No es un loco suelto ni es un hecho aislado: son tres toneladas de editoriales en diarios, televisión y radios dándole lugar a los discursos violentos. Son los que sembraron un clima de odio y revancha, y hoy cosechamos este resultado: el intento de asesinato a @CFKargentina. pic.twitter.com/VBI6cfkpka
— Wado de Pedro 🇦🇷 (@wadodecorrido) September 2, 2022
Juego de roles
En charlas reservadas, De Pedro advierte que La Cámpora es “estigmatizada” por la oposición y los medios masivos para impugnar sus posturas políticas sin discutir las razones de fondo, aunque acepta matices con el estilo más cerrado de Máximo Kirchner y la vehemencia de Andrés “Cuervo” Larroque, dos figuras centrales de la organización. En el reparto de roles, a Wado le tocó el de convertirse en nexo con sectores a los que el kirchnerismo combatió en el pasado. No tuvo, ni tiene, una tarea sencilla porque los puentes estaban rotos.
El ministro del Interior, cuya relación con Alberto Fernández se enfrió notablemente desde su amague de renuncia tras la derrota oficialista en las PASO de 2021, predica insistentemente sobre la necesidad de alcanzar un acuerdo nacional a partir de una mesa a la que se sienten los “jugadores titulares” del poder político y económico. En público no lo dice, pero los nombres que baraja para esa convocatoria son los de la propia Cristina Kirchner, Mauricio Macri, Héctor Magnetto (Clarín) y Paolo Rocca (Techint), entre otros pocos. En esa lista no aparece el Presidente.
Contactos con la oposición
El ministro insiste en mostrarse como un distinto dentro del kirchnerismo. Este año encabezó delegaciones oficiales a Estados Unidos e Israel, con cuyas embajadas tiene buen trato en Buenos Aires, y hace una semana participó de una charla anti grieta junto a dirigentes opositores como Facundo Manes y Martín Lousteau en Rosario. “Soy optimista. Estamos en un nivel de definición que nos permite pensar a las nuevas generaciones un acuerdo para que Argentina funcione con el campo, con la industria y con la ciencia”, afirmó Wado, mientras que su activo equipo de prensa distribuía las imágenes del encuentro.
Otros contactos y amistades de Wado son más sensibles para el mundillo kirchnerista. Por caso, la relación que mantiene desde su infancia en Mercedes con la familia judicial Mahiques, a la que la vicepresidenta acusa de participar en distintas instancias del supuesto lawfare en su contra. La cercanía de pago chico se hace extensiva a Gerónimo Ustarroz, representante del Poder Ejecutivo en el Consejo de la Magistratura, hermano de crianza de De Pedro e influyente en ámbitos vinculados al Poder Judicial.
En su historia personal y política, De Pedro también se considera un productor agropecuario. A tal punto, que recuerda que lo primero que le encargó Néstor Kirchner, en 2009, fue un programa para el sector después de la “guerra gaucha” por las retenciones a las exportaciones, en la que el kirchnerismo salió derrotado.
En el Frente de Todos, la coalición oficialista, no faltan los que piensan que con De Pedro, Cristina emula la estrategia -diseñada por ella misma- para cuya ejecución se reconcilió con Alberto Fernández en 2019. Esto es, incorporar a su entorno dirigentes con llegada a sectores que la rechazan, especialmente empresarios. Y ahora, tras el sorpresivo “renunciamiento” de la jefa del kirchnerismo a competir en las elecciones de 2023, el nombre de Wado surge como uno de los que podrían empuñar el “bastón de mariscal”.
Mensaje a Massa
También lo mencionan como posible compañero de fórmula de otros dirigentes con más trayectoria, como el ministro de Economía Sergio Massa. Pero desde que se supo que ambos integran la grilla presidencial del oficialismo, Wado tuvo algunos gestos ásperos con el tigrense. El último se registró ayer, cuando mandó a decir a sus voceros que es el departamento de Legales del Palacio de Hacienda el que debe tomar las decisiones en la aplicación del fallo de la Corte sobre los fondos de la ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, la sentencia dice que los pagos debe realizarlos el Banco Nación.
A De Pedro no le sirve agitar mucho ese avispero: la presidenta del banco, Silvina Batakis, fue la autora del informe de la Secretaría de Provincias -bajo el ala del ministerio del Interior- en el que se basó Alberto Fernández para decidir el recorte de fondos a la ciudad de Buenos Aires. La fugaz exministra de Economía no tuvo que tomar, hasta ahora, un trago de su propia medicina porque el Gobierno optó por recusar a los jueces de la Corte. Pero tal vez deba hacerlo en el futuro.
Delegado
Dentro del peronismo no son pocos los sindicalistas, gobernadores e intendentes que ven en la figura de De Pedro a un delegado personal de la vicepresidenta, lo que contradice la expectativa que el ministro del Interior había despertado en sectores empresarios. “Pienso que Cristina lo va a poner a Wado para controlar todo”, deslizó un integrante de la mesa chica de la CGT. Otros piensan que podría participar de una PASO del Frente de Todos, contra Massa o quien busque competir por afuera del kirchnerismo.
Así, queda cada vez más claro que el futuro de De Pedro forma parte de la estrategia del kirchnerismo de cara a 2023 y que su protagonismo está llamado a acentuarse tras la autoexclusión de Cristina. Su presencia en el escenario en el acto de la vice en La Plata fue, en los hechos, un privilegio que compartió sólo Kicillof, otro mimado de “la jefa”. Pero su línea es verdaderamente la de Máximo. “Es un analista político, el que más escucho”, dijo sobre el mentor de La Cámpora. El mismo que pensó un comunicado de PJ bonaerense en el que se acusó a la Corte de tener actitudes golpistas, una idea que luego Wado tomó como propia.
Las dos versiones de este funcionario de 46 años, que cuando entra a la Casa Rosada saluda al busto de Néstor Kirchner y cultiva relaciones con obispos católicos, forman parte de esa estrategia y representan dos caras de una misma moneda. De un lado, el rostro amigable con el “círculo rojo” y del otro, el discurso combativo que quiere escuchar la feligresía kirchnerista. El que dialoga con Rodríguez Larreta y el que se da media vuelta y arma -en línea con Cristina- una embestida de los gobernadores del PJ contra la Ciudad.
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