Las diferencias con la CGT paralizaron el llamado del Gobierno a un acuerdo de precios y salarios
Aunque lo anunció, la Casa Rosada no avanzó ni tiene fecha para una cita con la UIA y los sindicatos, que rechazan el bono que impulsa el kirchnerismo y defienden las paritarias para enfrentar la inflación
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A dos semanas de haber anunciado una inminente reunión con empresarios y sindicalistas para negociar un acuerdo de precios y salarios destinado a atenuar el impacto de la inflación, el Gobierno aún no mostró avances en la convocatoria. El principal escollo para el encuentro que prometió Alberto Fernández surge de la tensión –por ahora irreconciliable– entre el bono fijo para los trabajadores que impulsa un sector del oficialismo y la defensa de los acuerdos a través de paritarias que enarbolan los sindicatos.
La convocatoria del Presidente fue realizada una semana antes de que la CGT marchara contra la “inflación”. Un punto que enfatizaron tanto desde la central obrera como desde el Gobierno, para sostener que la protesta no apuntó contra la Casa Rosada. Esa movilización fue el primer argumento al que acudieron en el oficialismo para justificar la demora en el llamado a empresarios y sindicatos. “No se los puede convocar en la previa de una marcha”, afirmaron. Pasados los días y la movilización, en el oficialismo son varias las voces que coinciden en lo “desatinado” del anuncio de Fernández. También en que se mantiene el foco de conflicto entre “suma fija” o paritarias.
“Hablábamos con Sergio [Massa] y los dos estuvimos de acuerdo en una idea: que en el transcurso de esta semana vamos a convocar a los empresarios, a los sindicalistas de la Argentina, para sentarnos en una mesa y marcarnos una hoja de ruta para alinear precios y salarios por los próximos 60 días”, dijo Fernández el 9 de agosto. Desde entonces pasaron casi dos semanas y el llamado no solo que no se concretó, sino que tampoco tiene una fecha estimada, tal como admiten en la Casa Rosada.
Desde un primer momento, en el Palacio de Hacienda hicieron referencia a contactos privados de Massa con la Unión Industrial Argentina (UIA) y la Confederación General del Trabajo (CGT), los dos principales actores a sentarse en la mesa de negociación. “Hay que pisar sobre seguro antes de realizar la convocatoria, tener una seguridad previa”, confiaban a la nacion fuentes de la cartera. “Eso se hace con encuentros o charlas previos y privados, no vociferando a los cuatro vientos sin saber si hay margen”, enfatizó otra fuente oficial.
El tema requirió encuentros personales, pero todavía “no está cerrado el aumento por la suma fija”, según admiten fuentes oficiales. Ese punto era promovido por la vicepresidenta Cristina Kirchner y rechazado de plano por la CGT. Massa, siempre más pragmático, impulsaba una propuesta intermedia. Se mencionó también la posibilidad de un bono por única vez, en tanto los gremios ratificaban las paritarias como herramienta para negociar con los empleadores.
“La suma fija es lo que más ruido genera. Otra posibilidad es un bono”, mantuvo en el caer de la tarde del viernes desde su despacho de la Casa Rosada un importante funcionario. Agregó que la mira está fundamentalmente puesta entre los trabajadores que perciben entre 70.000 y 130.000 pesos, aproximadamente. “No son malos ingresos, pero en esta situación sí lo son. Una cosa es subjetiva y otra objetivamente”, apuntaron desde Balcarce 50. La dilación en la definición complica los planes para dominar la escalada inflacionaria.
En el Palacio de Hacienda explican, respecto de la inflación, que se apuesta a lograr un “sendero decreciente”, que sea “muy gradual, pero vaya mejorando mes a mes”. Enfocan buena parte de la solución en un ordenamiento de la macroeconomía y consideran que “lo más importante es que el Banco Central no va a hacer más aportes al Tesoro, que generan emisión y por lo tanto inflación”.
Como vienen sosteniendo desde hace casi tres semanas, cuando desembarcaron en el Ministerio, en el massismo insisten en la necesidad cuidar las cuentas fiscales, a través del congelamiento de la planta del Estado, y de fijar que los ministerios no tengan partidas extraordinarias por fuera del presupuesto vigente. “Como hubo inflación, es un ajuste”, admiten, aunque para afuera se hable de “ordenamiento”. Y cifran expectativas en lo que denominan la “fábrica de dólares”: energía, minería, campo y servicios. Hay expectativa en la visita de Massa a Houston, Estados Unidos, donde tendrá reuniones con ejecutivos de empresas del litio y el petróleo.
Otra de las variables es lo que sucederá con el campo y la posibilidad de que se cierre el nuevo dólar soja para que los productores liquiden la cosecha. A la ecuación le suman la economía del conocimiento, donde, aseguran, “muchas veces la Argentina vende servicios y cobra en dólares, pero no los ingresa a la economía porque no conviene el tipo de cambio”. Se buscará alguna herramienta para atraer esos fondos al país.
El otro elemento al que apunta el ministro es el fortalecimiento de las reservas del Banco Central y a respaldar los pesos a través de financiamiento externo (allí apuntan las promesas de créditos del BID y la CAF) y el canje de deuda.
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