Las desconfianzas siguen dominando a un Gabinete que no logra cerrar las heridas
La nueva dinámica que busca imprimirle Manzur no alcanza para ocultar las tensiones; pese a los intentos por mostrar unidad, las distintas fuerzas del Frente de Todos buscan la autopreservación
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La desconfianza es total. Pese a los esfuerzos por mostrar unidad, el Frente de Todos es hoy una cáscara vacía sin contenido. Algo similar ocurre hacia el interior del gabinete nacional donde manda la desorientación. Cada una de las tribus que lo componen solo trabaja por su preservación ante lo que asoma como una inevitable derrota en noviembre.
La última imagen, en la que se vio al presidente Alberto Fernández, con Máximo Kirchner, Eduardo de Pedro, Julio Vitobello y Gustavo Beliz –antes de abordar el helicóptero que los llevó a la cancha de Nueva Chicago–, sirve como una síntesis perfecta del momento que atraviesa el oficialismo. En el mismo espacio estaban los que provocaron la crisis institucional, los que no lograron evitarla y los que intentaron forzar una ruptura. Lo que para afuera es todo armonía, adentro la situación es diametralmente opuesta.
Alberto Fernández aún masculla la “traición” de La Cámpora, especialmente por el principal artífice de la crisis política, Wado de Pedro. Las miradas se posan sobre “Wadito”, como se refería a él el jefe del Estado antes de la renuncia pública del ministro del Interior. Hoy esa relación está atravesada por el recelo y la cautela. “Está todo roto”, reconoció un integrante del gabinete nacional.
Una víctima de esta tensión fue Paula Español. Cansado de la falta de resultados en el control de precios, una de las razones de la derrota electoral según analizaron en la Casa Rosada, el Presidente le pidió ayer a su jefe de Gabinete, Juan Manzur, la cabeza de la ahora exsecretaria de Comercio Interior, reemplazada por Roberto Feletti. A Español la rescató De Pedro, que la sumó a su equipo en Interior.
Los problemas internos no se circunscriben a problemas de palacio. En diferentes despachos de la Casa Rosada también apuntaron contra el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, a quien le atribuyen ser responsable de las críticas públicas en los últimos días. Nadie se salva en estos días de tensión interna.
En el medio de ese escenario asoma Juan Manzur, con una hiperactividad que sirvió en un primer momento para mostrar una reacción política ante la derrota de las PASO, pero que lentamente se adentra cada vez más en un laberinto inexpugnable. Manzur se reservó para si el protagonismo en actos y algunas conferencias de prensa, pero aún no termina de explicar, al menos de cara a la sociedad, cómo hará el gobierno nacional para salir de la crisis política, económica y social. Pese a los anuncios económicos los datos negativos se acumulan en el escritorio del ministro coordinador.
El área de trabajo que maneja el gobernador de Tucumán en licencia marca una intervención sobre el trabajo que hasta hace dos semanas era dominio exclusivo de De Pedro, la relación con los gobernadores. Al menos por ahora esa injerencia no generó cortocircuitos.
El desorden que atraviesa el Frente de Todos fue uno de los temas que abordaron el Presidente y la vicepresidenta Cristina Kirchner esta semana. Como contó Clarín, estuvieron juntos durante dos horas en las que analizaron la situación política, económica y el impacto de los cambios en el equipo presidencial. Fue el vigésimo encuentro entre ambos, según el detallado registro que lleva la expresidenta.
Un rato antes, para empaparse de las dificultades económicas que atraviesa la Argentina, Cristina Kirchner recibió al gobernador bonaerense, Axel Kicillof, en su despacho. El punto que genera mayor malestar es el de los precios; la reunión se daba justo en momentos en que el ministro de Economía, Martín Guzmán, reconocía en la Convención Anual de la Cámara de la Construcción (Camarco) que en septiembre hubo una suba de precios mayor a la de agosto.
La inflación en los alimentos es el principal reclamo que recibe el jefe del Estado en cada una de sus incursiones por el conurbano bonaerense. Es por eso que el rebote de septiembre impacto de lleno en el ánimo de los integrantes del Gobierno. A esta altura no son pocos los que “firman” un resultado como en las primarias en el principal distrito electoral del país, es decir una caída de casi cinco puntos.
La pregunta que se repite en el oficialismo es cómo saldrá el gobierno nacional ante un escenario de derrota. “Nos quedan dos años de gobierno y los cinco líderes del Frente tiene una imagen negativa del 70 por ciento”, describió un importante funcionario nacional. La referencia era sobre Fernández, Cristina Kirchner, Massa, Kicillof y Máximo Kirchner.
“Necesitamos que Alberto siga ocho años y si no que le entregue la cinta a otro compañero. Esta democracia de alternancia no camina, el único camino es la victoria”, se sinceró de manera brutal el último jueves en el Club Atlético Nueva Chicago el secretario de Economía Social del Ministerio de Desarrollo Social, Emilio Pérsico, uno de los líderes del Movimiento Evita.
A esa frase se sumó la advertencia del jefe de la bancada del Frente de Todos en Diputados. “Si nuestros ciudadanos y ciudadanas no se involucran, será muy difícil cambiar el destino de esta historia. Solo el pueblo va a salvar al pueblo y debe hacerse cargo de la parte que le toca”, fue el curioso pedido del hijo de Cristina Kirchner para que la gente vaya a votar el 14 de noviembre.
La semana que terminó sirvió como banco de prueba para una nueva etapa en proceso de evaluación: las reuniones de gabinete que impuso Manzur con su llegada a la Casa de Gobierno y que tuvo en su segunda edición la participación de Alberto Fernández. Ahí, libreta en mano, el Presidente les recomendó a sus funcionarios que dediquen parte de su tiempo en bajar al territorio.
También fue la vuelta de los actos masivos. El próximo será el 17 de octubre, en la Plaza de Mayo. “Tenemos que militar como siempre, salir a convencer a cada compañero. Con más fuerza que nunca”, ese fue el mensaje del Presidente. Una convicción que, pese a las puestas en escena, aún no se percibe dentro del Frente de Todos.
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