Las críticas internas debilitan a Guzmán y el Gobierno se prepara para un acuerdo precario
El Gobierno admite que el acuerdo será “malo para el país, pero el default sería aún peor”; buscan un puente para llegar hasta 2023; volvieron los cuestionamientos sobre la estrategia del ministro de Economía
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Wado de Pedro interrumpió unos días de descanso y se acercó hasta Villa Gesell. Ahí se encontró con Axel Kicillof, con quien compartió el viaje en helicóptero hasta la Casa Rosada. Ese trayecto sirvió para ajustar los detalles de una intervención que ya había hablado con el presidente Alberto Fernández y que avaló con la vicepresidenta Cristina Kirchner.
Ya en Balcarce 50, dentro del despacho del ministro político en la planta baja, se sumó el ministro de Economía, Martín Guzmán, para repasar los detalles. Uno sería el policía bueno, el otro tendría el rol del policía malo. Fue así que en la extensa exposición Guzmán, sobre quien volvieron furiosos cuestionamientos internos, nunca se apartó del libreto ni recargó responsabilidades en los principales accionistas del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Fue Kicillof el encargado de ponerle nombre y apellido a los responsables, siempre según la mirada del oficialismo, de trabar el acuerdo con el organismo multilateral de crédito. “Si tienen la posibilidad de trabar el acuerdo cabe revisar la estrategia”, así el gobernador bonaerense lanzó “la bomba atómica”, metáfora que eligió para describir el préstamo que el Fondo le otorgó a Mauricio Macri en 2018. Pero se trató de un “acting”, según la curiosa interpretación que hicieron desde lo más alto de la cúpula de poder del Frente de Todos.
Ya no hay margen para nuevas estrategias, tampoco tiempo. El Gobierno admitió en reserva que el acuerdo será “malo para el país y la gente, pero el default sería aún peor y no está en la cabeza de nadie”. Es lo que consiguió. “En marzo va haber un acuerdo flojo que nos permita llegar al 2023″, recocieron fuentes oficiales. Por eso ahora comenzó el tiempo de la instalación del mal menor y la apuesta está centralizada en lo que viene.
“Había que calmar a los propios”, se sinceró un testigo privilegiado de lo que ocurrió en las últimas 72 horas.
En un escenario complejo, varios actores de peso dentro del Frente de Todos, como el camporismo y el massimo, volvieron a cargar la responsabilidad sobre el titular del Palacio de Hacienda, que otra vez aparece debilitado. Los tiros por elevación llegan desde el Congreso por la falta de consensos internos y externos. Metódico y dedicado, Guzmán evita caer en estos juegos. “Hace dos años que dicen que se va… Alguna vez le van a pegar”, responden con una chicana desde su entorno.
No es el único que carga la cruz por la ausencia de varios gobernadores propios el miércoles en la Casa de Gobierno. En un clima interno atravesado por la tensión, el revoleo de culpas toca a todos. “La falta de consensos fue por errores del gobierno nacional”, se sinceró un hombre de consulta para varios ministros.
Mientras gana el clima de la desconfianza interna, algunos con malicia se preguntan cuándo asumirá la Jefatura de Gabinete Juan Manzur, que ofició todos estos días como un silencioso observador.
Tras una semana “intensa”, el ministro busca tejer acuerdos en paralelo a las conversaciones con el FMI, después de admitir que “el sendero fiscal es el punto donde no hay acuerdo”. Su obsesión son los precios y la necesidad de anclar las expectativas. En buen romance, frenar la espiral inflacionaria. Sin caer en internismos, las críticas están reservadas para la oposición. “Exigen cosas que nunca hicieron cuando tomaron el préstamo y ahora quieren saber los números… Hubiesen ido a la reunión. La instancia para preguntar era esa”, explicaron desde Economía.
También se defendieron sobre las críticas que llovieron tras el impacto negativo en los mercados por el discurso de Guzmán. “Martín sabía qué implicaba hablar, la economía real está bien. Algunos miran la economía financiera, nosotros la real. Lo importante es no frenar la recuperación económica, seguir generando empleo y aumentar las exportaciones”, agregaron desde el Palacio de Hacienda.
Una vez más las diferencias internas dejaron al Gobierno ante la maratónica tarea de alcanzar acuerdos. Lo cierto es que la fotografía con los gobernadores y jefes parlamentarios de Juntos por el Cambio quedó para más adelante. En principio sería en una semana. La excusa oficial fue que Sergio Massa se aisló porque Malena Galmarini dio positivo de Covid. El presidente de la Cámara de Diputados, uno de los armadores del encuentro, le avisó al Presidente y al bloque oficialista.
Aquellos que estuvieron con el Presidente en los últimos días aseguran que, obligado por el desorden interno y el contexto de fragilidad en la negociación con el FMI, volvió a ponerse el traje de equilibrista para mantener la paz.
También tuvo que intervenir para evitar el desaire de la oposición. El jefe del Estado llamó a Gerardo Morales (Jujuy) y Gustavo Valdés (Corrientes) para destrabar el conflicto. Finalmente, los gobernadores radicales enviaron representantes al cónclave con Guzmán.
Desde la oposición, en cambio, miran con atención cada paso que da el Gobierno. Las posturas internas son claras. La apuesta de muchos de los dirigentes de Juntos por el Cambio con ambiciones en 2023 es que el gobierno nacional mantenga este rumbo de “deterioro sustentable”.
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