Larreta y Bullrich, en el espejo: contrastes y semejanzas entre los planes de gobierno de los presidenciables de Pro
El jefe porteño y la titular de Pro anticiparon durante los últimos días las principales medidas que piensan aplicar si llegan a la Casa Rosada; ejes y objetivos prioritarios de sus proyectos
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Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, los principales presidenciables de Pro, desglosaron durante las últimas semanas sus planes de gobierno con el objetivo de posicionarse rumbo a las elecciones del año próximo. A la espera de que Mauricio Macri defina si se anotará o no en la contienda por la sucesión de Alberto Fernández, una jugada que podría alterar el escenario político, Larreta y Bullrich aceleraron la presentación de un paquete de propuestas y comenzaron a exhibir a los equipos con los que trabajarían para seducir al electorado propio -ambos dan por hecho que el candidato de Juntos por el Cambio saldrá de las PASO- y al segmento libertario, pero también a los desencantados con la administración del Frente de Todos.
Con Macri como “árbitro”, Larreta y Bullrich precisaron durante el último mes, en una seguidilla de reuniones con los empresarios más importantes del país, apariciones mediáticas o actos partidarios, los ejes de sus proyectos y las principales medidas que piensan aplicar si llegan a la Casa Rosada en 2023. También ofrecieron sus diagnósticos sobre la crisis económica, la situación social y los problemas estructurales del país.
Al desmenuzar sus planes de gobierno, el alcalde y la titular de Pro, exponentes del sector moderado y del ala dura, respectivamente, del conglomerado opositor, dejaron traslucir sus diferencias, pero también algunas coincidencias. Por ejemplo, ambos enfatizaron los ejes de seguridad y educación.
Larreta se mostró cauto cuando le pidieron detallar su plan “integral” para estabilizar la macroeconomía y “terminar” con la inflación. También fue más prudente que su rival en Pro a la hora de comprometerse a reducir impuestos y bajar retenciones, porque entiende que sería quimérico proyectar hoy cuál será la situación económica que heredará la próxima administración a partir del 10 de diciembre. Para el jefe porteño, la prioridad será lograr un equilibrio fiscal y “crecer”. “El plan de estabilización depende de la situación de partida. No sabemos si la inflación va a ser del 30, 80 o 200% ni si habrá reservas o no en el BCRA ni cuánto van valer los commodities y la energía. Todas esas variables condicionan la receta”, remarcó Larreta en su reciente exposición ante el Consejo Interamericano de Comercio y Producción (CICyP). Y remató: “Lo que no se negocia es la convicción política de estabilizar”.
Por su parte, Bullrich apuesta por exhibir un estilo más rupturista. De hecho, en la última presentación de sus equipos de gobierno en el Yacht Club de Olivos, ratificó que pondrá en marcha un sistema bimonetario y que prohibirá la emisión del Banco Central para financiar al Tesoro, con una modificación de la carta orgánica de la entidad.
Para la exministra, la única manera de frenar la escalada inflacionaria es bajar el déficit fiscal. En ese sentido, se mostró determinante en la necesidad de “desburocratizar” y “desregularizar” el Estado y “terminar con los privilegios” desde el primer día de gobierno. “Ya tenemos 3000 medidas, entre leyes y regulaciones, cuya palabra principal va a ser deróguese”, anticipó. A su vez, habló de un “examen ciego” para ingresar a la administración pública y ratificó que planea tener ocho ministerios.
La prioridad de Larreta
Confiado en su método, Larreta puso énfasis en la necesidad de ampliar la base de sustentación de Juntos por el Cambio y buscar acuerdos, ya que está convencido de que el próximo gobierno deberá conseguir un “consenso amplio” para encarar transformaciones en la economía y generar un “shock inicial de confianza”. Según la visión del alcalde, incorporar dirigentes de otras fuerzas a un eventual Gabinete o tejer nuevas alianzas con sectores afines a la cosmovisión de la coalición opositora que integran Pro, la UCR, la CC y Encuentro Republicano Federal permitirá avanzar con reformas -es decir, garantizarse el apoyo en el Congreso- y darle sostenibilidad al plan durante dos o tres décadas.
En rigor, el propósito de su modelo aperturista es concordar políticas de Estado. En ese esquema, reitera, quedan excluidos el kirchnerismo y los “extremos populistas”. “La opción de la confrontación nos lleva al fracaso indefectiblemente, hay que probar otro camino”, subrayó en una de sus últimas exposiciones frente al “círculo rojo”.
En el núcleo duro de Bullrich consideran que el plan del 70% es una “desgracia”, porque implica un “acuerdo corporativo” que trabaría los cambios “profundos” en la sociedad. Macri comparte esa visión.
“Es una locura: no se puede arreglar antes de asumir con ‘los Moyano de la vida’, porque llegarías condicionado al Gobierno”, dicen los “halcones”. La titular de Pro confía en incrementar el crédito social: “Hay que tener la rienda corta para que hagan el cambio, les guste o no”, avisó esta semana.
Larreta y Bullrich concuerdan en un punto: el próximo gobierno deberá actuar “rápido”, con soluciones de shock y sin gradualismos. “Solo tendremos 100 horas para trazar el rumbo”, suele decir Larreta.
En sus encuentros con el establishment, el jefe porteño insistió en que el instrumento de estabilización de la economía dependerá del momento de arranque. Hizo hincapié en “modernizar el sistema laboral”, para bajar los riesgos y los costos, y generar incentivos. También dijo pretende “garantizar que el sistema previsional sea sustentable a mediano y largo plazo”, y fomentar un sistema impositivo “más equitativo”, que promueva “la inversión, las exportaciones y la generación” de empleo. Eso sí, condiciona la baja de impuestos o retenciones a la obtención del equilibrio fiscal. “No podemos poner el carro delante del caballo, porque cuando hacemos eso, termina sufriendo el campo al final”, remarcó ante hombres de negocios en Puerto Madero.
Atentos al reclamo del agro y los empresarios por la fuerte presión impositiva, los “halcones” ofrecen una mirada distinta y, sobre todo, ofrecen ejecutar sus medidas con otro timing. En su afán de exhibir firmeza para avanzar con transformaciones -habla de un “cambio con coraje”-, Bullrich piensa en una reforma laboral “integral” porque en la Argentina hay “empleo reprimido” y avisa que avanzará apenas asuma con cambios en las “regulaciones de temas impositivos o fiscales”. “De los 170 impuestos que hay solo once explican el 90% de la recaudación. Vamos a sacar todos esos impuestos porque esa es la manera”, anticipó en el Yacht Club Olivos.
Larreta y Bullrich tienen muchas diferencias en el manejo de la política social. La exministra cuestiona el abordaje en materia social de la Ciudad e incluso planea un giro en esa área en comparación de la gestión de Macri, cuando Carolina Stanley estuvo al frente del Ministerio de Desarrollo Social.
Por caso, la titular de Pro anticipó esta semana que eliminará los planes sociales “en seis meses” e implementar un seguro de desempleo. “Ha sido un sistema de empobrecimiento cultural y educativo”, planteó.
En el equipo de Bullrich aspiran a correr a las organizaciones sociales -los llaman los “gerentes de la pobreza”- como intermediarios y que el Estado maneje los recursos. Además, pretenden que la asistencia sea temporal y segmentada, e impulsar, en paralelo, mejoras en la política educativa para aumentar la inserción laboral de los jóvenes.
En su raid mediático, Larreta sostuvo que “no es serio decir que hay que terminar con los planes sociales” con una pobreza del 50%. Si bien propuso un “replanteo integral de la política social”, fue más prudente que su contrincante: consideró que los planes deben ser “directos”, “temporales” y que deben exigir una “contraprestación”. “La única manera de convertir los planes en trabajo es que la Argentina crezca”, sostuvo.
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