Larreta va por el centro, contra la grieta
Este jueves, el jefe de gobierno porteño se lanzará buscando diferenciarse dentro de su propio partido y, al mismo tiempo, mostrar autoridad y de captar aliados y votantes más allá de las fronteras de Pro
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Antes de que comiencen las clases y de que sea tarde, Horacio Rodríguez Larreta empieza a hacer los deberes para instalarse formalmente como precandidato presidencial. El jueves próximo presentará su (previsible) postulación, con la principal novedad de que allí promete comenzar a darle nitidez a su perfil. Su déficit capital.
En busca de esa señal de identidad que propios y ajenos le reclaman, el alcalde presentará su candidatura con un video en el que subrayará un claro mensaje antigrieta.
El posicionamiento tiene un manifiesto doble propósito: implica una búsqueda de diferenciación dentro de su propio partido y, al mismo tiempo, un intento de mostrar autoridad y de captar aliados y votantes más allá de las fronteras de Pro. ¿Fin de las giras de Horacio deportista, Horacio carnavalero, Horacio mochilero, Horacio folckorista”, comienzo del tour “Rodríguez Larreta conducción”? Se verá.
La mira está puesta en la PASO de Juntos por el Cambio (JxC) y en la elección general a la que aspira llegar, tanto como en el tipo de gobierno que promete hacer. A riesgo de saltarse escalones
Por ahora, lo cierto es que deberá moverse en un escenario en el que los halcones del universo cambiemita (y del resto del espectro político) ya gozan de los beneficios inmediatos de la nitidez. Las encuestas muestran el sostenido avance de los más duros durante el último año, empezando por Patricia Bullrich. Aunque no haya candidatos cantados.
Por lo tanto, con el foco puesto en el centro, el jefe de Gobierno porteño asume, desde su lanzamiento, el desafío de transitar por ese sendero más o menos incierto, otrora bautizado como la avenida del medio, para captar el mayor ancho de banda posible y llegar a la más amplia audiencia electoral. No será un camino sencillo.
La experiencia indica que ese espacio luce en el arranque de cada proceso electoral amplio y generoso, pero que con el correr de la campaña los extremos van ocupándole carriles: por obligación, necesitan moderar sus expresiones para ampliar la base de apoyos. La presión de los polos termina empujando el centro. Solo para recuperar el poder.
“Si vamos a proponer un gobierno que necesitará contar con el apoyo de más de la mitad de los dirigentes y ciudadanos para poder hacer los cambios de fondo necesarios y lograr que sean sostenibles, tenemos que reforzar que estamos contra la grieta desde el arranque. Horacio va a destacar que la grieta solo beneficia a los políticos y perjudica a la sociedad”, argumenta uno de los entusiastas estrategos de la campaña larretista, que participó de la elaboración del mensaje que se emitirá por las redes sociales.
El difícil arte del equilibrio
Esa es la razón por la que, al mismo tiempo, Larreta empezará a ensayar el complejo arte del equilibrio entre esa definición antigrieta y una crítica sonora al gobierno de Alberto Fernández y a los embates contra las instituciones por parte del oficialismo. Un discurso que en el último mes ha reforzado, pero que sigue buscando su balance, sin todavía mover el amperímetro (o mejorar lo suficiente sus chances electorales). El contexto obliga a trazar diagonales complicadas para el jefe de gobierno porteño.
Por un lado, la campaña arranca con una crisis más extensa de lo que la mayoría de los votantes puede recordar, a la que la alternancia de gobiernos no logró derrotar y aparece sin solución de continuidad a la vista, lo que genera el hastío y el desvínculo de la sociedad con la mayoría de la dirigencia política.
Por otro lado, emerge la vigencia (aunque gastada) del kirchnerismo más cerril, con la centralidad absoluta recuperada de Cristina Kirchner y su carácter polarizante, como se vio en la última semana para padecer de Alberto Fernández y muchos más.
En el plano corto de la interna amarilla, Patricia Bullrich y el creador de Pro, Mauricio Macri, transitan con comodidad por los extremos. Desde allí fueron achicándole a Larreta la centralidad que había logrado los dos años posteriores al final fallido del gobierno cambiemita.
Los fracasos del gobierno de Alberto Fernández y la reinstalación de Cristina Kirchner con su viejo (pero renovado y reforzado) ropaje antirrepublicano, más la irrupción del antisistema Javier Milei, con su discurso ultraliberal (en lo económico), les dieron sustento y nitidez a los rivales internos de Larreta en el núcleo duro cambiemita. Al mismo tiempo, desdibujaron y complicaron la prédica consensual del alcalde.
No obstante, en las cercanías de Larreta se dice que esa polarización solo beneficia al kirchnerismo y a Milei. Argumentan que según diversos consultores propios, ajenos e independientes, ni Macri ni Bullrich podrían ganar en una eventual segunda vuelta. Pero para eso falta demasiado. Nadie tiene certezas, por ejemplo, acerca quién retendría más votos de los obtenidos por el rival que pierda en las PASO.
Esperanza y antigrieta
El mensaje de “esperanza y antigrieta” con el que se presentará el jueves Rodríguez Larreta deberá tener una alta cuota de creatividad para encontrar lugar en un espacio público que vuelve a estar dominado por el ruido. Empezará a testearse entonces si las singularidades del lanzamiento alcanzarán para que la opinión pública lo registre.
El hecho de que el mensaje haya sido grabado en Santa Cruz, cuna de la grieta que ordenó la geografía política de las últimas dos décadas, y que luego de su emisión Larreta haga una recorrida por el crucial Gran Buenos Aires, es parte de la apuesta de su equipo de campaña para reinstalarse en el plano nacional.
No obstante, la presentación solo debería verse como un primer paso de impacto acotado. Más un relanzamiento que un lanzamiento, dado que el jefe de Gobierno es considerado un presidenciable desde hace ya demasiado tiempo. Solo varias indefiniciones y postergaciones en la toma de decisiones, que sus propios aliados le reprochan, podrían haber puesto en duda ese destino.
El confort o la gloria
Tal vez así, lo más significativo resulte que Larreta presente su postulación sin esperar a que Macri defina qué hará en este turno electoral y cómo resolverá el expresidente el dilema vital que lo atraviesa, sintetizado en una lucha interna entre el confort (asegurado) y la búsqueda de la gloria (incierta).
El protagonismo también recuperado por Macri y los halagos de muchos que no tienen más destino que a su sombra, refuerzan el conflicto. Aunque no le impiden advertir que fuera de la interna cambiemita las posibilidades de volver a la Presidencia se reducen tanto como las perspectivas de tener plafón para afrontar el crítico escenario que espera al próximo mandatario.
Pero esas son ulterioridades. Hay demasiadas urgencias que todos los cambiemitas y, en particular, Larreta, deben empezar a resolver. La zona núcleo de la franja amarilla, que pintó sólidamente parte del país en las últimas cuatro elecciones, está signada por demasiados conflictos de resolución incierta. Crisis de liderazgos y revitalización de la autoestima radical, con su recobrada competitividad, son una combinación complicada.
El caso de Mendoza resulta paradigmático y, por eso, dos días antes de que se produzca el lanzamiento larretista habrá un intento de poner en caja lo que podría ser un problema de proyección nacional. La fecha límite para resolverlo es el 3 de marzo. La presencia o ausencia de Larreta en la Fiesta de la Vendimia es una prueba de fuego para encarrilar su candidatura y sus aspiraciones.
La amenaza del dirigente de Pro Omar de Marchi de no competir en una PASO con la fórmula radical que encabezará Alfredo Cornejo (aliado de Bullrich), sacudió la interna y golpeó a Larreta. De Marchi fue hace poco más de un mes el armador larretista en el interior. A juzgar por lo ocurrido en su provincia, más bien un desarmador, con el agravante de que volvió a poner el foco sobre las condiciones de Larreta para liderar.
Tanto Bullrich como los radicales están a la espera de esa definición. Aún para los rivales internos de Cornejo en la UCR, ese puede ser un test más que relevante. Ya hay quienes dicen que si Larreta no encuadra a De Marchi los vínculos con él pueden complicarse, aún con quienes son sus aliados, como Martín Lousteau, o parecen encaminados a asociarse, como Gerardo Morales.
Es un buen momento para subirse el precio, más aún después de la derrota del candidato amarillo Martín Maquieyra en la interna de La Pampa a manos del radical Martin Berhongaray y mientras desde el larretismo hablan de la intención de su jefe de conformar una fórmula con Morales.
“Esperamos señales claras. Lo de Mendoza es decisivo y si quiere armar un binomio con Morales estaría bueno que se lo dijera. Si no, parece como esos chicos que dicen tener una novia a la que nunca se le animaron a declararle su intención”, dicen con mordacidad altos dirigentes del radicalismo.
Tampoco es un detalle la indefinición en la cuna de Pro. La proliferación de candidatos porteños amarillos provoca tantos ruidos en el partido macrista como entre sus aliados, liderados por Lousteau.
El reciente lanzamiento del ministro de Salud, Fernán Quirós, repuso las incomodidades, aunque nadie está en condiciones de forzar nada y menos de romper algo. Así, el ministro de Gobierno, Jorge Macri, que ya cuenta con el apoyo de su primo expresidente y de Bullrich, está dispuesto a participar en el lanzamiento del jueves, después de haber posado en noviembre pasado con la exministra de Seguridad para malestar (sin consecuencias) del larretismo. Todos le toman el pulso al jefe de Gobierno.
Otro tanto ocurre con las internas irresueltas de Córdoba y Santa Fe, donde los posicionamientos e intereses de macristas y radicales se entrecruzan en busca de apoyos y señales, en medio de la desconfianza.
¿Maratonista o ciclista?
Sobre ese terreno inestable arranca su etapa decisiva Rodríguez Larreta, siempre signado por la lógica del maratonista. “Yo hago mi carrera a mi ritmo y sé cuándo tengo que acelerar. Esto es de largo aliento y no hay que apurarse antes de tiempo”, insiste ante quienes le reclaman definiciones.
La metáfora deportiva podría resultar fallida si, como parece evidente, una campaña presidencial se parece más al Tour de Francia que a la maratón de Nueva York. En las grandes citas del ciclismo de ruta el triunfo es inalcanzable sin un gran equipo detrás, con un estratega sólido y compañeros capaces de neutralizar o desgastar rivales y, sobre todo, dispuestos a dejar la piel por el triunfo de su candidato. El team Larreta todavía está en la incubadora.
En su entorno dicen que el lanzamiento será también el primer paso para remover esas limitaciones. Incluso para desatascar algunos frenos mentales que lo restringen por no haberse presentado formalmente aún como candidato.
Por ahora, lo que se sabe es que ya decidió apostar al centro, para romper la grieta. Aún a riesgo de quedar más en el medio del fuego amigo y enemigo. Es algo.
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