Lago Escondido: culminó la protesta y los manifestantes aceptaron regresar por otro camino
Fueron escoltados por las fuerzas de seguridad a través del acceso principal de la estancia de Joe Lewis y no por el Tacuifí, por donde exigían volver
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SAN CARLOS DE BARILOCHE.- Los manifestantes de la columna “Juana Azurduy” de la Séptima Marcha por la Soberanía del Lago Escondido, que acampaban sobre las orillas de ese espejo de agua, frente a la estancia del británico Joe Lewis, decidieron abandonar la protesta. Se retiraron acompañados por la policía de Río Negro por el acceso vehicular de la estancia, y no por el camino del Tacuifí (Domingo Puchy), como habían exigido desde que arribaron en kayaks y botes inflables hasta el lugar.
“Cumplidos los objetivos de haber puesto de manifiesto que el Lago Escondido es de todos los Argentinos, se ha decidido dar por concluida la marcha”, comunicó Julio César Urien, titular de la Fundación Interactiva para promover la Cultura del Agua, que organiza la movilización en la que participaron dirigentes y organizaciones del kirchnerismo y la izquierda.
“Todos los participantes de la columna de montaña se encuentran en perfecto estado de salud. Los integrantes de la columna del camino público del Tacuifí que fueron arteramente atacados se encuentran atendidos y fuera de peligro”, agregó Urien. “Las Malvinas son argentinas y el Lago Escondido también”, completó.
La retirada de los manifestantes de la columna “Juana Azurduy”, que habían llegado el jueves hasta la playa frente a la estancia de Lewis, se dio luego de largas negociaciones. La gobernadora de Río Negro, Arabela Carreras, dispuso efectivos policiales y ambulancias para garantizar la seguridad en la zona donde militantes de organizaciones políticas, gremiales y sociales reclaman la apertura del camino del Tacuifí.
Según los manifestantes, sacerdotes que pertenecen al Grupo de Curas en Opción por los Pobres pidieron al presidente del Episcopado, el obispo Oscar Ojea, que intercediera ante autoridades nacionales y provinciales para garantizar la seguridad en la zona. Uno de esos sacerdotes –el padre Paco Olveira- acompaña la protesta y realizó, junto con otros manifestantes, una huelga de hambre durante un día.
“Monseñor Ojea recibió anoche el llamado de un sacerdote, diciendo que el Padre Paco se encontraba con un problema de salud en el sur. La única intervención de Ojea fue hacerle llegar a la gobernadora Carreras la preocupación por lo que necesitara el sacerdote. Nada más”, explicaron a LA NACION en la Conferencia Episcopal Argentina.
Los manifestantes afirmaron que también hubo gestiones ante el Ministerio del Interior, que conduce el camporista Eduardo “Wado” de Pedro, para que la mandataria provincial garantice las condiciones de seguridad. Sin embargo, desde el jueves ya estaban desplegados en el lugar los efectivos policiales.
“Carreras se comprometió a enviar en forma inmediata dos ambulancias para asistir al padre Paco Oliveira y al veterano de guerra Gustavo Bellido, excombatiente de Malvinas”, sostuvo Urien. El uso de las contadas ambulancias de la región para asistir a los manifestantes había sido una preocupación de los vecinos de la zona.
La huelga de hambre iniciada por Olveira y Bellido tenía la finalidad de lograr que se les permita regresar desde el lago hasta El Foyel, sobre la ruta 40, por el camino Tacuifí. También indicó Urien que se presentó un hábeas corpus ante el juez Ricardo Calcagno para garantizar la seguridad de las personas que iniciaron el recorrido.
El acceso principal de la estancia de Lewis tiene unos 18 kilómetros desde la ruta 40 hasta el lago. El camino del Tacuifí es más largo y complejo: se extiende por 23 kilómetros, atraviesa dos ríos y once campos privados. Los manifestantes sostienen que es la senda que la Justicia de Río Negro ordenó habilitar al público.
El gobierno de Carreras, a través de la dirección de Vialidad Provincial, apeló el último fallo judicial, de septiembre de 2022, argumentando que la sentencia original de la justicia rionegrina no exige abrir al público el camino del Tacuifí, sino señalizar y dotar de medidas de seguridad el intrincado y más extenso sendero de montaña que la columna “Juana Azurduy” utilizó para llegar al lago.
Protesta y dramatismo
“Hay peligro de vida”, había indicado Urien con dramatismo, para reclamar el envío de agentes de seguridad. El gobierno rionegrino dijo que “se dispuso una presencia policial para garantizar y resguardar la seguridad de todas las personas que se encuentran en el lugar”.
También informaron las autoridades provinciales que, ante la presencia de adultos mayores y personas que realizan una huelga de hambre, se resolvió “apostar una ambulancia con profesionales médicos en la zona para la atención de emergencias y eventuales traslados, en caso de ser necesario”.
Olveira, uno de los referentes del grupo Curas en Opción por los Pobres, y Bellido formaban parte de la columna de montaña que partió el sábado pasado desde Wharton para llegar a las costas del Lago Escondido. Sergio Cuestas, abogado de la fundación que conduce Urien, acusó a personal cercano al predio de Lewis de haber agredido a manifestantes y producido destrozos en el equipamiento y las mochilas.
“La columna Juana Azurduy llegó a la playa frente a la mansión de Joe Lewis. Su gente dice que tienen que salir por un camino privado. Nosotros no aceptamos eso. Si no pueden bajar por el camino público de Tacuifí se van a quedar una semana acampando hasta recibir una respuesta favorable”, insistió Urien. En horas de la tarde anunció el repliegue de los manifestantes.
En total, menos de 60 manifestantes llegaron el jueves hasta la orilla del lago donde se levanta la estancia. El médico Jorge Rachid, funcionario del gobierno de Axel Kicillof, abandonó el lugar en ambulancia ese mismo jueves, junto a una joven que arrastraba una herida de la travesía.
Incidentes y heridos
Cada día de esta semana, mientras la columna “Juana Azurduy” avanzaba por el camino de montaña, el núcleo principal de los manifestantes acudió a protestar sobre la gruesa reja de metal donde comienza el camino del Tacuifí, en la ruta 40. La tensión fue in crescendo con cada jornada, hasta que el jueves derivó en serios enfrentamientos entre los manifestantes y los peones rurales y vecinos que buscan trasponer la reja.
Durante el mediodía del jueves, los manifestantes avanzaron y atacaron con piedras, palos y hasta con una amoladora la reja del portón de acceso al camino privado, que había sido reforzada con alambres de púa.
Los hechos de violencia se produjeron pese a la advertencia que los vecinos de El Foyel le enviaron la semana pasada por carta a la gobernadora Carreras. Allí, le recordaron los incidentes que se producen con cada marcha anual al Lago Escondido. “Nuestra tranquilidad queda a expensas de grupos violentos, nos han roto alambrados, lesionado vecinos, carneado animales. Nunca pudimos tener un responsable, siempre ocultos entre el tumulto y la clandestinidad”, indicaron, para advertir que durante la semana de protestas no pueden trabajar. “Por semanas, los que vivimos sobre el camino Domingo Puchy tenemos que vivir a tranquera cerrada. Y los que vivimos sobre la ruta 40 sufrimos la pérdida de clientes por los micros, los acampes y la violencia ejercida”.
Durante la tarde del jueves la situación escaló aún más, cuando un grupo de manifestantes utilizó una una vía lateral para evitar el portón de acceso y acceder al camino del Tacuifí. Según le dijo a Telam Gastón Harispe, diputado del Parlasur del Frente de Todos, el grupo incursionó por “un camino público llamado Huella Andina” para llegar al camino del Tacuifí, cuando comenzó la “persecución” por parte de “los peones de Lewis”, como identifican a quienes resisten el avance de la marcha ataviados con ropas de gaucho.
La versión de los vecinos de El Foyel difiere. Señala que el grupo de manifestantes intentó llegar hasta el camino del Tacuifí atravesando uno de los campos privados y que ahí fueron interceptados por los peones y vecinos.
Más allá de las contradicciones entre los dos relatos, las imágenes que circularon en redes sociales son elocuentes: muestran a los gauchos avanzando al galope sobre los manifestantes, que huyen como pueden de nuevo hacia la ruta 40, entre caídas, empujones y golpes de rebenque.
Entre los ocho heridos reportados se encuentra Gabriel Berrozpe, hijo del sindicalista bancario Eduardo Berrozpe, el propio Harispe y la dirigente del Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST) Celeste Fierro. “Se generó una persecución que podría haber sido una tragedia por la violencia desatada. Retrocedimos dispersos. A mí me pegaron con algo en la sien que me dejo desvanecido en el piso. Me logré levantar y me pegaron desde todos los flancos a pie y con caballos”, relató Harispe.
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