A continuación, sus principales conceptos:
Antes incluso de asumir formalmente como ministro de Hacienda, Hernán Lacunza ya enfrenta una situación crítica para los activos argentinos que amenaza con extenderse cuando abran los mercados en el país.
Llamado de urgencia y sin margen para acomodarse, el nuevo ministro experimenta los efectos de la delicada situación política en la que quedó el gobierno de Mauricio Macri. Asistimos a una transferencia de poder acelerada hacia la oposición, de manera que la capacidad de acción del oficialismo y sus ministros se encuentra dramáticamente limitada.
Lo que pasó hoy en los mercados internacionales durante el feriado argentino, con una suba fuerte del riesgo país y una caída de los activos argentinos, es una señal clara del momento que vive el país. El impacto negativo en los mercados respondió al pánico que causó entre los inversores una declaración de Alberto Fernández el domingo, en una entrevista con Clarín.
Dijo allí el candidato del kirchnerismo que la Argentina está prácticamente en default y que pensaba hablar con los acreedores para ver qué se podía hacer. "Hay que sentarse a discutir uno por uno, como hicimos con la deuda en su momento", dijo. Pareció una velada alusión al canje de deuda que se hizo en los primeros años del gobierno de Néstor Kirchner para empezar a arreglar el default declarado en 2001.
La reacción movió a Fernández a hacer aclaraciones. Envió a su asesor en temas financieros Guillermo Nielsen a decir que el candidato opositor no tiene previsto una reestructuración de los títulos argentinos.
La palabra de Nielsen pesa en los mercados, pero la inquietud continúa. Hay una fuerte preocupación en estas horas entre inversores, banqueros y economistas por cómo puede continuar la situación en las próximas horas con el dólar, la Bolsa y los títulos argentinos.
A Lacunza le toca lidiar con una situación delicadísima y con herramientas limitadas para gestionar la crisis.
En su primera reunión con Macri desde que se le encomendó el ministerio, hablaron de medidas para sostener el tipo de cambio y de la negociación pendiente con el FMI, que envía esta semana una misión para evaluar el programa stand by y definir si envía el próximo desembolso de 5385 millones de dólares.
La prioridad que le dio Macri es la gobernabilidad. Gestionar la situación para llegar bien a diciembre.
Allí se acordó también que no hablara públicamente hoy, si no después de asumir, mañana a primera hora, antes de la apertura de los mercados. Lacunza carga no solo con el karma de no controlar el discurso de su empoderado rival político sino también con la preocupación que causó en muchos actores económicos la salida de Nicolás Dujovne, que era visto como el garante de la disciplina fiscal.
La llegada de Lacunza viene acompañada de una reconfiguración interna del poder macrista: en la nueva balanza pesa menos Peña y mucho más María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta. También Rogelio Frigerio, el hombre que en su momento acercó a Lacunza al macrismo, tiene mucho más juego que antes de las elecciones.
Lo que se espera del nuevo ministro es que consiga estabilizar las variables macroeconómicas y al mismo tiempo ejecutar medidas de alivio que moderen el impacto de la devaluación ya asumida después de las PASO. Se esperan hoy señales de que cumplirá con el programa de déficit acordado con el FMI y de que se honrarán los compromisos con los acreedores.
En cuanto al perfil de Lacunza, se le da mucha importancia a su buen diálogo con figuras del peronismo cercanas a Alberto Fernández, entre ellos, Sergio Massa y Martín Redrado. Es un reconocimiento tácito de que existe hoy casi una gestión compartida: las herramientas las tiene el Gobierno; el poder reside en gran parte en la oposición.
Sin embargo, en el Gobierno insisten que no se renuncia a ganar las elecciones. Que Lacunza tiene la misión de acomodar las cosas para llegar con opciones a octubre. La prueba es la convocatoria a la cumbre de esta tarde en Olivos, con Macri, Elisa Carrió y Miguel Pichetto, entre otros. Hay que sostener la mística electoral aun en medio del tembladeral financiero.
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