La trastienda del Gobierno. La tregua con Cristina es frágil y Fernández no logra revertir la crisis de confianza
Consejos al Presidente para exhibir más gestión; se diluye el efecto Batakis por la falta de señales políticas
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Atrapado en su laberinto tras la crisis de confianza que desató la renuncia de Martín Guzmán, Alberto Fernández acudió en los últimos días al consultor catalán Antoni Gutiérrez-Rubí. Le pidió consejos para evitar dar pasos en falso con sus mensajes y apariciones. El Presidente camina en terreno fangoso: la tregua con Cristina Kirchner es frágil y el clima de inestabilidad hace que cualquier gesto suyo o de la vicepresidenta impacte rápidamente en el dólar y en los precios.
Gutiérrez-Rubí le recomendó a Fernández que modere al mínimo sus discursos, que “descentralice” la comunicación con mayor presencia en redes sociales y que intente salir de la agenda de la interna. Fernández se mueve en un margen muy estrecho: no quiere exhibir excesiva alarma por la crisis de los mercados y la inflación, a riesgo de mostrarse desconectado de la realidad.
Así justifican en la Casa Rosada su decisión de no asistir al Festival del Poncho al que había sido invitado este viernes -para no desentonar con la crisis- pero también de no mostrarse durante la semana con la ministra de Economía, Silvina Batakis, para “no subir el nivel de alarma”.
La Casa Rosada, sin embargo, no logra regenerar la confianza política y económica. Cuando Batakis comunicó el lunes el sendero fiscalista que se dispone a seguir, el dólar bajó de $273 a $268, pero al terminar la semana ya había trepado nuevamente hasta alcanzar un nuevo récord de $293. “No dimos señales muy concretas después de que la ‘Griega’ le hablara el lunes a los mercados. No la sostuvimos. Hay que retomar la iniciativa de la gestión, no pasar el día con Evo Morales”, dijo un importante funcionario en alusión a la agenda del Presidente del martes.
Ayudar al Presidente
Fernández se mostró muy tranquilo cuando colaboradores y amigos lo visitaron en las ultimas horas para aconsejarlo y, por momentos, despabilarlo para que retome la iniciativa y disipe la duda que se instaló en la opinión pública sobre si llegará al final del mandato.
La coyuntura tiene muy preocupados a los ministros no kirchneristas que se mantienen comunicados entre sí con la misión de ayudar al Presidente. Entre ellos están el canciller Santiago Cafiero; el titular de la AFI, Agustín Rossi -que funcionan como un tándem de contención presidencial-; el ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis y el ministro de Desarrollo Social, Juan Zabaleta, además de Aníbal Fernández (Seguridad). También se mantuvo cerca del jefe de Estado en los últimos días el diputado Leandro Santoro.
En el gabinete hay inquietud por los problemas para comunicar la gestión y por la fragilidad que tiene el pacto de no agresión con Cristina. “Hay que dar urgentes muestras de fortaleza y certidumbre para que la coyuntura no nos lleve puestos”, se escuchó decir a uno de ellos en los últimos días. Otro apuntó: “Todos tenemos que trabajar para poner por delante la gestión y para que la revinculación con Cristina no se rompa”.
Dejar de hacer daño
Los funcionarios de perfil político quieren cuidar como un tesoro la mesa de Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa. En distintos despachos oficiales reconocen que lo del binomio presidencial es más un pacto de no agresión y una puesta en escena que una reconciliación real. Nadie cree que ambos estén acordando un plan programático. “El plan es Batakis”, dijo un estrecho colaborador presidencial.
“Veníamos de tres meses que no se hablaban. Hace 15 días que se reencontraron, esperemos un poco más”, dijo, por su parte, un ministro que resaltó que gracias al restablecimiento de la comunicación en la cúpula del Frente de Todos “Batakis tiene un esquema ordenado para poder trabajar”.
El acuerdo para bajar las armas entre el Presidente y su vice debe ratificarse día a día. En una y otra terminal siguen rumiando contra el otro bando. Un colaborador que conversó con el Presidente en las últimas horas dijo: “Lo único que quiere Alberto es que Cristina deje de hacer daño”.
Fernández sigue condicionando su estado de ánimo a la relación con su vice, y se inquieta cada vez que se filtra un encuentro entre ambos, a sabiendas del valor que le da Cristina a la privacidad de sus reuniones. “Tiene que salir de ese lugar. No es solo el Gobierno lo que está en juego, es todo el PJ. Tiene que primar la responsabilidad”, comentó un colaborador oficial.
Algo más que silencio
La decisión de Fernández de correrse de la agenda de la interna política y el dólar explicó, en tanto, que no haya hablado al micrófono el miércoles en General Rodríguez, durante la inauguración de un espacio de primera infancia y en su visita a la planta Honda del jueves. Allí conversó durante más de una hora con los empleados y retornó a Olivos cerca de las 15 para un almuerzo tardío.
Para entonces, la Plaza de Mayo y el Congreso ya estaban poblados de grupos piqueteros, tanto opositores como afines, que empezaron a exhibir impaciencia con el Gobierno.
Fernández -que el miércoles había recibido en la Casa Rosada a un grupo de referentes del Movimiento Evita- telefoneó entonces a uno de sus líderes para pedirle explicaciones, luego de que los referentes de ese espacio se exhibieran frente a las cámaras con gestos de camaradería con el Polo Obrero. “Son dos movilizaciones separadas”, se excusó el interlocutor.
Los movimientos piqueteros afines al Gobierno, sin embargo, dan señales cruzadas. En los próximos días, podrían unificar sus reclamos con las agrupaciones de izquierda.
En el ocaso de la semana, en tanto, Fernández analizó los motivos de la nueva crecida del dólar paralelo. “Hay especuladores que están buscando una devaluación”, advirtieron a LA NACION cerca del jefe de Estado. Batakis y el titular del BCRA, Miguel Angel Pesce, buscaron tranquilizar al jefe de Estado y le señalaron que la nueva escalada está vinculada a la demanda del turismo por las vacaciones de invierno. Le aseguraron que la situación mejorará a partir de mediados de agosto, cuando merme la importación de energía. Pero la explicación técnica no fue del todo satisfactoria y en la Casa Rosada terminan reconociendo el factor político. “Todos quisiéramos que Cristina le dé apoyo explícito a las medidas de Batakis porque es lo que están mirando los mercados. Pero es difícil que por ahora ella haga algo más que silencio”, se lamentó un estrecho colaborador oficial.
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