La trastienda del discurso: una escritura solitaria en Olivos en la que Alberto Fernández sumó el condimento político
"Encerrado en Olivos". Así –según sus asesores– escribió Alberto Fernández el discurso de 108 minutos que brindó ante la Asamblea Legislativa y al que le imprimió un tono de híper confrontación, muy distinto al de un año atrás. Nadie, ni los más altos funcionarios del gabinete, conocían hasta esta mañana la versión final del texto.
La decisión de anunciar una batería de nuevos proyectos de reformas a la Justicia corrió por decisión personal del Presidente. El jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, había reunido un "inventario" de datos de los distintos ministerios para que Fernández pudiera defender su gestión y estuvo en contacto permanente –de forma virtual– durante el fin de semana para ajustar los detalles. También la ministra de Justicia, Marcela Losardo, había transmitido a la Casa Rosada lo hecho en su cartera.
Pero la resolución de anunciar nuevas iniciativas en materia judicial la tomó el jefe de Estado en la soledad de Olivos, a pesar de que algunos de sus colaboradores le habían recomendado no abrir esa puerta en pleno año electoral.
Fernández, sin embargo, lo tenía en su cabeza desde que volvió de México. El jueves y el viernes de la semana pasada estuvo en contacto con el abogado constitucionalista Andrés Gil Domínguez, uno de los juristas que integró el Consejo Asesor para la Reforma Judicial que convocó el Presidente del año pasado. El Presidente lo llamó por teléfono porque le interesó un artículo que publicó en una editorial especializada junto con Marisa Herrera -otra de las integrantes del comité de expertos- titulado: "Reformar para transformar: la creación de un tribunal federal de revisión de sentencias arbitrarias".
En ese intercambio, el Presidente le pidió un resumen de las principales propuestas que había hecho el consejo de juristas. Y, aunque aún no están escritas en papel, en su discurso ante el Congreso Fernández las anunció a todas: una nueva ley orgánica del funcionamiento de la CorteSuprema que regule sus competencias, la reforma del Consejo de la Magistratura, el juicio por jurados y la creación de un tribunal intermedio de arbitrariedad –"tribunal federal de garantías", dijo– que desagote parte de los casos que llegan al máximo tribunal.
El capítulo judicial del discurso de Fernández, además de las propuestas a futuro, contó con fuertes cuestionamientos a la Corte Suprema y al resto del Poder Judicial. Sin nombrarlo, el Presidente aludió al fiscal Carlos Stornelli, a quien Cristina Kirchner le atribuye un rol protagónico en su teoría del "lawfare". El Presidente, sin embargo, no pudo conocer de inmediato las impresiones que dejó su discurso en la vicepresidenta: apenas terminó su alocución en el Congreso, emprendió regreso a la Casa Rosada.
El tono
Fernández dio su discurso en medio de la página más difícil de su gestión, marcada por el escándalo de las vacunas vip. En sus últimas dos apariciones públicas había dejado ver la irritación que le provocó el alcance mediático que tuvo el caso y sus ramificaciones judiciales. "Él está convencido de que no hubo delito. Perdió a un ministro al que valoraba mucho", comentó a LA NACION un ladero del Presidente. Ese episodio, sumado a la marcha opositora del sábado, había creado un clima espeso en la previa del discurso.
Un funcionario que trabaja en la diaria con Fernández, sin embargo, minimizó el impacto de la marcha del 27F en el estado de ánimo del Presidente. "Fue mucha menos gente de lo que se pensaba. Y con lo de las bolsas mortuorias quedó demostrado que no solo nosotros tenemos impresentables", ironizó.
Fernández escribió su discurso durante el fin de semana casi sin testigos. Ni siquiera la primera dama, Fabiola Yáñez, le hizo compañía. Tras el viaje a México ella se quedó en Misiones (a donde aterrizó la comitiva oficial para el acto por el nacimiento de José de San Martín), para visitar a su familia.
Tres asesores habían realizado un trabajo previo antes de que el Presidente se sentara a redactar: Cafiero recopiló datos de todas las áreas con el objetivo de que el Presidente pueda enumerar los "logros en pandemia" y los objetivos de gestión; mientras que el asesor presidencial, Alejandro Grimson, y el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz, esbozaron conceptos e ideas más abstractas.
La recomendación de los asesores había sido que, para adelante, el Presidente resaltara "los proyectos económicos sectoriales, la reactivación de la obra pública como motor de crecimiento y una Argentina que mire al futuro", según testigos del brainstorming de los días previos. Es decir, la agenda de la gente.
Pero luego Fernández agregó los cuestionamientos a la prensa, las chicanas a la oposición y la embestida contra el Poder Judicial. Fueron los condimentos políticos que terminaron por marcar el sabor que dejó el discurso.
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