El pequeño Yuri corrió hacia el avión derribado por los nazis, rescató al piloto y lo escondió hasta que un grupo de soldados soviéticos vino en su ayuda. Ese acto, en plena Segunda Guerra Mundial, marcó para siempre su destino: se obsesionó con surcar los aires, estudió en una escuela militar de pilotos, se convirtió en el primer ser humano en viajar al espacio y, ya convertido en héroe nacional, perdió la vida en un sorpresivo accidente aéreo.
Yuri Alekséyevich Gagarin nació el 9 de marzo de 1934 en Klúshino, una aldea rural de la provincia de Smolensk, Unión Soviética. Perteneciente a una familia muy humilde, se crió en una granja colectiva a 200 kilómetros al este de Moscú, donde sus padres eran lo que se conocía como "sencillos campesinos" (él era un excelente carpintero y ella, además de ocuparse de los quehaceres domésticos, se dedicaba al ordeño).
Yuri fue el tercero de cuatro hermanos y su hermana mayor fue la encargada de cuidarlo mientras sus padres trabajaban. "Durante la Segunda Guerra Mundial, su aldea fue ocupada por las tropas alemanas y su casa fue requisada por el ejército nazi para que sirviera de vivienda a un oficial alemán", cuenta el astrónomo Diego Bagú, director del Planetario de la plata y especialista en geodesia satelital.
En una nota de la BBC, Nadezhda Yakovleva, la mujer que atiende desde hace más de 30 años el museo que funciona en lo que fue la casa original de Gagarin, comenta que la familia completa debió construir una pequeña choza de barro, en la que se ocultaron hasta el final de la ocupación extranjera.
Desde muy chico ayudó a su padre en la carpintería, pero a los 14 años se rebeló contra ese oficio y anunció que quería ir a una gran ciudad a estudiar, porque su sueño era surcar los cielos en un avión. Al oír eso, su padre le mostró un tronco sin trabajar y una viga que ya estaba pulida, y le dijo: "La vida es como la carpintería: ahora ves el tronco feo y la viga hermosa, pero el tronco conserva su esencia, la viga no. Haz lo que quieras, pero nunca olvides eso". Yuri partió al otro día hacia Sarátov.
Fue obrero en la industria metalúrgica hasta 1954, año en que se apuntó en el aeroclub de la ciudad de Sarátov, una gran población situada 800 kilómetros al sur de Moscú. Aprendió a pilotar un avión ligero, una afición que cada vez se hizo más intensa, debido a los cuentos de un profesor de matemáticas que había sido piloto del Ejército Rojo en la "Gran Guerra Patria".
En 1955, tras finalizar sus estudios técnicos, entró en la Escuela Militar de Pilotos de Oremburgo. En 1959, en medio de la euforia provocada en toda la Unión Soviética por la puesta en órbita de los satélites Sputnik 1 y Sputnik 2, Yuri se presentó como candidato a una convocatoria para pilotos lanzada por el gobierno soviético, de la que no había mayores detalles.
Entre 3000 postulantes, él fue elegido para formar parte del selecto grupo de 20, que sería entrenado en absoluto secreto, con el fin de lograr poner un hombre en el espacio y adelantar así a los Estados Unidos en la carrera espacial. "Por eso, el llamado se concentró en los pilotos de la fuerza aérea que hacían vuelos estratosféricos", comenta Bagú.
El alma máter del programa espacial soviético era Serguéi Pávlovich Korolev, que para Gagarin fue como un padre. "Korolev era un genial ingeniero y diseñador, que tenía a cargo unos talleres en la Unión Soviética. Y fue a él a quien le confiaron el diseño de los primeros cohetes para enviar seres vivos al espacio, que eran básicamente misiles intercontinentales modificados", explica Bagú.
Gagarin pasó una selección tras otra hasta que resultó elegido. En su elección fue importante que sacara las mejores notas, que midiera solo 1 metro con 57 centímetros (esto era clave para viajar dentro de la pequeña cabina de la nave bautizada Vostok) y que fuera el preferido de Korolev. Pero, según subraya Bagú, hubo una cosa más que fue clave: "Él provenía de una familia que era el clásico modelo de trabajadores comunistas y para el poder soviético dar el mensaje de que podía poner un obrero en el espacio era muy fuerte".
El miércoles 12 de abril de 1961, Gagarin, un joven noble, carismático y querido por todos, se convirtió en el primer ser humano en viajar al espacio exterior, con un nombre clave que parecía un guiño para su padre carpintero: Kedr, que en ruso significa "pino siberiano". Su viaje al cosmos duró solo 108 minutos, pero su gloria sería eterna.
Anatoli Nemov tenía 7 años en ese momento, pero aún recuerda como si fuera hoy la emoción que provocó esa noticia. "Estaba en el colegio y las maestras nos dijeron que debíamos salir a las calles porque se había logrado algo extraordinario. Ahí por primera vez oímos el nombre Yuri Gagarin, porque todo había sido muy secreto. Llorábamos de alegría, cantábamos y bailábamos en las calles", cuenta este hombre, nacido en Zhitomir, lo que actualmente es Ucrania.
Nemov, que ahora vive en la Argentina, es actor y profesor de actuación, se sonríe al contar una anécdota que por aquellos años se leía en las revistas sobre cosmonautas. "Gagarin aterrizó con su paracaídas en un lugar distinto al previsto y las primeras que lo vieron fueron una campesina y su nieta: ´¿Vienes del espacio?"´, le preguntaron. ´Sí´, contestó él. Entonces, ellas salieron corriendo, sin escuchar que él les gritaba ´pero soy soviético, camaradas´.
Dos días después de su proeza, Gagarin llegó a Moscú para ser homenajeado como un héroe. Toda la Unión Soviética, con Nikita Krushev a la cabeza, explotó de felicidad. Hubo fiesta en las calles e interminables desfiles en la Plaza Roja, con Yuri como protagonista excluyente. "Pensá que apenas habían pasado 16 años desde el fin de la guerra, había ciudades soviéticas en las que aún se andaba a caballo y la mayoría de la gente era campesina. Saber que un hombre había ido al espacio nos parecía algo de ciencia ficción. No lo podíamos creer", comenta Nemov.
A Gagarin, en tanto, se le otorgaron todos los honores imaginables y se lo envió en misión a 30 países: comió con la reina de Inglaterra y se abrazó con Fidel Castro. El niño que había pasado hambre en su granja colectiva natal estaba en su mejor momento, tocando el Cielo con las manos. Pero… siempre hay un "pincelazo" que lo arruina todo.
Las autoridades soviéticas le prohibieron volver al espacio, porque no querían arriesgar a un ícono de su propaganda. Entonces Yuri regresó al servicio activo como piloto. En la mañana del 27 de marzo de 1968, estaba haciendo maniobras con un caza MIG 15, cuando un avión supersónico voló sin autorización muy cerca de él, provocó su caída y terminó con su vida.
La noticia de su muerte conmocionó a todo el país y se decretó duelo nacional, honor reservado hasta entonces sólo a los jefes de Estado. Se terminó así, a los 34 años, la vida del primer hombre que vio la Tierra desde el espacio.
Cinco décadas han pasado de aquel trágico accidente, pero ese tiempo parece transcurrir en un instante a través de los grandes ojos celestes de Nemov, que mira al cielo y dice: "Todos en la Unión Soviética lloramos de alegría cuando nos enteramos de su logro... y todos volvimos a llorar, pero de tristeza, cuando nos enteramos de su muerte".
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