La salida de Nicolás Posse arrastró también al interventor de la AFI, Silvestre Sívori
Dejó su cargo el abogado que había sido nombrado al frente de la central de espías, que lleva más de cuatro años intervenida; es un hombre de confianza del exjefe de Gabinete
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La salida de Nicolás Posse de la Jefatura de Gabinete arrastró también a uno de sus hombres de confianza: el interventor en la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), Silvestre Sívori, según confirmaron fuentes oficiales a LA NACION. El Gobierno todavía no comunicó quién quedará a cargo del delicado manejo de los servicios de inteligencia.
A través del decreto 474/2024, se formalizó este martes la salida de Sívori en el Boletín Oficial y se le agradeció al funcionario renunciante por “los servicios prestados en el desempeño de su cargo”.
Tal como informó LA NACION en enero pasado, con la llegada de Javier Milei a la Casa Rosada se dio en el ámbito de la inteligencia una particularidad. Silvestre Sívori, el joven abogado elegido para conducir la AFI, no respondía al Presidente, sino a Nicolás Posse. Quienes rodeaban a Milei cuando Sívori fue nombrado reconocían que la inteligencia no es una materia que a él le interese. Sívori y Posse se reunieron durante los primeros meses de la gestión libertaria con el titular de la CIA, William Burns. Exhibieron esos pergaminos tanto cuando viajaron a la ciudad de Washington como cuando Burns estuvo en la Argentina. La apuesta del Gobierno por estrechar los lazos con Estados Unidos comenzó con trabajos específicos en el área de la inteligencia.
El manejo de los servicios de inteligencia había sido cuestionado por sectores de la política. Si bien no se conocieron denuncias concretas, la gestión de Sívori al frente de la AFI estuvo apuntada por dirigentes que cuestionaron el supuesto financiamiento de “trolls de la AFI”.
Incluso circularon versiones acerca de reproches internos en las filas libertarias. Señalaban a Posse y a un supuesto manejo irregular de la inteligencia desde la AFI.
La AFI lleva cuatro años intervenida. La primera se decretó el 21 de diciembre de 2019, apenas asumió Alberto Fernández. La gestión de Gustavo Arribas y Silvia Majdalani durante la presidencia de Mauricio Macri había motivado decenas de acusaciones por espionaje ilegal y, con la promesa de “terminar con los sótanos de la democracia”, Fernández dispuso la intervención, que incluyó la derogación del decreto que asignaba fondos reservados, para sanear la institución.
Pero la intervención fue prorrogada cuatro veces, y en una gestión de gobierno marcada por turbulentos cambios en su gabinete se sucedieron Cristina Caamaño, Agustín Rossi y Ana Clara Alberdi al frente del organismo.
Con la asunción del gobierno libertario, el decreto firmado por Milei y su gabinete había extendido la intervención por dos años más, con una facultad extra: no solamente fijó un plazo más extenso que las veces anteriores, sino que había delegado en el propio Sívori la facultad de prorrogarla por dos años más. El abogado, sin embargo, no logró superar los cinco meses al frente de la central de espías.
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