Coronavirus en la Argentina. La “rosca” en cuarentena: la intimidad de los políticos confinados
A Miguel Ángel Pichetto le cuesta sobrellevar el aislamiento en Vicente López. Confinada en Villa Ballester, Graciela Camaño se siente abrumada por los pedidos de asistencia que llegan a su celular, mientras extrema las precauciones para proteger a su madre, de 87 años. En San Juan, José Luis Gioja intenta distenderse con sus familiares, aún conmovido por las imágenes apocalípticas de Italia y España. En Tigre, Sergio Massa desinfecta la ropa y se ducha después de otra jornada de videoconferencias en el Congreso. Lo mismo hace Axel Kicillof cuando pisa la residencia de La Plata. En Exaltación de la Cruz, Elisa Carrió reza y mira películas románticas en YouTube. Recluido en su quinta Los Abrojos, Mauricio Macri activa Zoom para hablar con sus aliados. En el silencio de Recoleta, Cristina Kirchner chatea con Alberto Fernández y llama a intendentes del conurbano para monitorear la crisis.
La magnitud de la pandemia del coronavirus dejó pasmada a la dirigencia política y alteró sus rutinas. En especial, las de aquellos que tienen poca actividad en el territorio. Quienes no ocupan cargos de gestión o son población de riesgo, viven pendientes de las pantallas. Por eso, se muestran hiperactivos en las redes sociales o medios de comunicación. En la intimidad, no ocultan el temor por el incierto desenlace de la crisis.
Habituados a moverse con naturalidad entre los despachos del poder o a sentir el fervor militante, ahora tratan de adaptarse a una situación inédita. "Indudablemente, el aislamiento y la soledad afectan. Estoy acostumbrado a tener una actividad muy importante", admite Pichetto, que había armado un estudio de abogados después de la derrota de Macri.
Para el exsenador, el confinamiento genera dificultades: "La política implica relacionarse. Ahora hay que encontrar otros modos de comunicación, como Skype". Pichetto cuenta que obtuvo un permiso para circular y que sale para asistir a programas de televisión porque, argumenta, la oposición debe "tener opinión en el marco de un proceso político como este".
"No creo estar violando nada", responde. Como Macri, está preocupado por la "parálisis económica" y pide al Gobierno pensar en la post cuarentena. "Veo un panorama muy complicado", aventura Pichetto.
El diputado Gioja también padece el aislamiento, pero intenta aggiornarse. Usa otras "armas", como las aplicaciones de videollamada o de mensajería encriptada Zoom o Telegram. "Es complicado. Para la política no hay como el abrazo o el apretón de manos y las charlas. Son cosas muy nuestras, de los compañeros", comenta el titular del PJ nacional.
En cuarentena, el diputado oficialista mira películas para distraerse y sigue las instrucciones de sus seres queridos para cuidarse. "¡Me tienen cagando!", exclama Gioja, que estuvo internado por una trombosis unos días antes del confinamiento obligatorio. Lo alarma la letalidad del virus en otros países, pero confía en las medidas del Gobierno. "Mi generación ha pasado por todas. Faltaba esto -lamenta-. Lo vamos a superar."
Camaño se aisló en su casa de Villa Ballester. Allí, cuida a su "princesa", como le dice a su madre, de 87 años, quien padece una patología pulmonar. Para minimizar los riesgos, la diputada no sale a la calle y racionaliza la comida que le acerca un vecino. En sus días de confinamiento, alterna las tareas domésticas, como cortar el pasto de su jardín, con la actividad parlamentaria o del Consejo de la Magistratura.
A su vez, por la crisis se propuso atender los pedidos de asistencia que le hacen llegar desde dirigentes bonaerenses hasta vecinos o desconocidos. Trató de contener a una científica de Bariloche que había quedado varada en Monte Hermoso y a un vecino de San Martín que temía haberse contagiado el virus. "Son cosas que hay que aprender a manejar", sostiene.
La referente de Consenso Federal no ve inconvenientes para que el Congreso sesione de forma virtual. "Hoy, la tecnología te permite hacer un debate público sin presencia física. Los parlamentos en el mundo sesionan remotamente", ejemplifica. Apoya la cuarentena y le preocupa la sobrecarga que podría provocar la pandemia en el sistema de salud en mayo y el impacto en las zonas más carenciadas. "El tema abruma y no deja de generar temor", confiesa Camaño, que evita encender la televisión y escucha música para distraerse.
Massa desayuna con su esposa, Malena Galmarini, titular de AySA, y siguen las clases que toman sus hijos a distancia. El titular de la Cámara de Diputados se muestra hiperactivo en la crisis: va todos los días a su despacho en el Congreso. Sus asesores aseguran que transita la cuarentena pegado a su celular, donde ojea los mensajes de los grupos de WhatsApp que comparte con los jefes de bloques o funcionarios del Gobierno. Y dicen que preparó un sistema para sesionar de forma remota. "Esto no es para cagones", exclamó días atrás ante opositores.
Frente a la emergencia, los referentes de La Cámpora, Máximo Kirchner y Andrés "Cuervo" Larroque, tienen actividades en el territorio.
Aislados, pero conectados
Los dirigentes de la oposición también activan "la rosca" desde el aislamiento. El senador nacional Martín Lousteau (JxC) trabaja de forma remota desde su casa. Llama a funcionarios porteños o ministros nacionales y colabora con los legisladores que asisten a repatriados que están en cuarentena en hoteles de la Ciudad.
"El diálogo no se corta", afirma el diputado nacional Sebastián García de Luca (JxC), de contacto fluido con Emilio Monzó y Rogelio Frigerio. El ala dialoguista de Cambiemos suspendió las recorridas en el territorio bonaerense, pero mantiene reuniones virtuales. Ante la delicada situación económica, García de Luca considera que el Congreso debería funcionar, pero piensa que aún no está claro en qué podría colaborar. "Hay que bajar la tensión y ver cómo ayudamos", afirma.
El diputado nacional Nicolás Del Caño (PTS-FIT) tiene una "obsesión" con lavarse las manos y evitar contactos. Usa las redes sociales para visibilizar los despidos que provoca la parálisis por la cuarentena y advierte: "Es lamentable que el Congreso no esté funcionando. Todo sale por DNU y es peligroso".
Distintos perfiles
La legislatura bonaerense tampoco está sesionando. El diputado bonaerense Alex Campbell (JxC) solo sale de su casa para participar en reuniones de bloque, actos oficiales o entregar donaciones.
"Cuando vuelvo, mi esposa me espera en la puerta de atrás con el alcohol en gel. Dejo la ropa afuera y me baño. Al auto le pongo antibacterial", asegura. Toma esos recaudos porque es asmático. "Si trabajás en esto, no queda otra que salir", señala. Campbell es uno de los dirigentes más cercanos a Vidal, quien cultiva un perfil bajo en la crisis. "Todos tenemos que tirar del mismo carro y trabajar para salir de esta crisis", plantea.
Otros actores de la oposición, como el jefe de bloque de Pro, Cristian Ritondo, permanecen aislados desde el primer día de la cuarentena. En 2016, el diputado sufrió una neumonía, por lo que ahora opta por cuidarse.
Entre los dirigentes que abandonaron la función pública, algunos se muestran más activos que otros. Como Carrió, quien autorizó un mensaje filoso contra un sector de Pro. O Patricia Bullrich, que se puso al frente de las críticas contra el Gobierno.
Federico Pinedo maneja un perfil más bajo, aunque habla seguido con Macri o Vidal. Abrió un estudio de abogados y ocupa parte de su tiempo en armar un instituto de estudios de Buenos Aires. "Estoy desesperado por trabajar. Ahora entiendo el daño que esto provoca a la gente", dice el exsenador desde su casa en Villa Elisa. Cree que el coronavirus provocará cambios que serán perdurables y generará una "revolución" en el mundo del trabajo.