La relación quebrada entre Alberto Fernández y Axel Kicillof, el telón de fondo de los chispazos entre el Gobierno y la provincia
El Presidente y el gobernador no tienen diálogo directo; las molestias en La Plata y las declaraciones que no cesan en un contexto de máxima tensión
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La relación de Alberto Fernández y Axel Kicillof siempre tuvo sus vaivenes, pero hoy está totalmente quebrada. El Presidente y Sergio Berni, a su vez, no se pueden ni ver. El ministro de seguridad bonaerense llegó a calificar al jefe de Estado de “ingrato” y “traidor”. Y el ministro de Seguridad de la Nación, Aníbal Fernández, y su par de la provincia se ignoran por chat y se pelean sin cesar a través de los medios.
La escalada hoy llegó a un punto de no retorno, con declaraciones explosivas. Aníbal Fernández acusó a Kicillof de ser un “profundo desconocedor” de lo que sucede en la provincia. La respuesta llegó de la mano del jefe de asesores de Kicillof quien retrucó: “Si Aníbal conoce tanto la Provincia que se presente a una PASO a gobernador. La fórmula puede ser Alberto Fernández Presidente - Anibal Fernández gobernador. Una fórmula muy ganadora”.
Ese es el contexto político en el que gestionan los máximos responsables del combate del delito en el conurbano. En el Ministerio de Seguridad nacional aseguran que, si bien las cabezas políticas hacen declaraciones “para la tribuna”, persiste cierta articulación operativa entre funcionarios de segunda línea. En la Provincia niegan de plano cualquier tipo de diálogo. Pero además son demasiados los puentes rotos entre la Nación y la provincia para encarar una problemática acuciante que hoy encabeza las preocupaciones en los sondeos de opinión pública.
El asesinato de Daniel Barrientos cuando circulaba de madrugada en La Matanza al frente de una unidad del colectivo 620, y la posterior golpiza a Berni en la protesta de colectiveros, puso en evidencia la distancia que reina, desde hace tiempo, entre Alberto Fernández y Kicillof.
El Presidente enseguida delegó en Agustín Rossi la interlocución con la provincia. El martes por la mañana, apenas vio en televisión la escena que protagonizó el ministro de Seguridad bonaerense con los colectiveros, Fernández le ordenó a Rossi que telefoneara a Kicillof para solidarizarse. Cuando caía la noche, el ministro coordinador llamó por teléfono directamente a Berni. Hace tiempo que el jefe de Estado terceriza en su jefe de Gabinete las gestiones que le resultan más incómodas.
Un funcionario muy cercano al jefe de Estado admitió a LA NACION que la relación entre el presidente y el gobernador bonaerense “no está bien”. “Alberto lo tenía a Axel en la mesita de luz pero después hubo desencanto cuando apareció como un mero empleado de Cristina”, lanzó sin eufemismos.
En la provincia reconocen que “ya no hay buen diálogo” y señalan que hubo un primer punto de quiebre en el vínculo cuando se suscribió el acuerdo con el FMI. Aseguran que después hubo varias idas y venidas pero que el distanciamiento se profundizó este verano. Lo que detonó todo, según fuentes de La Plata, fue que la Casa Rosada dejara trascender que Fernández y Kicillof -ambos deseosos de ir por su reelección- se estaban alineando para resistir las arremetidas de La Cámpora y el dedo de Cristina Kirchner. “Jamás Axel se podría alinear con Alberto en contra de Cristina”, advirtieron cerca del gobernador para ahuyentar esos rumores.
El conflicto se trasladó luego a la gestión por la seguridad. Tras un reclamo insistente de los intendentes, el Gobierno conformó un comando unificado de fuerzas federales en el conurbano. Pero Kicillof reaccionó y envió una carta a Aníbal Fernández pidiéndole explicaciones de cómo sería el despliegue de uniformados. Desde el Gobierno dejaron trascender que la coordinación se había trabajado con el jefe de gabinete provincial, Martín Insaurralde, a quien eligieron como interlocutor en la provincia.
El asesinato del conductor de la línea 620 terminó de detonar todos los puentes. Aníbal Fernández dijo que Kicillof “es un profundo desconocedor de lo que sucede” por reclamar la presencia de 6000 gendarmes en los municipios del Gran Buenos Aires. Cerca de Kicillof replicaron: “El gobernador se reunió con intendentes esta semana y dicen que no ven a los gendarmes en la calle. Puede que haya miles de gendarmes, pero abocados a funciones federales, pero no afectados a tareas de seguridad ciudadana. Esto no es el operativo Centinela”.
La alusión que hacen en la gobernación recuerda al discurso que Cristina Kirchner brindó en La Plata cuando, en un acto con fuerte impronta proselitista, reclamó el regreso del Operativo Centinela y dijo: “No sé por qué no podemos volver a hacer lo mismo: desplegar miles de gendarmes en el conurbano en lugar de tenerlos en medio de la Patagonia nadie sabe haciendo qué”.
Aníbal Fernández, en tanto, también hoy ventiló los términos en los que está su diálogo con Berni. “Le escribí (a Berni) nueve veces y no me respondió. Hice captura de pantalla, se la envié y le dije: ‘Che, si no tenés ganas de hablar, no hables, listo, hacé lo que quieras…’. Ayer me entró un mensaje que decía: ‘Uy, perdón, no te había visto’. Yo tampoco porque tenía el mensaje archivado”, relató el ministro de Seguridad.
Más allá del culebrón, el conflicto tiene consecuencias palpables. Hoy por la mañana se desarrolló una reunión operativa del Comando Unificado Conurbano (CUC), encabezada por la segunda de Aníbal Fernández, Mercedes La Gioiosa, en la sede del ministerio de la calle Gelly Obes. Asistieron secretarios de seguridad de doce municipios del conurbano, pero no fue nadie en representación del gobierno provincial. Otro cortocircuito: en el Gobierno dicen que las autoridades provinciales estaban al tanto, pero en La Plata aseguraron que no fueron invitados.
Lo curioso, en medio de tantos chispazos, es que en la Casa Rosada consideraban como principal hipótesis del crimen del colectivero que no se trató de un robo al voleo sino que pudo estar enmarcado en otro tipo de hecho, de tipo conspirativo, como sostienen desde territorio bonaerense. Los primeros elementos que abonan la hipótesis llegaron a Alberto Fernández de la mano de su ministro de Seguridad en la tarde del lunes, cuando se reunieron en el despacho presidencial. Un alto funcionario de Balcarce 50 dijo en las últimas horas a LA NACION que el crimen pudo ser cometido por “gente que quiere desestabilizar”.
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