La relación “estratégica” con Putin quedó complicada por la provisión de vacunas
Cristina Kirchner bendijo el vínculo, que incluyó un cambio de embajador y elogios mutuos; pero la carta de reclamo de Nicolini por la falta de la segunda dosis de la Sputnik V demostró otra cara del vínculo
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La sonrisa para las fotos de Cristina Kirchner, acompañada por su ex canciller Jorge Taiana, era una muestra evidente de su satisfacción y todo un mensaje geopolítico. Terminaba octubre del año pasado y la vicepresidenta recibía, en su despacho del Senado, al embajador ruso Dmitry V. Feoktistov, delegado diplomático en el país del gobierno de Vladimir Putin.
La instantánea resume como pocas la importancia estratégica que, para el gobierno de Alberto Fernández, tienen los vínculos con la Federación Rusa, una relación privilegiada pero afectada en los últimos meses por la sostenida demora en la provisión de la segunda dosis de la vacuna Sputnik V, el antídoto contra el coronavirus que es parte del “mercantilismo de vacunas” de Putin y China, según definió en su paso por Buenos Aires Juan González, asesor del gobierno de Joe Biden para América latina.
Casi dos meses después de aquella foto de Cristina Kirchner con el embajador, en la Nochebuena de 2020, el Gobierno recibió con alborozo el primer cargamento con vacunas rusas, y comenzó a enfrentar las críticas de la oposición y la desconfianza de la comunidad científica, argumentos esgrimidos en su carta por la asesora presidencia Cecilia Nicolini en su reclamo para que se regularicen los envíos. Ni los reiterados gestos de Cristina y del Presidente, ni la designación del exvicecanciller kirchnerista Eduardo Zuain como nuevo embajador en Rusia, ni los continuos y posteriores viajes que Nicolini y la ministra de Salud, Carla Vizzotti, a Moscú, evitaron que el instituto Gamaleya demorara la provisión de la segunda dosis de las vacunas y generara tensión creciente en la Casa Rosada.
La apuesta fuerte del Gobierno en sus vínculos con Putin coincidió con los avances de la potencia euroasiática en materia sanitaria. El 11 de agosto pasado, el Presidente felicitó a su par ruso por el “logro que quedará entre las páginas indelebles de la historia de la medicina mundial”, después de que Putin anunciara el registro de la primera vacuna contra la Covid.
Dos meses después, el embajador de carrera Ricardo Lagorio (que venía cumpliendo funciones diplomáticas en Rusia durante el gobierno de Cambiemos) fue “jubilado” junto a otros diplomáticos y en su reemplazo fue designado Zuain, vicecanciller durante la gestión del fallecido Héctor Timerman (sigue procesado por la firma del Memorándum con Irán, en 2013), y llegado al gobierno de la mano del gobernador de Santiago del Estero, Gerardo Zamora. “Es un gran gesto para Rusia que se envíe a un exvicecanciller”, aseguraron cuando se concretó la designación en cancillería en relación a Zuain, uno de cuyos roles principales sería “colaborar” para “acelerar” la provisión de vacunas Sputnik V desde Moscú hacia la Argentina.
Al margen de las gestiones de Zuaín, cuya figura nunca terminó de erigirse como mediador, fueron Vizzotti y Nicolini (con la confianza del binomio presidencial) quienes tomaron protagonismo en el vínculo por las vacunas, que fuentes cercanas al ex ministro de Salud, Ginés González García, solían calificar de “geopolítico” antes de que el ministro fuera eyectado de su cargo, afectado por el escándalo del vacunatorio vip.
Los últimos datos oficiales dan cuenta de la disparidad en los envíos, ya que en un universo de 40 millones de vacunas recibidas, mientras llegaron 9.375.670 del componente 1, solo 2.493.160 arribaron del componente 2. Con un acuerdo muy posterior, ya llegaron al país casi 13 millones de vacunas de la china Sinopharm, con tendencia creciente.
A medida que pasaron los meses, el propio Presidente reclamó a su poderoso par ruso por la falta de vacunas. Así lo hizo en febrero y luego en abril, durante la conversación telefónica en la que Putin se interesó por su estado de salud luego de contagiarse, a pesar de estar vacunado (con la vacuna Sputnik, por cierto). Con el encuentro presencial entre ellos aún pendiente, Fernández y Putin anunciaron en junio en modo zoom el inicio de la producción local de la vacuna Sputnik V, a cargo del laboratorio Richmond.
“Hay un grado de improvisación muy grande. Es poco serio reclamar vacunas por mail, habiendo un embajador en Moscú. Y si no creen en las embajadas y los embajadores, deberían cerrar la sede diplomática y ahorrar dinero”, comentó a La Nación una fuente diplomática al tanto de los vínculos con Rusia, una relación estratégica complicada por la falta de vacunas.
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