La relación entre Macri y Vidal, un vínculo desgastado por la crisis
La gobernadora decidió dejar de involucrarse en temas nacionales por sus diferencias con ciertos criterios del Presidente; el efecto del ajuste en la provincia de Buenos Aires
Algo se quebró en el vínculo entre Mauricio Macri y María Eugenia Vidal . "La gobernadora decidió dejar de involucrarse en las decisiones nacionales", lo definen en La Plata. Los desencantos se acumularon. No habrá teatralidad ni desplantes públicos como ocurriría si la protagonista fuera Elisa Carrió . Pero las diferencias que se abrieron entre el diagnóstico de Vidal y las decisiones que finalmente ejecuta Macri desde la cumbre del Poder Ejecutivo terminaron por convencer a la gobernadora de que es mejor tomar distancia, que nada volverá a ser como antes en la relación que comenzó más de una década y media atrás, cuando se conocieron en las oficinas de la fundación Sophia.
Los desencuentros alimentaron la desilusión. En las encrucijadas que sacudieron en la crisis al gobierno nacional, Vidal deslizó sugerencias en un sentido y Macri eligió un camino distinto. Cuando se definieron los cambios de gabinete de septiembre, la gobernadora pidió abrir el gobierno, incorporar figuras con fuerza política que amplíen la base de sustento y que quiebren la cerrazón de la mesa chica. Por el contrario, el Presidente rechazó la llegada de representantes de otras fuerzas políticas y el ámbito de discusión se redujo a menos voces.
Con una foto bajo la sombra de los árboles de la quinta de Olivos, el Gobierno había anunciado en mayo el nacimiento de una mesa política que incluiría a gobernadores radicales como Alfredo Cornejo y Gerardo Morales. Era una respuesta a los pedidos para sumar nuevas opiniones. Pero la mesa política murió poco después de la foto. La expresión más cruda de su extinción prematura la ofreció Morales el lunes pasado cuando reconoció que se había enterado del aumento de las tarifas del gas "por los medios" y dijo que la última vez que conversaron al respecto en la Casa Rosada se había "hablado otra cosa".
Macri y Vidal creen en prácticas políticas diferentes. La gobernadora tejió acuerdos con Florencio Randazzo, Sergio Massa y sectores del peronismo. Sus operadores reciben a adversarios políticos como Fernando "Chino" Navarro o Juan Grabois. Incluso se le abrieron las puertas al intendente kirchnerista Walter Festa, quien perdió el control de Moreno en medio de enfrentamientos entre bandas que tienen un pie en la delincuencia y otro en la política. Cada mes, Festa logra pagar los sueldos con la ayuda provincial. Vidal ejerce de Christine Lagarde para el intendente kirchnerista, con supervisiones que relevan si la ayuda bonaerense va a los gastos operativos del municipio o se pierde en las entrañas de la política.
La violencia creciente en Moreno se entrelaza con otras dos escenas que intranquilizaron el sistema nervioso bonaerense: con apenas horas de diferencia, la policía bonaerense detectó el mes pasado una granada militar preparada para explotar en el Hospital Paroissien de La Matanza y una bomba casera en los cines Village de Pilar. Ambos hallazgos quedaron fuera del epicentro de la agenda informativa, pero fueron advertidos en la gobernación como expresiones de la marginalidad que se sacude en los sótanos de la provincia. Hace tiempo que Vidal busca mejorar el sistema de inteligencia policial con cuadros propios.
La distancia que se abrió entre Macri y Vidal también responde a las diferencias en cuanto a la necesidad de compensar desde el Estado el costo de la recesión y las restricciones presupuestarias. Desde abril, la gobernación entrelazó una sucesión de anuncios tendientes a contener el malestar por la situación económica, como la eliminación de impuestos provinciales en las boletas de electricidad, el pago anticipado del medio aguinaldo, la ampliación de programas de asistencia alimentaria, un aumento a los giros a los comedores a través del plan Más Vida e incluso el estímulo a las compras con un 50% de descuento a través del Banco Provincia.
Pero Vidal vuelve convencida de sus reuniones con el gobierno nacional de que la irritación social por la crisis no se percibe igual en la Casa Rosada.
Los focus groups que encargó la provincia también le indican la conveniencia de tomar distancia de las decisiones de Macri. La imagen de Vidal mejora como administradora de los problemas bonaerenses y desciende como aliada nacional.
El dinero también se convirtió en un problema en la relación con la Nación. Cuando la Casa Rosada debió salir a conquistar votos peronistas para aprobar el presupuesto terminó por cargarle a Buenos Aires el mayor peso del ajuste de las provincias. El PJ se encargó así de debilitar al oficialismo en su principal bastión. Con las últimas modificaciones de la adenda entre la Nación y los gobernadores, Vidal se enteró de que tendrá 28.000 millones de pesos menos en el presupuesto de 2019.
Pierde prácticamente lo mismo que había recuperado por el Fondo del Conurbano. La buena noticia para el ministro de Economía bonaerense, Hernán Lacunza, es que los últimos indicadores muestran un aumento del 32% de la recaudación, ya que la inflación compensa la caída de Ingresos Brutos. Ahora Vidal le pidió a Macri 19.000 millones adicionales por el deterioro inflacionario del Fondo. Aún no fueron aprobados. En este mundo material, a veces los reencuentros comienzan en las finanzas.
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