La reforma del sistema de salud volvió a exponer las internas dentro del Frente de Todos y desnudó la frágil tregua
La intervención de Cristina Kirchner provocó diferentes reacciones dentro del oficialismo; la CGT y los gobernadores, fueron cautos, mientras que el gobierno bonaerense y Moyano se mostraron a favor
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Su palabra, siempre ordenadora para el espacio, tuvo el efecto contrario y volvió a dejar expuestas las diferencias que anidan en el Frente de Todos sobre asuntos troncales. La intervención de la vicepresidenta Cristina Kirchner y la ratificación de que hay que reformar el sistema de salud abrió nuevamente la caja de pandora e hizo tambalear el frágil acuerdo de unidad que se tejió en La Plata entre las distintas tribus oficialistas.
La CGT versus el clan Moyano. El gobierno bonaerense y La Cámpora frente a los gobernadores. Todo ante la mirada de los habitantes de la Casa Rosada y de Sergio Massa que observan el espectáculo sin fijar una posición.
Hasta ahora, según aclararon cerca de la expresidenta, no hay un plan en marcha para “ir a un sistema integrado entre los tres subsistemas: público, obras sociales y privados o prepagas”, como pidió Cristina Kirchner hace dos días desde La Plata. Aunque La Cámpora hizo circular una iniciativa, revelada por LA NACION, que promueve una reestructuración del sistema a través de una ley nacional y el surgimiento de un sistema integrado.
En el Senado y el Instituto Patria, al menos por ahora, nadie se hizo cargo de ese proyecto. Allegados a la expresidenta negaron la existencia de una acción en marcha. “Es un comentario. Nada más”, dijeron desde su entorno y culparon por la polémica a que “algunos dicen cosas sin ningún sustento”.
Lo cierto fue que, como en una estampida, cada uno corrió para un lado diferente, lo que generó un efecto cascada que desembocó en una durísima respuesta de la CGT, por las obras sociales –es que uno los puntos destacados del paper camporista que salió desde el Ministerio de Salud bonaerense apunta al financiamiento de esas entidades– y la denuncia de las empresas de medicina prepaga, sanatorios, clínicas y demás prestadores de que hay un plan del Gobierno para estatizar de hecho el sistema privado de salud en el país.
Horas después, con la polémica lanzada, desde el área de Salud provincial buscaron bajar el tono de la disputa. “Esta todo por hacer y la pandemia lo demostró”, dijeron fuentes cercanas a las autoridades provinciales, aunque aclararon que el trabajo se hará “con todas las partes”.
El ministro bonaerense Daniel Gollán fue uno de los que se mostró a favor de comenzar un trabajo conjunto con los actores del sistema sanitario para disminuir la fragmentación en la atención de los pacientes y favorecer la coordinación en la asistencia.
“Hay tres subsectores que deben ser organizados, no es que tiene que desaparecer uno de ellos. Proponemos hacer esto en forma organizada, nada que ver con lo que se está planteando”, sostuvo Gollán, uno de los funcionarios que suele adelantar las medidas que después abraza la Casa Rosada. Por las reacciones del resto de los actores comprometidos, el médico aseguró que una reforma “no busca estatizar el sistema de salud”.
La avanzada del kirchnerismo duro se encontró con una primera resistencia de parte de los gobernadores. El encargado de bajar el mensaje fue el titular de la comisión de Salud de la Cámara de Diputados, Pablo Yedlin, hombre cercano al mandatario de Tucumán, Juan Manzur.
Si bien hizo un guiño en favor de una reforma, Yedlin marcó un límite: “Nadie ha querido desfinanciar a los privados, ni ponerlos de rodillas, ni ese es el objetivo. El sistema es mixto y lo seguirá siendo. Nadie sobra en el sistema”, dijo en declaraciones radiales.
Según el legislador del Frente de Todos, su interpretación de los dichos de la vicepresidenta es que busca mejorar la calidad y el acceso a la atención médica y conseguir un ahorro económico. “La idea es no gastar de más”, agregó Yedlin.
“El sistema de salud viene pidiendo por una integración hace muchos años y es momento de no dejar de trabajar por un sistema más integrado y más equitativo”, explicó, en respuesta a los cuestionamientos del presidente de la Unión de Entidades de Salud, Claudio Belocopitt, quien acusó al Gobierno de querer asfixiar al sistema privado con el objetivo de estatizarlo “de hecho”.
Otra de las voces que se alzó sobre el asunto fue la de ministra de Salud, Carla Vizzotti, que, sin entrar en definiciones de fondo, dijo que el gobierno nacional quiere “disminuir la fragmentación [del sistema de salud] y trabajar para que todo sea parte de la Superintendencia y trabajar muy cerca de todos los sectores”.
Las palabras de Cristina Kirchner causaron alarma en Azopardo. Es que los líderes cegetistas ven detrás de esta jugada un avance sobre el control de los fondos de las obras sociales. Pese a los temores, en la central obrera por ahora prefieren ser cautos y aferrarse a las promesas que el jefe del Estado le hizo a un grupo de dirigentes que lo visitó en Olivos.
En la vereda de enfrente se paró el jefe camionero, Hugo Moyano, que envió una señal favorable al rediseño del sistema de salud. “Siempre que sea para mejorar la situación de la salud, me parece razonable”, dijo el presidente de la Obra Social de Choferes de Camiones, a través de la cual consiguió vacunar anticipadamente a su familia contra el coronavirus.
Como sucede en cada presentación, ya sea en persona o por las redes sociales, la intervención de Cristina Kirchner sacudió nuevamente las bases del Frente de Todos.
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