La recuperación de los votantes que se ausentaron en las PASO es la fuente de esperanza para todos los candidatos
El peronismo movilizará donde históricamente le va bien pero donde también en agosto tuvo las mayores deserciones; el voto bronca y el voto despolitizado pueden favorecer a Milei y Bullrich
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En las elecciones de mañana el ausentismo y el voto en blanco se convertirán en el elemento sorpresa que puede dar vuelta el resultado de las PASO o ungir a un ganador en primera vuelta. Esto es así porque en las PASO del 13 de agosto hubo un récord histórico de ausentismo. Fue la participación más baja para una primaria presidencial desde que se establecieron en 2011. Sólo acudió a las urnas el 69% de los ciudadanos habilitados a votar, según datos oficiales de la Cámara Nacional Electoral (CNE).
Fueron 10.474. 831 electores los que no sufragaron. Es este océano de votantes a los que suman los que sufragaron por los partidos que no pasaron el corte de la PASO donde Sergio Massa, Javier Milei y Patricia Bullrich buscan los votos que les permitan superar a sus rivales. Los especialistas, de todos modos, creen que a lo sumo pueden sumarse a esta elección unas 3 millones de personas, que incluyen a los ausentes, a un porcentaje de los que votaron en blanco y a los que votaron los que no pasaron el corte de la PASO.
Históricamente entre la PASO y la presidencial, la participación electoral aumenta en un 5 %, lo que podría hacer crecer entonces la cantidad de votantes hasta el 74 %, considerando el entusiasmo de los electores y que el domingo están pronosticadas lluvias, lo que desanima a algunos votantes a salir de sus casas. La máxima participación electoral se registró en las elecciones de 1983 y de 1989 luego del regreso de la democracia, con más del 85% de los votos. En los 90 los porcentajes bajaron, pero hasta el 82 %. Tras la crisis de 2001 el porcentaje bajó del 80%.
Es difícil pronosticar a quiénes beneficiará el ausentismo, o dicho de otro modo, quiénes podrán sumar mas votos, si logran convencer a parte de los 11 milllones de personas que no eligieron a nadie en las PASO.
El politólogo Lucas Romero, de Synopsis, señala que estos son niveles récord de ausentismo que deben interpretarse en un contexto económico que produce enojo, apatía cívica y desafección política. “Los electores dejan de lado el aspecto transaccional que exige el sistema, ya que piensan que si no resuelve los problemas no tiene sentido votar”,
En el análisis de Romero, identifica tres escenarios entre los que eligieron el ausentismo que pueden dar una pista de lo que suceda el domingo y a quién pueden apoyar: el del votante estructural desmovilizado, el votante enojado y el votante despolitizado.
Así sostiene que los datos históricos del peronismo indican que le cuesta crecer entre la PASO y la general. “Cuando el peronismo moviliza su base electoral, vota en un 100 por ciento”, señala. Sin embargo en 2021 hubo una particularidad: se dio una baja participación en las PASO en los lugares donde al PJ le va bien. Por eso en la general, en esos mismo lugares, movilizó a sus votantes con ayuda de las organizaciones sociales, y superó la participación que no se había verificado en la PASO. Eso le permitió al peronismo acortar la distancia entre Victoria Tolosa Paz y Diego Santilli a 1 punto, ya que movilizó la base electoral en esos circuitos electorales.
En esta ocasión, ocurrió lo mismo: en circuitos electorales donde le va bien al peronismo hubo poca participación: Florencio Varela, Moreno, Merlo e incluso La Matanza. Si el partido hace el esfuerzo de movilizar, puede que recupere votantes. Claro que los líderes territoriales, los intendentes, se preguntan si no corren el riesgo de que una vez que movilicen a los electores, en el cuarto oscuro elijan a otro candidato. Así nace el voto delivery, donde les envían a su casa la boleta del jefe comunal más la presidencial del gusto del votante.
En el caso de los enojados, puede presumirse que no son votantes del oficialismo, sino que son opositores. Y que por eso no fueron a votar porque la PASO no les interesaba, pero que ahora pueden sumarse al caudal opositor. Hay que ver a quién, si a Milei o a Bullrich.
Y el tercer componente es el votante despolitizado o desinteresado que entiende que la PASO no define y no por eso no fue a votar, pero si votaría en la general. Romero señala que en sus sondeos han encontrado casos de estos dos votantes, aunque son los que más alimentan la tasa de rechazo a las encuestas.
“Lo poco que recogimos de esos segmentos es que veíamos niveles de adhesión a Milei proporcionales con los que obtuvo en la PASO. Es decir que entre los que sumarían a votar en la presidencial, un tercio o un poco más lo haría por Milei”, dijo Romero.
Juntos por el Cambio, al contrario del peronismo, suele crecer mucho entre la PASO y la general. Mauricio Macri en 2019 fue el protagonista de una remontada que no le alcanzó. “Este crecimiento de JxC entre la PASO y la general se dio porque el que no quería votar kirchenrismo, votaba a la alternativa. Pero ahora con Milei hay dos alternativas opositoras, por lo que Milei puede favorecerse en sumar ese voto nuevo. Vemos que Milei tiene mejores registros en el voto nuevo que Bullrich”, señala Romero. La candidata si entra al ballotage, se beneficiaría con la caída del voto peronista y al mismo tiempo aspira a retener el voto de Horacio Rodríguez Larreta, 3 o 4% de los votos.
Facundo Nejamkis, de Opina Argentina, cree que los que se ausentaron en la PASO y retornan a votar en la general tienen comportamiento errático y que no necesariamente favorecen al mismo candidato. En 2013 se benefició con esos votos Sergio Massa, en 2015 Macri contra Daniel Scioli, en 2017 a Esteban Bullrich contra Cristina Kirchner y en 2019 cuando Macri logró remontar su caída pero no venció a Alberto Fernández. En cambio en 2021 fue el peronismo el que se benefició con la movilización de sus votantes que habían desaparecido en la PASO.
“No hay una regla fija”, señala Nejamkis que sostiene que “hay un porcentaje del padrón, del orden del 15 por ciento que no va a votar nunca”. Y arriesga que los votantes de más edad que no acudieron a votar en las PASO, ahora pueden concurrir para votar a Bullrich . Y señala que el peronismo perdió buena parte de su voto fiel. Le quedó un 27 % del 37 % que había obtenido Scioli en 2017. Pero aún movilizando a su estructura, no cree que pueda obtener muchos beneficios.
Párrafo aparte merece el voto en blanco, mucho más elaborado y con un elector mucho más difícil de persuadir que a uno que no fue a votar. Los especialistas señalan que es inusual que pueda ser movilizado por lo que no creen que sumen al final del día votos afirmativos para ningún candidato.
El voto en blanco en las PASO fue del 4,78 por ciento. Lo que establece que 1.148.342 decidieron no votar a ninguna de las fórmulas presidenciales. Además, hubo 1,21% de votos nulos y 0,14 de votos recurridos, impugnados y comando.
Para las presidenciales, a diferencia de PASO, los votos en blanco se computan de manera diferente, ya que es una manifestación de que el elector no quiere elegir a nadie. En los comicios generales, los votos se contabilizan sobre los que son afirmativos, es decir, los que eligen a una boleta de candidatos. Por lo que, para calcular los porcentajes, solo se cuentan los afirmativos y se excluyen los votos en blanco para las categorías presidente y vice. Así se establece que una fórmula presidencial es ganadora en primera vuelta, cuando obtiene más del 45 por ciento de los votos afirmativos o si obtiene el 40 por ciento y además, «existiere una diferencia mayor de diez puntos respecto del total de los votos afirmativos de la fórmula que le sigue.
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