La receta pragmática del vencedor en Neuquén, que rompió con su partido después de 17 elecciones
Rolando Figueroa, gobernador electo, se impuso con una política de alianzas que incluyó ocho colectoras y reunió a dirigentes de Pro, el PJ, evangelistas y el Movimiento Evita
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NEUQUÉN.- Rolando Figueroa, gobernador electo de Neuquén, basó su triunfo electoral en su política de alianzas, dominada por el pragmatismo más amplio. Su partido, Comunidad, alcanzó el 8,79% de los votos, pero fueron las ocho colectoras las que le dieron el triunfo, ya que cada una capturó entre el 3 y 4 puntos. La colectoras le aportaron a Figueroa 110.000 votos de los 147.000 que obtuvo su frente.
Figueroa contó con el apoyo de Pro, que le dio 17.200 votos. Pero Pro fue dividido en sus apoyos a los candidatos neuquinos. Horacio Rodríguez Larreta avaló de lleno a Leticia Estévez, la candidata de la lista 64 de Pro, con Marcelo Bermúdez, entro otros referentes, y ambos consiguieron bancas. Larreta le dio recursos y gente. Estévez también se hizo firme con el apoyo de María Eugenia Vidal.
Mauricio Macri le dio su aval a Figueroa cuando se reunieron en febrero pasado en Cumelén, Villa La Angostura. Estuvo también Jorge Sobisch para entrevistarse con el exmandatario.
Juntos por el Cambio estuvo dividido en las elecciones neuquinas, ya que Elisa Carrió impulsó a Pablo Cervi, de la UCR -que solo obtuvo un 3,5 por ciento de los votos- y a Jorge Taylor, que tenía el apoyo de Patricia Bullrich. Quedaron quintos de seis candidatos. Estévez acusó a Bullrich de ser funcional al MPN perdedor y de querer, después, colgarse del triunfo de Figueroa.
Carrió anoche reaccionó ante el triunfo de Figueroa y dijo, en LN+: “Esto no cambia el régimen. Acá quedó mucha gente indignada del Pro, también de la UCR. La verdad es que Juntos por el Cambio perdió”. Además denunció, en referencia al ganador: “Está vinculado a negocios a Vaca Muerta que benefician a empresas de Buenos Aires e incluso vinculadas a dirigentes nacionales de Juntos por el Cambio”.
Sergio Massa pareció querer pegarse al triunfo del gobernador. Esta mañana tuiteó una foto de ambos felicitando a Figueroa y a Alberto Weretilneck, triunfador en Río Negro, al mismo tiempo: “Dos nuevos gobernadores. Dos grandes amigos. Dos incansables patagónicos que trabajan por el país. ¡Felicitaciones!”.
Esta política de alianzas de Figueroa, según asumen fuentes nacionales, puede determinar un vínculo más cercano entre los futuros gobiernos de Neuquén y nacional en caso de que Juntos por el Cambio gane las elecciones presidenciales. Pero en Neuquén están lejos de compartir esta idea: insisten en que el triunfo es neuquino y no está relacionado con la incidencia de las fuerzas nacionales.
En su armado electoral Figuera selló alianzas pragmáticas, con un arco iris de espacios políticos; algunos con miradas contrapuestas sobre, por ejemplo, la modalidad de explotación de Vaca Muerta.
Logró el apoyo del justicialismo provincial, del Movimiento Evita, pero también de los evangélicos -mediante la pastora Nadia Márquez, concejal por la Democracia Cristiana-; llegó al socialismo, al radicalismo, al Frente Grande y a un sector del ARI. Al presidente del PJ de Neuquén capital, Marcelo Zúñiga, lo trataron de rata y traidor al igual que al expresidente de la UCR de Neuquén capital, Juan Peláez.
Por eso, Rolando Figueroa habla de que logró cerrar la grieta en Neuquén, donde Juntos por el Cambio como sello partidario fracasó, el Frente de Todos con Ramón Rioseco obtuvo el 13% de los votos y Carlos Eguía, el candidato de Javier Milei, no demostró en las urnas el crecimiento que le auguran las encuestas a su referente nacional: obtuvo 8% de los votos.
Pero Figueroa es MPN, nunca dejó de lado al partido y por eso insiste en que le ganó a la Lista Azul del Movimiento Popular Neuquino, no al partido. De hecho, Figueroa hablaba antes de las elecciones de “resetear” al MPN, el partido que ganó todas las elecciones provinciales desde 1962.
La votación por sistema de boleta única electrónica generó una dificultad para los electores, que se encontraron en la pantalla táctil de la máquina de votación hasta 23 listas diferentes para gobernador y vice y hasta 33 para intendentes de la capital. El “voto confusión” fue uno de los protagonistas de los comicios. Los votantes, más que por nombres de candidatos, se guiaban por los colores de los sellos partidarios y los logotipos. Este sistema se utilizará en las PASO porteñas en agosto.
El gran perdedor
El gran perdedor de esta elección es Jorge Sapag, el líder y heredero del MPN. Es sobrino de Felipe Sapag, que es hijo de Elías Sapag, exsenador nacional, y hermano de la fallecida intendenta de San Martín de los Andes Luz María Sapag. Felipe Sapag es además tío de la senadora Lucila Crexell, de Juntos por el Cambio, y primo de la senadora del Frente de Todos Silvia Sapag.
Otro ganador de las elecciones de este domingo fue Mariano Gaido, intendente de Neuquén. Con la lista oficial del MPN logró que el partido tradicional ganara en la capital provincial, con un gran corte de boleta en contra de Marcos Koopmann. Gaido, con el 42 por ciento de los votos, se erige como uno de los principales referentes del MPN de cara a la próxima elección. Su contrincante del partido de Rolo Figueroa solo llegó al 23 por ciento.
“Familia de pioneros”
Figueroa tiene 54 años, es contador y desde chiquito dice que se formó para la política. Fue intendente por el MPN de dos municipios distintos, Chos Malal y Huinganco, donde nació, en el norte neuquino. En su vida todo fue MPN: compitió en 17 elecciones y ocupó cargos con Jorge Sobisch; fue vicegobernador de Omar Gutiérrez y hoy es diputado nacional por el MPN.
Pero como rompió con el partido, técnicamente fue expulsado de sus filas, ya que la carta orgánica partidaria sostiene que quienes se postulen por otras fuerzas deben dejar el espacio político. Llegó al MPN porque su tío, Rogelio Figueroa, integró la primera comisión municipal de Huinganco. Rogelio fue el primero que empezó con la forestación allí. Su abuelo, Temistocles Figueroa, fue el primer maestro neuquino nativo. Orgulloso lo repite en cada entrevista. Su padre fue juez de Paz.
“Yo siempre me formé para esto, todo lo que hice en mi vida fue para ser político desde muy chico. Yo vengo de una familia de pioneros del norte neuquino. Mi abuelo fue el primer maestro neuquino. Cuando me tocó elegir la secundaria, estaba surgiendo Raúl Alfonsín, y yo digo: ¿dónde estudió este tipo? Y me fui a estudiar al Liceo Militar”, señaló en una entrevista con LA NACION antes de las elecciones.
Su madre no quería y él le respondió: “Ahí se forman líderes, mamá”, según su propio relato. Figuera tenía en mente su carrera política en el MPN. Un día su padre paró a Felipe Spag, el mítico fundado del partido que fue seis veces gobernador y le dijo que su hijo quería estudiar. Sapag le contestó: “Que me traiga rendimiento académico y que sea el mejor”.
Cuando estudió ciencias económicas lo hizo con esa vocación política: “¿Qué hacen los políticos? Administran. Y entonces entré para contador, estudie impuestos, un postgrado en diseño e implementación de políticas públicas. Mi formación siempre estuvo enfocada en hacer un funcionario público. Y realmente siento que estoy preparado y que estamos en la edad ideal los dirigentes”, dijo.
Hoy, tras sus festejos ganadores en la plaza frente a la Casa de Gobierno provincial -donde habló pasada la medianoche-, prefirió no dar entrevistas.
Figueroa es padre de tres hijas: Camila, abogada, de 29 años, que colabora en la campaña; Bianca, comunicadora social, de 28 años, y Abril, de 18, que estudia Publicidad.
Fue elegido junto a Omar Gutiérrez, el actual gobernador, para encabezar la lista de gobernador y vice. Hasta jugaban juntos al fútbol. Tenían el aval de Jorge Sapag. Asumieron en 2015.
Pero ahora están enfrentados y Gutiérrez lo trató de traidor. En 2018 fueron a una interna y ganó Gutiérrez. Figueroa se planteó entonces romper, ir por fuera del MPN. En 2021 volvió a competir en las PASO y las ganó.
Con el triunfo reclamó ser el candidato oficial del partido y Jorge Sapag, relatan, lo sacó corriendo, en una conversación en la casa del líder partidario. Le propuso ir a internas pero Figuera desconfió del poder del aparato y que se las robaran. Por eso, fue por fuera y con el auxilio de una extensa política de alianzas, logró ganarle al oficialismo partidario.
Ahora se verá si su objetivo es intentar reconstruir el poder del MPN en torno de su figura y desafiando el liderazgo familiar que arrastra el apellido Sapag o si apuesta a la construcción de una estructura diferente, pero que conserve el sello local. Es clave en su estrategia el dato de que en el subsuelo de esta provincia, con Vaca Muerta, está la riqueza que puede sacar a la Argentina de su estancamiento.
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