La reaparición de Cristina Kirchner: seguridad reforzada, presencias incómodas y el reclamo de los militantes de la UOM
Hubo más controles y policías que lo habitual; Amado Boudou volvió a los encuentros kirchneristas y su asistencia llamó la atención; la interna sindical se coló en el acto
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De jean y camisa blanca, Cristina Kirchner volvió a subirse a un escenario 64 días después de la noche en que intentaron asesinarla. Desplegando toda su impronta ante un público que desde antes de su llegada coreaba “Cristina presidenta”, Kirchner empezó hablando, precisamente, sobre lo qué sucedió la noche del 1° de septiembre, en la puerta de su casa en Recoleta. “No me di cuenta que intentaron volarme la cabeza”, dijo ante afiliados y delegados de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), cuyo Congreso cerró con su presencia.
El acto tuvo dos particularidades: el importante operativo de seguridad que lo rodeó y la ausencia de la militancia fiel de La Cámpora, ante la que Kirchner se presentará el próximo 17 de noviembre en La Plata.
De cerca la siguieron distintos dirigentes como el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof; los legisladores Mariano Recalde y Eduardo Valdés; el secretario general de La Cámpora y ministro bonaerense, Andrés “Cuervo” Larroque; el extitular de Desarrollo Social e intendente de Hurlingham, Juan Zabaleta y su par de Tigre, Julio Zamora.
Entre las sorpresas estuvo la presencia de su exvicepresidente Amado Boudou, quien llevaba tiempo sin estar presentes en las apariciones de Kirchner. Tras el acto hubo versiones de que Boudou fue removido del palco vip en el que se ubicó en primera instancia, lo que fue desmentido a LA NACION por fuentes cercanas a Kirchner.
La llegada de la vicepresidenta se produjo en helicóptero. Despegó desde el helipuerto de Casa Rosada y aterrizó en el predio cercano al microestadio de Pilar. Todo en medio de un fuerte operativo de seguridad. Policía Federal, el grupo Geof, autos blindados y custodias con chalecos antibalas formaron parte de la reaparición de Kirchner.
El arribo fue puntual, como habían anticipado en su entorno. Y Kirchner se subió al escenario siete minutos después de las 17, la hora anunciada para el comienzo. Su discurso empezó cuarenta minutos más tarde, siguiendo a los del intendente Federico Achával y al titular de la UOM, Abel Furlán. Cercano al kirchnerismo, Furlán mantiene una relación distante con su antecesor, Antonio Caló cuya presencia fue otra de las sorpresas en este predio de Pilar, a pocos kilómetros de una panamericana colapsada.
Cuando Kirchner lo saludó a Caló estallaron los silbidos, que la vicepresidenta buscó frenar sin éxito. El episodio no fue aislado y desde uno de los palcos bajaron también reclamos a la exmandataria. “Aumentá la hora”, gritaron desde un sector del palco en más de una oportunidad en una expresión que ya había tenido como destinatario a Furlán.
Por momentos varios de los hombres de la UOM parecían más abocados a sus propios reclamos y charlas que a seguir con atención el discurso de Kirchner, que se extendió por poco más de media hora. Y en el que abordó temas como economía, justicia, empresarios, y arrojó definiciones sobre Sergio Massa y Alberto Fernández, además de apuntar dardos a la oposición.
La llegada de Kirchner estuvo acompañada de pasacalles que le daban la bienvenida a Pilar. Decían: Cristina 2023 y estaban firmados, escuetamente, por “Proyecto Pilar”.
Seguridad reforzada
A diferencia de sus apariciones anteriores, previas al atentado, esta vez hubo más controles: requisa de mochilas y detectores de metales móviles en manos de hombres de la UOM, a cargo de la seguridad dispuesta para el ingreso al lugar. Afuera también se veían móviles de la policía bonaerense y de la guardia urbana de Pilar.
Con bajísimo perfil, pero máxima presencia, estuvo la custodia de Kirchner, que depende de la Policía Federal y esta semana, ante la inminencia de la presentación, fue reforzado. El número real es un secreto bien guardado, que solo saben unos pocos. “El que arriesgue un número, miente”, resumen cerca del área donde ratifican que los efectivos totales solo lo saben las cúpulas de la policía y el área de Seguridad.
Mientras afuera también se repetían los puestos chorizos y hamburguesas y los de venta de llaveros con el rostro de la vicepresidenta y banderas con su nombre, adentro se ubicó el grueso de la militancia. Los organizadores la estimaron entre 8 y 10 mil entre afiliados y delegados que llegaron desde distintos puntos del país.
“No vengo a hablar en nombre de lo que vamos a hacer, vine a hablar de lo que hicimos”, apuntó la vicepresidenta. “Doce años y medio de gobierno que sacaron al país de la crisis más grande”, dijo, otra vez, como si no formara parte de la gestión que lleva otros casi tres en el poder.
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