La reaparición de Cristina Kirchner, entre duras críticas a Milei y un mensaje de advertencia para sus propios seguidores
La expresidenta cuestionó el rumbo económico del gobierno libertario y le reclamó un “plan de estabilización”; a los dirigentes peronistas les pidió “no putear a otros compañeros”; distancia entre Kicillof y Máximo Kirchner
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En un acto marcado por la centralidad absoluta de Cristina Kirchner, la expresidenta reapareció este sábado en público en Quilmes, donde combinó duras críticas al gobierno de Javier Milei, a quien le reclamó un “golpe de timón” en la política de ajuste fiscal y un “plan de estabilización” económica, con un mensaje hacia el propio peronismo, al que llamó a dejar a un lado los enfrentamientos internos.
“Es ella”, fue la consigna que desplegaron los carteles de los militantes. Una estética finamente calculada por La Cámpora destinada a marcar que no es tiempo de acelerar la discusión por el candidato a presidente para 2027.
Cristina llamó a “no putear” a otros compañeros ante el gobernador Axel Kicillof y su hijo, el jefe de La Cámpora, Máximo Kirchner, que están distanciados. “Cuando decía que cada compañero tiene un bastón de mariscal en su mochila no es para dárselo por la cabeza a otro compañero. Era para discutir el país que queremos”, reclamó la expresidenta.
Axel Kicillof y Máximo Kirchner llegaron y se fueron de Quilmes por separado. Ni siquiera se sentaron juntos. Sólo se cruzaron unos minutos en la previa al acto, cuando se sentaron en primera fila, a pocos metros de Cristina y de la anfitriona Mayra Mendoza.
Como explicó @CFKArgentina en Quilmes, este Gobierno no tiene plan de estabilización, solo tiene un plan de ajuste y el pueblo argentino está siendo sometido a un sacrificio inútil.
— Axel Kicillof (@Kicillofok) April 27, 2024
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Unas diez mil personas siguieron el discurso e irrumpieron al grito de “presidenta, Cristina presidenta” , marcando que el liderazgo aún lo pertenece la exsenadora. “Sin Cristina nada”, decían los carteles desplegados en el estadio Néstor Kirchner. La viuda del expresidente nombró al menos seis veces a Javier Milei. Pidió no abuchear ni silbar al libertario. Pero se permitió desafiarlo en público varias veces.
“El presidente debe entender que tiene que dar un golpe de timón a esta política. Es muy dogmático, quiere acomodar la cabeza al sombrero”, sostuvo Cristina Kirchner desde un escenario en el que sólo la acompañó la intendenta local. Desde allí, también reprochó a los dirigentes de su propio espacio que “van a los canales de televisión a putear a otros compañeros”.
Kicillof siguió el discurso de Cristina con gesto adusto y no aplaudió cuando pidió no atacar a referentes del espacio. Aunque sí hizo un gesto de aprobación cuando la expresidenta pidió salir a discutir para “cambiar la vida a la gente” y “no agarrar el bastón de mariscal para dárselo en la cabeza a otro compañero”.
Terminado el acto el ministro de Desarrollo de la Comunidad, Andrés Larroque, dijo a LA NACION: “Es cierto, hay que poner primero la resolución de los problemas del país. Pero hay dos niveles de discusión y nadie se puede enojar por el debate. Menos cuando hablamos los que todos los días trabajamos para atender las demandas de la gente”.
En la primera parte de su discurso, le habló directamente al presidente Milei. “Festejó el superávit del primer trimestre, pero no hermano, no tenés superávit, mirá todo lo que debés, no es cierto”, enfatizó. Y enseguida advirtió: “Este gobierno no tiene plan de estabilización”. En ese punto, ponderó el plan Austral del alfonsinismo y la Convertibilidad del menemismo. “Por eso los economistas insisten tanto, porque tienen razón”, dijo.
El discurso fue interrumpido varias veces por los cánticos que desde la tribuna instaban a mantener en movimiento a los militantes de La Cámpora: “El que no salta lo votó a Milei”.
Cristina Kirchner sostuvo que “el experimento anarco-capitalista”, como calificó a la administración libertaria, puso proa hacia una “economía de carácter extractivista, precapitalista”, que le “hace acordar a la Argentina del virreinato del Río de la Plata, donde se llevaban todas las riquezas de la colonia”. Agregó: “Siento como si estuviéramos en el juego de la oca y hubiéramos retrocedido hasta el punto de partida”.
“Nadie desconoce la legitimidad de origen del presidente. Pero te puede haber votado el 60 por ciento, aunque si después, cuando sos gobierno, la gente se caga de hambre y no llega a fin de mes, de qué sirve eso”, dijo en tono coloquial. Y reivindicó el papel de las universidades, fue fueron respaldadas por una movilización masiva durante la semana.
La expresidenta pidió luego que no la “jodan más con la cuestión de los modales”, en referencia a las críticas que también le hicieron desde el propio peronismo como un cuestionamiento a su conducción. “Andamos con la K a rastras, nos hacemos cargo de todo, de las buenas y de las malas”, dijo y reconoció que el gobierno del Frente de Todos no llegó a buen puerto. “Terminamos como terminamos, me hago cargo de eso”, reconoció.
En su mensaje interno, luego de pedir explícitamente a los dirigentes que “no vayan a los canales de televisión a putear a otros compañeros”, recriminó a su hijo Máximo sus críticas a las “clases magistrales”, en referencia a la extensión de los discursos de la expresidenta. “Les pido a los dirigentes que dejen de hablar pelotudeces”, enfatizó.
“Ella es la jefa”
Tras el acto cerca del gobernador se acordó que no es tiempo de peleas. “Estamos alineados con su discurso. Ella es la jefa. Y el adversario es Milei”, dijo una fuente cercana a Kicillof al caer la noche. Otros funcionarios arriesgaron una interpretación: “El discurso fue por la unidad, pero la gestualidad estuvo destinada a situar a Axel a nivel de Máximo, cuando uno es gobernador que ganó una elección”, deslizó un dirigente con despacho en la Casa de Gobierno de La Plata.
En particular llamó la atención que no le dieran un asiento en el escenario al mandatario provincial, que antes había compartido escenario y micrófono con Mario Secco y Jorge Ferraresi en Ensenada y en Avellaneda.
Un detalle llamó la atención: en el momento que Kicillof entró al estadio, acompañado por su ministro de Hábitat, Andrés Larroque, hubo un canto unánime: “Cristina presidenta”. Los militantes lo repitieron una decena de veces. El gobernador levantó la mano, saludó y se acomodó entre los invitados especiales.
Kicillof llegó desde la Isla Maciel acompañado por los intendentes Ferraresi (Avellaneda) y Fernando Espinoza (La Matanza). Otros jefes comunales ya estaban en el lugar: Mariano Cascallares (Almirante Brown), Mariel Fernández (Moreno) y Julián Alvarez (Lanús) habían arribado más temprano.
Otros intendentes peronistas como Fernando Gray no sólo faltaron al acto. El alcalde de Esteban Echeverría directamente criticó el discurso de Cristina con una frase irónica: “Otra vez sopa”.
En su reaparición en público, los colaboradores más cercanos de la expresidenta no descuidaron su seguridad. Por el contrario, dispusieron que dos francotiradores del grupo Geof de la Policía bonaerense se sumaran a la custodia habitual. Las consecuencias del intento de asesinato en 2022 aún son visibles en el entorno de Cristina.
La expresidenta se mezcló entre la gente una vez concluido el acto: no estaba en público desde la asunción de Milei como presidente de la Nación.
En las gradas la vitorearon unos 10 mil jóvenes, entre los invitados se pudo ver a algunos dirigentes históricos del kirchnerismo como Carlos Zannini y Carlos Kunkel. De hecho, se festejó que el 27 de abril de 2003 Néstor Kirchner quedó consagrado presidente luego de que se bajara del balotaje el expresidente Carlos Menem.
La movilización no fue espontánea: en las inmediaciones del microestadio se estacionaron decenas de colectivos que trasladaron a los militantes. En el acto de Quilmes, a diferencia de los de Ensenada y Avellaneda, se divisaron solo banderas de La Cámpora. Ni una de los sindicatos, ni tampoco de organizaciones sociales. Sólo al caer la noche se dejó ver una bandera de Hijos.
Fue, en rigor, un acto con cotillón celeste y blanco armado para que Cristina le hablara a los “jóvenes” que lidera su hijo de Máximo.
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