La política de los números
Los senadores K solicitaron a la Justicia una medida cautelar para que la Comisión Bicameral de Trámite Legislativo, que controla los DNU que dicta el Poder Ejecutivo, tenga 8 miembros del oficialismo y 8 de la oposición, en lugar de 7 y 9, como estableció la semana última el arco de partidos anti-K cuando se impuso en una votación en el recinto.
Hasta la última semana, la citada comisión, de 16 miembros (ocho senadores y ocho diputados) tenía idéntica representación del oficialismo y la oposición. Pero los bloques no kirchneristas impusieron su mayoría en la Cámara alta y dictaminaron que en Trámite Legislativo haya nueve opositores y siete oficialistas. Ayer, los senadores K Miguel Angel Pichetto, titular de la bancada; Nicolás Fernández (Santa Cruz), Beatriz Rojkes de Alperovich (Tucumán) y Marcelo Guinle (Chubut) hicieron una presentación que quedó radicada ante el juzgado contencioso administrativo número 8, actualmente a cargo de Ernesto Marinelli.
Sin embargo, es previsible que el juez Marinelli rechace ese planteo. Toda la jurisprudencia de la Corte y, también, de los tribunales inferiores indica que los legisladores, en principio, no tienen legitimación (aptitud) para presentarse ante la Justicia, salvo cuando están impedidos de actuar en el Congreso (esto último es, por ejemplo, lo que ocurrió cuando se dictaron el decreto 2010/09 (y su sustituto, el 298/10). Por otra parte, la conformación de las comisiones tiene relación con la vida íntima del Congreso, con una cuestión que es eminentemente política y difícilmente la Justicia se vaya a entrometer en ello.
Los senadores K saben que hicieron una jugada difícil, pero su presentación muestra la fragilidad de los números de legisladores que dice tener cada sector y, también, la fragilidad de las alianzas que tejen.
Es previsible, con el correr de los meses, que el arco oficialista de diputados y senadores se vaya debilitando y, a medida que se desgaste el Gobierno, se vaya fortaleciendo la oposición. Por eso, la Presidenta tiene mucho interés en conservar bien pulida, la espada del DNU: el Gobierno no quiere correr el riesgo de que sus DNU choquen con el dictamen adverso de la Comisión Bicameral, porque en ese caso la oposición llegaría al recinto con media batalla ganada.
Detrás de todo este chisporroteo de bloques que nunca terminan de definirse, de legisladores traidores que se alejan de una bancada o de hijos pródigos que vuelven a su casa de origen, está algo mucho más profundo aún: el oficialismo tiene tan poca vocación de diálogo como la que le imputa a la oposición. Para ellos, sólo importan los números.
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