La pobreza, y una larga historia de eslóganes y promesas
La campaña electoral es siempre pródiga en promesas y en eslóganes efectistas: la demagogia discursiva en su esplendor. El drama de la pobreza en nuestro país ha sido inspirador, desde hace años, de las consignas más altisonantes (y polémicas) por parte de los candidatos, sin importar colores partidarios. Cristina Kirchner, Mauricio Macri y Alberto Fernández no son la excepción.
No hay que viajar demasiado atrás en el tiempo para rememorar algunas de aquellas frases inmortalizadas en la memoria colectiva. En junio de 2015, por caso, en medio de la tensa disputa electoral entre el kirchnerismo y el ascendente Cambiemos, la entonces presidenta se ufanó ante la oficina de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO) de que la pobreza en nuestro país se ubicaba "por debajo del 5% y el nivel de indigencia, en un 1,27%". Aníbal Fernández se encargaría de coronar la afirmación de su jefa al aseverar que en la Argentina había menos pobres que en Alemania.
La cruda realidad -no la que disfrazaba el Indec, intervenido por el gobierno kirchnerista- se encargó de desmentir el relato: a fines de 2015, la pobreza alcanzaba el 30% de la población, según datos del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica (UCA). Uno de cada tres compatriotas era pobre, una tragedia social que llevó a que el por entonces candidato presidencial de Cambiemos, Mauricio Macri, prometiera a viva voz que durante su gestión llevaría la pobreza a cero.
"Quiero que me juzguen por si pude o no reducir la pobreza", lanzó Macri al promediar su primer año de mandato. Cuatro años después, el propio Indec normalizado por el gobierno macrista se encargaría de reprobar su gestión en esta materia: al segundo trimestre de este año, luego de tres devaluaciones en el lapso de un año y las consiguientes estampidas inflacionarias, la pobreza ascendió al 35,4% de la población urbana, la cifra más alta desde 2007.
Rápido para gambetear una pelota que le pica en el área, Alberto Fernández no dudó en achacarle al Presidente sus promesas incumplidas. Como Cristina Kirchner en su momento y Macri después, el candidato a presidente del Frente de Todos aprovechó el momento electoral y presentó ayer su plan "Argentina contra el hambre"; un plan que, como manda todo buen manual proselitista, no pasa de ser un compendio de anuncios por ahora difusos agrupados bajo una consigna simpática o efectista.
"Lo que primero vamos a reperfilar es el precio de la canasta básica", lanzó Fernández.
Más allá de las buenas intenciones que hayan manifestado Cristina Kirchner y Macri en su vocación por combatir la pobreza, lo cierto es que ninguno de los dos pudo perforar hacia abajo el piso el pobreza estructural que asuela a nuestro país desde hace décadas. Un piso que oscila entre el 20 y el 25% de pobres que tampoco pudo revertir Alberto Fernández como exjefe de Gabinete de Néstor y Cristina Kirchner: cuando dejó el cargo en 2008, tras cinco años de gestión, la pobreza ascendía al 33%.
Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social, asevera que este fracaso obedece a que los sucesivos gobiernos se limitaron a contener el problema por medio de planes sociales y aumentos en las asignaciones. Todos parches que se concibieron para la emergencia, advierte Salvia, pero que con el tiempo se trocaron en políticas permanentes que demandan más de la mitad de los presupuestos anuales.
¿Cuál será el rumbo que adoptará Fernández si resulta electo? Como primer paso, el candidato ya convocó a los actores involucrados, a los gremios, empresarios, la Iglesia y las organizaciones sociales, junto a gobernadores e intendentes, a formar parte de la gesta contra la pobreza. La complejidad del problema excede la gestión de un gobierno, advirtió, en un tiro por elevación a Macri.
Fernández esbozó otras medidas, aunque sin mayores precisiones. Como la llamada ley de góndolas, con la que se pretende limitar los abusos las grandes empresas alimenticias. Un proyecto demorado hace meses en el Congreso no solo por la resistencia del Gobierno, sino también por la inacción opositora, peronismo incluido.
El plan contra la pobreza de Fernández adolece, por el momento, de una medida clave según los expertos en la materia: la formulación de un programa capaz de dar empleo al 25% de pobres estructurales que están hoy excluidos del sistema. Mientras no haya creación de empleo estable y de calidad, la pobreza permanecerá enquistada como un drama insoluble, advierte Salvia.