La pelea con Axel Kicillof por la provincia, la batalla más incierta para Juntos por el Cambio
Referentes opositores advierten que corren en desventaja por el poder territorial del PJ y el avance del libertario; tensión e inquietud entre los intendentes por la interna nacional
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En Juntos por el Cambio no hay dudas: la batalla electoral más incierta con el kirchnerismo en 2023 se librará en la provincia de Buenos Aires, donde vota alrededor del 40% de los argentinos. Una vez más, el resultado de la elección bonaerense será crucial en la nueva configuración del mapa de poder. Y en conglomerado opositor saben que el dominio de ese territorio tendrá un peso clave para la gobernabilidad del eventual sucesor de Alberto Fernández.
Si en la cúspide de JxC se muestran optimistas sobre sus chances de reconquistar la Casa Rosada, por los indicadores económicos y la feroz interna en el PJ, los jefes opositores en Buenos Aires lucen entre cautos y preocupados a la hora de hacer vaticinios en el bastión de Cristina Kirchner. Allí ya se largó la pelea por la sucesión de Axel Kicillof con el lanzamiento formal de Diego Santilli, la carta de Horacio Rodríguez Larreta. La incertidumbre por el armado nacional de JxC para las presidenciales desató una guerra por las candidaturas en Buenos Aires. Cuando restan cuatro meses para el cierre de listas, hay ocho competidores en carrera para las PASO. Todos ellos responden a distintas terminales de Pro y la UCR.
Pese a los efectos de la inflación en el tejido social de la provincia, los jefes opositores avizoran una disputa muy reñida, sobre todo en el estratégico conurbano, donde el peronismo aún conserva una base de apoyos y un músculo territorial suficientemente potente para hacer competitivo a Kicillof y amortiguar un eventual aluvión de votos de JxC a nivel nacional.
En la coalición opositora dan por descontado que el Gobierno -ya notan una ebullición de obras en municipios oficialistas, como Quilmes- apuntará todos los cañones de su maquinaria electoral a Buenos Aires, que el kirchnerismo imagina como posible refugio político a partir de diciembre de 2023. De hecho, las figuras centrales de la oposición especulan con que Cristina Kirchner se olvidará pronto de su “proscripción” y atenderá el reclamo del PJ para que sea candidata a presidenta o, al menos, a senadora nacional en Buenos Aires.
En ese distrito, concuerdan los encuestadores, la vicepresidenta aún preserva un piso alto de intención de voto, pese a que en todo el país su imagen negativa sigue en niveles significativos. En las tertulias de JxC sobrevuela el antecedente de la elección de 1999, cuando el radical Fernando de la Rúa ganó la contienda nacional, pero Carlos Ruckauf se quedó con la provincia. “Tenemos que ganar como sea la provincia, si no vamos a tener serias dificultades para gobernar y hacer reformas a nivel nacional”, dicen en la UCR.
El factor Milei
En paralelo, los referentes bonaerenses de la fuerza opositora temen sufrir el efecto de la consolidación de Javier Milei (La Libertad Avanza) como el tercero en discordia en la disputa electoral, según coinciden la mayoría de las consultoras líderes. De hecho, el factor Milei es uno de los principales argumentos que tiene el peronismo para oponerse a desdoblar las elecciones en la provincia. A Kicillof lo dañaría la boleta de Fernández, pero lo ayudaría la del libertario.
Más allá de que proyectan que Milei podría afectar de manera transversal a las dos coaliciones dominantes, su cosecha de votos -macristas y kirchneristas estiman que podría sacar entre 15 y 18 puntos en Buenos Aires-, consideran que la presencia de Milei en el tablero provincial aumentaría las chances de Kicillof por una sola razón: el sistema electoral de una sola vuelta que rige en Buenos Aires. Con ese panorama, JxC dependerá en parte del nivel de corte de boleta o que Milei acepte no llevar un postulante a gobernador, es decir, competir con boleta corta. El libertario ya rechazó esa opción, pero Cristian Ritondo aspira a acercar posiciones y seducirlo. En tanto, Santilli y sus armadores insisten en sumar a José Luis Espert para contener la oferta liberal. El economista niega las conversaciones con el larretismo: “En el futuro se verá. Si hay un candidato o frente que comparte las mismas ideas y reformas que queremos realizar, nos sentaremos a escuchar”, afirman en el equipo de Espert.
Escenario adverso
Las PASO del 13 de agosto cristalizarán un primer escenario bonaerense –operan como una primera vuelta–, pero la sucesión de Kicillof se definirá en las generales del 22 de octubre. En la cúspide de JxC saben que ese día la provincia se gana o se pierde por un voto. “Por más que tengamos viento a favor por la crisis y la interna del kirchnerismo, si Milei nos saca cuatro votos estamos sonados”, admite, sin pelos en la lengua, uno de los aspirantes a gobernador del espacio opositor.
Los sondeos que manejan en Pro y la UCR reflejan una situación adversa para JxC en Buenos Aires. Si se suma la intención de voto de los postulantes de cada fuerza de uno de los estudios de febrero de Zuban Córdoba, el Frente de Todos alcanzaría el 41,4% de los votos y JxC, 35,9%. Según ese sondeo, Espert obtendría el 7,6%, lo que sería un aporte clave para JxC. El porcentaje de indecisos es alto: 12,9%. En el comando macrista también miran las cifras de Aresco: el kirchnerismo obtiene el 34% y la oposición, 29%. En las filas de Santilli evaluaron una encuesta de Circuitos, que exhibe a JxC con una diferencia exigua a su favor, y un sondeo de diciembre de Isonomía, que lo ubica a Kicillof cuatro puntos arriba de Santilli, mientras que Espert llega 9% y Florencio Randazzo, al 3,8%. Entre indecisos y votos en blanco hubo un 13%. Analogías, ligada a La Cámpora, ubica en la cima de la tabla al FDT, con 33,6%; JxC, con 19,4%, las opciones de derecha de Milei o Espert, con 16,6%, y un universo de personas que no saben aún su preferencia del 18,8%.
“El escenario está abierto. Todavía el FDT está competitivo”, repiten en el búnker de Santilli, quien formalizó este miércoles su decisión de competir por la sucesión de Kicillof. Según los números del larretismo, el FDT tendría una base de votos del 30 o 32%, pese al deterioro económico y social por la gestión de Fernández. Santilli, que se impuso en las últimas legislativas por un punto, apuesta a replicar el escenario de 2021, cuando la interna con Facundo Manes fortaleció a Juntos y le permitió superar al kirchnerismo en su bastión. Imagina una compulsa reñida en Juntos -Larreta y él ponen todas las fichas en el conurbano- que los catapulte a la general. Quiere incorporar a Espert -todavía no hay acuerdo en el espacio pese al aval público de Elisa Carrió- y se aseguró a Cynthia Hotton, en un guiño al electorado evangelista. Atentos a la amenaza de Milei, apostarán a una fuerte campaña para instalar el “voto útil” post PASO. Así, entienden, podrían estimular el corte de boleta de Milei. Dan por hecho que el debate de la elección no podrá escapar del efecto de la polarización nacional. Por eso, insisten en que JxC debe aplacar el internismo y ordenar la oferta en el distrito. “Tenemos que estar abroquelados”, evangeliza Santilli en charlas cerradas.
Diego Valenzuela, intendente de Tres de Febrero y un sostén político del proyecto larretista en Buenos Aires, admite que el panorama es complejo para JxC, pero no pierde el optimismo. “Es una elección diferente porque no hay ballottage. Se gana por un voto y, por eso, tenemos que hacer un esfuerzo extra. Es esencial para el cambio nacional”, dice a LA NACION. Para Valenzuela, Kicillof sigue siendo competitivo pese a la crisis porque “el PJ históricamente tiene un piso electoral más alto” que el antiperonismo en la provincia y debido a la irrupción de los libertarios, que fragmenta la oferta opositora. “Debemos fortalecer la unidad y ampliarnos, incorporando el punto de vista liberal”, enfatiza Valenzuela. Santilli lidiaró con el desafío de impedir el arrastre del eventual debilitamiento de Larreta por el avance de Bullrich, dado que el bonaerense suele votar a presidente e intendente sin enfocarse demasiado en la categoría de gobernador.
Inquietud en Pro
Quienes rodean a Macri admiten que recuperar la provincia no será sencillo. El conurbano -sobre todo, la tercera sección- fue el epicentro del tsunami de votos que terminó con el gobierno de Cambiemos e impidió un segundo mandato. Allí, donde el temblor financiero de 2018 aún resuena, Macri conserva altos niveles de rechazo, según las consultoras líderes. El expresidente pide evitar que la interna entre Larreta y Bullrich afecte a los distritos gobernados por Pro o donde hay “territoriales instalados”. No quiere internas “artificiales”. Por eso, machaca con respetar un esquema de oferta en “Y” -es decir, competencia en las categorías de presidente y gobernador, pero unidad en la lista de intendentes- para evitar rupturas y que el PJ capitalice la división. Bullrich y Larreta desconfían: quieren tener dirigentes propios para garantizarse que cuidarán sus boletas.
Con ese cuadro, los jefes municipales de Pro están inquietos, sobre todo, los que pretenden no alinearse con uno de los bandos para no correr riesgos en sus terruños. Fue el tema medular de la cumbre de caciques de Pro en Olavarría. Y volverá a ser el eje de un nuevo concilio en La Plata. Allí, por caso, Bullrich hará una fuerte campaña para instalar a Juan Pablo Allan como postulante a intendente y desafiar a Julio Garro, aliado de Larreta.
La interna de Juntos
María Eugenia Vidal, que cayó por doce puntos en 2019, también vislumbra una pelea complicada. Enfocada en su proyecto presidencial, Vidal promueve como candidato a gobernador a Ritondo, a quien le cedió su liderazgo en Buenos Aires. El exministro de Seguridad, que ostenta el respaldo de Macri como un trofeo frente a la distancia que marca el expresidente con el alfil de Larreta, se alista para una contienda dura. “Como Pro tenemos que ganar la provincia para poder garantizar las transformaciones del gobierno nacional e impedir que Buenos Aires sea un reducto kirchnerista”, asegura a LA NACION. En el campamento vidalista consideran que el primer desafío de JxC será mantener su caudal de votos de las últimas elecciones en la provincia, que rondó el 40%. Y visualizan que la base de apoyo del PJ está por debajo de su promedio histórico. También confían en los votantes que ocultan sus preferencias y suelen acompañar a la oposición o el mayor desgaste de Kicillof por la crisis. Eso sí entienden que el factor Milei trastoca el esquema bonaerense. Por esa razón, el jefe de bloque de Pro en Diputados insiste en iniciar conversaciones con los libertarios. “Hay que tener en cuenta desde dónde puede sumar cada candidato de Juntos y abrir el diálogo con sectores tan importantes como el de Milei”, subraya Ritondo. En ese sector de Pro descuentan que los apoyos de los presidenciables y referentes nacionales, como Macri tendrán un peso crucial en la interna opositora.
En el equipo de Bullrich, quien designó a Sebastián García de Luca como armador en Buenos Aires, también ven un escenario abierto, “cabeza a cabeza” entre las principales franquicias políticas. “Tenemos que evitar los errores no forzados”, señala uno de los aliados de la titular de Pro. En el bullrichismo dan por hecho que la campaña estará atravesada por la agenda nacional. Con Milei consolidado como tercera fuerza, se alistan para un escenario de interna a gobernador en las PASO. Creen que la clave pasará por el termómetro nacional y confían en la figura de Bullrich, que luce competitiva en sus sondeos, para hacer temblar el mapa político en Buenos Aires. “Está todo abierto, mano a mano con Kicillof. Podemos ganar, pese a que ellos tienen el poder territorial”, dicen.
Esperan que en los próximos 60 días se ordene la oferta en el distrito. Bullrich impulsa a Néstor Grindetti, Joaquín de la Torre y Javier Iguacel, quien apuestan a posicionarse antes de unificar la candidatura de la escudería de los “halcones”.
El plan de la UCR
Tanto Santilli y Ritondo como la tropa de Bullrich miran con atención los movimientos de Maximiliano Abad, jefe de la UCR bonaerense, que se anotó en la pelea por la provincia con el apoyo de los máximos referentes nacionales del radicalismo. En el entorno de Abad insisten en que la unidad es el valor estratégico y que aspiran a disputar el liderazgo de Juntos. El jefe radical repite que la oposición debe desacoplar la estrategia nacional de la bonaerense, porque la provincia requiere un tratamiento particular. “Va a ser la fortaleza política del próximo gobierno, hay que ganar como sea”, señalan en la cúpula radical. Por eso, en la UCR no descartan ningún esquema: una fórmula única a gobernador o “cruzadas” para empujar la boleta opositora y contrarrestar el efecto Milei. “Sin la provincia, vas a poder transitar el gobierno nacional, no transformar el país”, remarca Abad.
En tanto, Martín Lousteau, en tanto, habilitó las recorridas de Martín Tetaz, de Evolución Radical, quien apuesta a un perfil más cercano a la cosmovisión del macrismo para instalarse en las zonas populares, sobre todo del conurbano, una geografía esquiva para la oposición. Emilio Monzó también se anotó en la lista y explora un acuerdo con la UCR. Le inquieta la ola libertaria.
En la oposición saben que la batalla electoral central será en Buenos Aires. La moneda está en el aire, coinciden los jefes de JxC. Hasta Santilli, la carta larretista, se alista para una cruzada épica contra el kirchnerismo, en la que cree influirán hasta las fuerzas del azar. El miércoles sus asesores comunicaron datos curiosos de su estrategia de lanzamiento: eligió iniciar la campaña en redes a las 14:14, que “simboliza el comienzo de una nueva época”. A su vez, la numerología del “Colo” quiso enviar un mensaje optimista al electorado. Explicó que la suma de esas cifras da 28, es decir, que “las cosas tienden a mejorar”. En cambio, en la quiniela ese número es un “cerro”. En JxC se preparan para escalar.
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